Javier Gurruchaga (Donostia, 1958) está a punto de cumplir medio siglo al frente de Orquesta Mondragón, proyecto con el que el también actor y doblador sigue abarrotando escenarios como el del Arriaga, donde ya no quedan entradas para el concierto que ofrecerá este domingo, con la colaboración de DEIA. Presentará su último espectáculo, Historias extraordinarias, en el que junta su pasión por los Stones, Beatles, Lou Reed y Fellini con el cine mudo y la obra fantástica de Edgar Allan Poe. “Me gustaría volver a ser joven, pero con la cabeza y ganas de lucha de mis 65 años”, explica en esta entrevista Gurruchaga, que prepara un documental sobre su grupo y protagonizará en teatro una obra inacabada de Lorca. 

Va camino de los 50 años subido a un escenario.

Y en el Arriaga hemos agotado las entradas, lo que hace ilusión. A ver si pronto puedo tocar en Donostia para homenajear a Popotxo... El último recital allí fue en la Plaza de la Constitución, en 2016, y estuvo él. La primera vez que subí a un escenario tenía 12 años, en un concurso de cuentos en la Biblioteca Municipal de Donostia. Luego empecé a hacer el tonto, el entertainment, con las caricaturas y parodias a Elvis Presley y Alfonso Sastre. 

Tenía claro que su vida era el escenario, vaya.

Siempre, desde chaval. No tenía ganas de fútbol, sí de música, y la madre me empujó al solfeo. Mis primeros grupos, Romeo y Calígula, llegaron a los 16 años, y luego la Orquesta Mondragón, a los 18. Escapábamos de la realidad de la calle con la música y jugando con la fantasía, el teatro y el cabaré, soñando que éramos los Rolling Stones. Eran tiempos de cambio y de gran conflictividad social en la calle. Recuerdo un concierto en Pamplona con los grises repartiendo leches antes del inicio. Era el pan de cada día. Al principio, trabajaba en un banco, luego lo dejé.

En Francia están a hostias por las jubilaciones… ¿En su caso?

Tenemos la enorme suerte de trabajar con las ideas y el arte, algo distinto del resto, ni mejor ni peor. Todo depende de tu salud mental y ganas, pero el artista no tiene edad, no es como trabajar en un banco o una oficina. Es un oficio más arriesgado, eres autónomo, nadie te echa una mano y subes de popularidad y bajas, pero no tengo ganas de jubilarme. Quiero estar con las botas puestas hasta el final, hasta que el cuerpo aguante. En el arte haces lo que te da la gana, lo que te gusta, al contrario que la mayoría de la gente. 

Viene con ‘Historias extraordinarias’. ¿Qué papel juega la obra de Poe en él?

Se me ocurrió en pandemia, leyendo a Poe, del que soy muy fan. Él tuvo muy presente siempre la muerte, la vida y la lírica en sus cuentos. Es un grande y nos sentimos muy cercanos a él en 2023. Peter Lorre y Vincent Price le han hecho homenajes, y Lou Reed le dedicó el disco The Raven, que era difícil, como los textos de Poe, que tienen un gran sentido musical también aunque arrítmico y fuera de lo previsible. 

¿Advierte ecos de Poe en las canciones de Orquesta Mondragón?

Muchos, a veces de forma inconsciente. Esa deuda nos animó a buscar puntos de encuentro en nuestras canciones ligadas al terror y lo fantástico como Garras humanas, Caperucita feroz, Corazón de león o La bella y la bestia. Y ahí surgió el matrimonio. 

¿Cómo se traduce esa intención en el escenario?

Cantando, contando y leyendo un trozo de El cuervo, por ejemplo, que engarza con canciones que interpretaba muy bien Popotxo con esos animales que representaban al Diablo de manera lúdica. Poe tiene también obra cómica. Recuperamos Anda suelto Satanás, de Aute, El diablo dijo no y temas basados en poemas de Eduardo Haro Ibars, Moncho Alpuente, Luis Alberto de Cuenca, Sabina… Y aprovecho mi faceta de actor de teatro, de doblador y de contador de cuentos. Muchos de esos papeles son alter egos fantásticos, como los malos de la película. 

De todas formas, están asegurados todos los éxitos del grupo ¿no?

Sí, hacemos una veintena de canciones con algunas proyecciones, como la de Garras humanas, la película de Lon Chaney. También hay animación, algunos videos firmados por Juan Carlos Eguillor de estética pop y divertida. El hilo conductor es un cantamañanas que soy yo.

¿Dónde acaba Gurruchaga y empieza Orquesta Mondragón?

La Orquesta siempre ha sido mi historia, mi invento, no nos llevemos a engaño. Es cierto que sí he tenido grandes colaboradores. 

