“La creación es terapia, un método para sobrevivir artísticamente”, explicaba Aitor Etxebarria (Gernika. 1985) al editar su debut. Cuatro años después, el músico vizcaino es el autor de las bandas sonoras de las series El cuerpo en llamas y Mentiras pasajeras, una comedia sobre espionaje industrial producida por Pedro Almodóvar. “No es fácil entenderme, no me expreso bien con palabras”, asegura el gernikarra, que prefiere comunicarse con su mezcla de música sinfónica y electrónica. “Me siento muy cómodo y valorado trabajando con gente tan potente”, indica.

El mundo audiovisual sigue acaparando su actividad creativa. ¿Sigue sintiéndose realizado en él?

Ahora me siento muy cómodo, realizado y valorado. Sobre todo, me da muchísimas oportunidades de trabajar con gente muy potente. Eso me hace aprender y exigirme a mí mismo. Trabajar en producciones gigantes, estar a cargo de componer la banda sonora y ser partícipe del imaginario audiovisual es una gozada.

La música de ‘El radioaficionado’ le llevó dos años. ¿Cúando le llegó la propuesta de ‘El cuerpo en llamas’?

En el primer tercio de 2022. Jorge Torregrosa, director principal de la serie, quiso volver a trabajar conmigo. Me ilusionó muchísimo y es entonces cuando Arcadia Motion Pictures, responsable de películas como As Bestas, me llama para proponerme esta nueva serie para Netflix.

Ya había trabajado con Torregrosa en la música de ‘Intimidad’. ¿Conocerse ayuda o lastra?

En nuestro caso, ayuda. Tuvimos muy buenas sensaciones con Intimidad, y con El cuerpo en llamas ha vuelto a ser una gozada trabajar con él y su equipo. Me transmite confianza y me deja una libertad bellísima para proponer. Eso es magia.

¿Le pidió seguir con su mezcla de sonidos clásicos y contemporáneos?

Tuvimos varias reuniones artísticas y técnicas con guionistas, directores y productores, pero nunca me han dado ninguna directriz muy concreta sobre la música. Siempre hablamos, entre todos, sobre todos los conceptos, las estéticas...

Trabajó desde el guion, sin imágenes. ¿Le limitó, ya que la música debe vestir y acompañar secuencias, o le ofreció más libertad?

Siempre que puedo me gusta comenzar a guion. Es una cosa que le enganchó también a Torregrosa y así comenzamos a crear el imaginario sonoro. Creo que puede ayudar a todo el proceso. No es lo corriente, pero siempre que hay tiempo y al equipo le parezca correcto, comienzo a enviar borradores y aproximaciones antes de rodar. En este caso, las primeras grabaciones a cámara para pruebas de vestuario las vestimos ya con música original. Fue una pasada.

Al estar la serie basada en un hecho real con intriga y sexo, y, además, con polémica, ¿cambió el proceso de creación de alguna manera?

Ha sido un proceso interesante porque los últimos capítulos son una interpretación del juicio basados en las grabaciones reales del mismo. Eso nos permitió jugar un poco en capitulos anteriores. Es decir, teníamos en cuenta que la mayoría del publico de esta serie no sabía nada del caso real. Yo he tratado de no cerrar ningún personaje desde el primer capítulo. No quise sentenciar desde el inicio a los personajes, intenté dejar matices.

Por título y temática, me acordé de ‘Fuego en el cuerpo’, de Lawrence Kasdan. John Barry optó por el jazz sensual y tórridos pasajes orquestales. No parece una referencia para su trabajo. ¿Ha tenido alguna?

¡Esa es una gran referencia! Pero no he tenido ninguna más que la de entender al director, la productora, la guionista y a todo el equipo.

¿Es la primera vez que trabaja con una orquesta completa?

Para cine, sí. Pero para la obra sinfónica Gernika 85, que estrené con la BOS, ya compuse para orquesta completa. En ambas ocasiones con ayuda de la magnífica Haizea Huegun.

A pesar de pasajes como ‘Motion 06’, ¿cree que se impone la sonoridad sinfónica a la electrónica?

Puede, pero en las piezas sinfónicas también mantengo pasajes de diseño sonoro o pulsos electrónicos que acompañan a las secuencias más thriller. Hay piezas limpias, de orquesta pura, otras de orquesta y coro, y otras con tratamiento digital. Me gusta tener todo tipo de herramientas.

A veces parece subirnos en un tiovivo, con piezas líricas como ‘For piano and Harmonics’ antes de que suene ‘Alterar o perturbar’.

(Risas). Es verdad. Al final son ocho horas de metraje y un carrusel de sensaciones. Creo que Alterar o Perturbar aparece 30 segundos, pero le tengo cariño. Es agresiva e inquietante.

También juega con los silencios, ideales para secuencias de intriga.

Sí, ofrecen tiempo para que el espectador piense libre. Esos segundos de inquietud me gustan mucho.

¿Qué puede avanzar de la banda sonora de ‘Mentiras pasajeras’?

Te puedo adelantar que ha sido un sueño trabajar con El Deseo. Es la primera serie producida por Pedro Almodóvar y su equipo. Tiene ese universo tan marcado y una dirección a cargo de Felix Sabroso y Marta Font, que es una gozada. Y el elenco es una locura: Elena Anaya, Pilar Castro, Maria León, Quim Gutiérrez, Hugo Silva…. He tenido libertad absoluta y grabado cosas muy interesantes como arpas, congas, baterías jazz excéntricas, coros mentales... Una gozada.

Es una comedia. ¿Qué tienen en común y en qué se diferencian ambas bandas sonoras?

Que las afronto con todo el respeto hacia el trabajo que llevan haciendo los equipos antes de entrar yo en escena. Pero luego, por ejemplo, la banda sonora de El cuerpo… está mucho más llena armónica e instrumentalmente. La de Mentiras pasajeras es un ejercicio de vacío, hay como una orquesta desestructurada y frágil. Ha sido difícil, pero tiene personalidad.

Netflix, Almodóvar… Está siendo ya requerido por plataformas y autores de peso internacional.

Me lo tomo con naturalidad y disfrutando del día a día. Quiero seguir aprendiendo y, sobre todo, trabajar.

¿Y su faceta de DJ como El_Txef_A?

Estuve en New York y México en verano. Lo echo de menos (risas).