“El escenario es un lugar muy seguro, me sana mucho”, explica Valeria Castro, cuya gira de presentación de su último disco, El cuerpo después de todo (Warner), recala en Bilbao, en Euskalduna. En apenas cuatro años, la cantautora de 25 años ha pasado de ser alabada por Alejandro Sanz a contar con un Ep y dos discos que la han consolidado como unas de las voces más frescas de la música estatal, entre el pop y la pulsión telúrica de la raíz folclórica. “Soy muy honesta al escribir y me estoy dejando llevar al componer”, explica, tras recibir dos premios MIN.
Editó ‘Chiquitita’, pero en poco tiempo se ha convertido en algo grande.
Totalmente. Hace cuatro años de ese Ep con mis primeras canciones y ahora estoy con la lagrimita en el ojo.
¿Cómo ha pasado?
Por un lado se debe a la reacción del público, preciosa y orgánica, una especie de crecimiento boca a boca, que es la forma más bonita de empezar en la música; y de otro, al trabajo de todo un equipo que se ha dejado la piel y la vida para hacer esto de la manera más correcta. Y está también el componente de suerte, claro.
Rápido pero con cierta pausa, para buscar hacer carrera, no el ‘boom’ de un éxito fugaz ¿no?
Esa es la intención, de ahí trabajar con pies de plomo. No sé si busco dejar huella, aunque todos lo queremos, sino pisar con fuerza y confianza, que esto se sostenga y no sea volátil. Todo empieza por estar contenta y orgullosa con mis canciones, que las pueda cantar años después sin avergonzarme. El foco vital siempre lo he puesto en la música en primer lugar, y luego ya en lo que una representa, incluida imagen y discurso. Y que el engranaje y la visión sea coherente.
Es muy joven pero parece tener los pies en el suelo. ¿Ha tenido ayuda?
No soy Shakira (risas). No podría, la verdad, pero sí he tenido mi cierto éxito y fama que te colocan en un punto abrumador porque, como decía, la intención era hacer música. La fama y el photocall son como pequeños daños colaterales. Por suerte, lo identifiqué a tiempo y he procurado mantener mi salud mental con terapia y redes de apoyo como mi familia y amigas. Ellas te atan a tierra, como dice mi madre. Llegar a las nubes puede acarrear una caída fuerte; es probable que suceda porque la vida no es solo éxito. Ese agarre al suelo hace que puedas gestionarlo todo mejor.
A veces decir no y plantarse, y más siendo mujer, significa cuidarse.
“El disco es mi disco más pop aunque también el más folclórico, con tiemples y la percusión de mi tierra”
Somos una generación marcada por la ambición y puede jugar en nuestra contra. ¿Recuerdas lo de C. Tangana y la ambición desmedida? Hay que mirarlo con cuidado y aprender a colocar el no en la balanza para no pensar que todo se te escapa, que todo es ahora o nunca. Antes va de cómo te sientes como persona, por delante de lo artístico. Ver lo que te dice el cuerpo, como hago yo en este último disco, analizar esa pulsión ajena a lo mental. A veces te pide parar.
¿Ha aprendido a hacerlo?
Ahí sigo. Hay que aprender a priorizarse una misma frente a saber habitar el mundo y vivir en sociedad.
Ha coincidido el inicio de la gira con las nominaciones de la Academia de la Música, los dos premios MIN… ¿Está más contenta que abrumada?
Es que no me lo creo. Estaba totalmente focalizada en esta gira que me emociona tanto cuando llegaron las siete nominaciones de la Academia. ¿Pero cuántas hay? Solo me falta el de la canción en euskera (risas).
Ha cantado ya en euskera ‘Amiguita como tú’, junto a Izaro.
Pues sí, quién sabe. Estoy extremadamente agradecida, pero me pasan tantas cosas que estoy constantemente recolocándolas para no olvidar el foco real. Además, esos premios son de los compañeros de la música y la industria, lo mejor que te puede pasar.
¿Cómo se ha iniciado la gira?
Estoy muy ilusionada y orgullosa de estos pocos conciertos. Es complicado hablar de ellos porque suceden muchas cosas en el escenario tras una preparación de dos meses y cuidando todos los detalles. Lo hemos hecho con Campi Campón, el productor del disco y director del espectáculo. Quiero que la gente lo disfrute como nosotros. Bajamos de un escenario y pensamos ya en el siguiente.
Hablábamos antes de Izaro. ¿Habrá algún invitado sorpresa en Bilbao?
No puedo decir nada, no sé qué pasará (risas). No lo descartamos, no.
Cantó con Coque Malla en Bilbao.
Fue una locura, pero compartir es de las cosas más bonitas, sobre todo en el escenario al estar el público. Y estuvieron también Fito y Mikel Erentxun. Fue como estar con los Power Rangers de la música (risas).
Interpretó con Coque ‘No puedo vivir sin ti’ con una alegría especial.
No lo puedo evitar, soy muy transparente. Si estoy feliz, da igual la letra. En ese caso habría que buscar la belleza de las canciones aparentemente tristes. El escenario es un lugar seguro, me sana mucho, y lo transmito.
“Devota de la ternura”, canta.
“Soy muy honesta al escribir aunque use la metáfora y la poesía para esconder cosas muy autobiográficas”
Sí, y de otras cosas, como de mis propios pensamientos. En el disco hago una radiografía de lo que me ha pasado. He intentado ser honesta con lo que me ha atravesado, y canalizarlo. Las canciones me han terminado sanando, doliendo a veces también. Las recorre una verdad absoluta.
Contrapone la ternura y el amor con el dolor y la soledad.
Hay emociones y sentimientos que ocupan distintos lugares, como la soledad. De la angustia que provoca a quererla o necesitarla también. Como cualquier ser humano, pasamos tiempo solos y es bonito dignificarla, darle un espacio en este arte, junto a melodías y letras que buscan lo poético. A veces, el lenguaje tiene limitaciones que la música no.
Canta letras muy autobiográficas.
Nunca he negado lo honesta que soy al escribir aunque, a veces, use la metáfora y la poesía para esconder cosas. Siento orgullo al plasmar también lo romántico que me recorre, algo que antes me daba miedo. Me estoy dejando llevar en la composición, lo más visceral de este proceso. La pulsión de escribir busca soltar lo que siento en el pecho y hoy me muestro romántica confesa.
Este disco contiene más instrumentos y arreglos que nunca pero, a la vez, sin dejar de lado la raíz.
Totalmente. Es mi disco más pop y también el más folclórico porque hay mucha raíz en él. Otra cosa es que la gente lo identifique al estar tan bien entrelazado. He tenido la enorme suerte de traer la tierra literalmente al disco con el timplista canario Hirahi Afonso, como esas percusiones que tanto me gustan. Yo bebo de un imaginario folclórico muy fuerte, como Rozalén o Sílvia Pérez Cruz. Vengo de esa escuela, tengo 25 años y me reconozco principiante. Es bonito que el folclore esté siempre presente en la composición. Está bien ayudarnos de otros géneros y sensaciones para favorecer la emoción de las canciones, sin debernos a los estilos. Lo importante es la emoción y yo me siento muy agradecida de esa diversidad porque soy consumidora de otros géneros como el urbano.