Ya no le acompaña Tony Carmona a la guitarra y dirección musical.

Sigo componiendo y haciendo cosas con él, pero acompaña últimamente a Serrat tras estar con Sabina o Ara Malikian. Tengo alguna canción nueva con él, pero veremos si van en un disco porque cuesta mucho hoy, no se venden y hay otro lenguaje y manera de comunicarse. Hoy, vivimos de los conciertos. En Bilbao le haremos un homenaje al guitarrista Juan Calleja, que me ha acompañado 20 años y falleció hace menos de un mes. 

¿Qué queda hoy de aquel joven heterodoxo que se salía del redil al cantar ‘Ellos las prefieren gordas’ o simulaba sodomizar a Popotxo?

Eso era jugar, de manera ingenua y sin maldad, a hacer cosas que estaban prohibidas, y casi siempre con referencias al cine mudo. Le dábamos la vuelta a todo y recuerdo aquel traje de novia, que estaba encogidísimo de tantos lavados (risas). Llevábamos unos pollitos verdes también. Era todo muy surrealista, rozando lo políticamente incorrecto. Ahora hemos cambiado, somos más mayores y me divierte más meterme en los temas de forma más lírica, no tan explicativa. 

Hay mucha controversia sobre el grado de censura y libertad actual. 

Aunque no comparto algunas cosas de Albert Boadella, él habla de que hoy en día todo el mundo se siente aludido, herido y perjudicado por cada parodia que se hace. Es otro tipo de censura, no hay libertad de expresión total; no la tuvimos con la dictadura, pareció que sí en los 80 y ahora nos hemos debido de pasar. Son tiempos difíciles para la lírica.

Bosé defiende la libertad de los 70 y 80, pero se le ‘olvidó’ citar el matrimonio homosexual, el aborto, los avances en el feminismo… Peor que antes no estamos.

Bosé lleva tiempo desbarrando, sobre todo con la pandemia. Él viviría muy bien en los 70 con su familia; nosotros no, con mi familia nacionalista y republicana represaliada. Pero no echaría la culpa a nadie, es algo general que sucede aquí, en Francia, Inglaterra y no digamos Estados Unidos con Trump. Funciona lo políticamente correcto, no sé si por las religiones o las crisis de ideas, pero esa es la realidad. Y la culpa es un poco de todos. ¿Quién elige a quienes mandan? Y está claro que ha habido grandes progresos en torno a la libertad, como los que has citado. 

‘No dispares más’ es su última canción. ¿Fue una reacción a la invasión rusa de Ucrania?

Así fue, pero hay que diferenciar las armas para defenderse de aquellas que se usan para atacar. Hice la mili voluntario tocando el saxofón para disfrutar de las ventajas de estar en Donostia, pero soy antimilitarista. Canto inspirado en Senderos de Gloria, de Kubrick, pero tampoco se trata de que te peguen por todos lados. Lo de Rusia en Ucrania es volver a los tiempos de Hitler y a Kafka, que parece haber escrito sus obras anteayer. Esto es un espanto.

¿Sigue siendo un soñador y cantando ‘Imagine’?

Me queda eso, al menos, cantarla. Antes lo hacía con ayuda de velas y cerillas, ahora con móviles encendidos. Me hace sentir muy reconfortado tras tantas desgracias seguidas esas dos horas que comparto y sueño con el público. 

¿Son The Beatles su madre y Lou Reed su padre?

Y los Rolling Stones, Bowie, Elton John, Fellini, el cabaré de Liza Minelli, Elvis, Sinatra, la música clásica, los txistularis de la familia de mi madre… De todos soy deudor y me siento hijo y primo de todos ellos. Somos sumas de cosas que nos enriquecen.

¿Se quedó en los clásicos o disfruta también con Rosalía y C. Tangana?

El otro día vi una ópera de Dmitri Shostakóvich, la prefiero a estos cantantes de los que me hablas. No sé nada de ellos, el día solo tiene 24 horas. Además, no puedo estar de acuerdo con una artista orgullosa de no llevar músicos en sus directos y usar play-back. Es algo terrible, pero prefiero no señalar a nadie.

¿Cuál es hoy esa noticia bomba que espera al levantarse? Pero real, no como las que contaban en el libro de Evelyn Waugh.

Me gustaría que dijeran que soy un hombre rico, guapo y con 25 años. Eso sí, con la cabeza, la mala leche y las ganas de luchar de los 65 que tengo. Rejuvenecer, sí, pero con la cabeza actual; de joven estás agilipollado.

Tenemos unas elecciones en apenas semanas. Llega casi todo el mundo con la bayoneta fuera. 

—No sé lo que va a pasar ante encuestas tan dispares. Está todo tan manipulado que prefiero refugiarme en Poe y Shostakóvich.