En estos cien últimos años, que han conocido dictaduras, una guerra civil, exilio, represión, etc. todas las personas que conforman la Bilbao Orkestra Sinfonikoa (BOS) no han dejado de hacer y difundir la cultura musical allí donde han actuado. Por ello y porque “se ha convertido en motor e instrumento de política cultural de Bilbao y de Euskadi en todo el mundo”, el próximo domingo, día 29, en el Teatro Arriaga de Bilbao a las doce del mediodía, la orquesta bilbaina recibirá el Premio Sabino Arana 2022. Lo recogerá su director general, Ibon Aranbarri.

Este premio es el colofón perfecto para culminar la celebración de los 100 años de la orquesta.

—Así es, ha sido una sorpresa muy grata. Estamos agradecidos, encantados, no podíamos ni soñar finalizar este centenario con este reconocimiento a nuestra labor.

Motivos no han faltado para celebrar los primeros cien años de música de la orquesta en Bizkaia.

—Hemos hecho muchas cosas, cien años dan para mucho. Si me preguntaran que destacaría, podría decir que la orquesta surgió en un momento de gran auge, de gran efervescencia económica y también cultural en Bilbao y en Bizkaia. El hecho de haber estrenado muchas obras que hoy en día son muy importantes en el repertorio, la lista interminable de artistas y directores que han pasado, que nos dirigiera Maurice Ravel... Pero lo más importante que destacaría es haber llegado hasta aquí, el haber cumplido cien años con todas las vicisitudes que ha pasado la orquesta y con este resultado. De alguna manera, nuestra historia es la historia de nuestro país.

¿Cuál ha sido el momento más complicado para la orquesta?

—Ha habido momentos difíciles, ¿qué organización no los ha tenido? Y luego la falta de una sede estable, que finalmente con la construcción del Palacio Euskalduna se solucionó. Hay un antes y un después de esa fecha. Pero realmente, el momento más complicado fue en los años ochenta, cuando estuvo a punto de desaparecer, en parte por problemas económicos y también por la falta de relevo generacional. Los padres no querían que sus hijos se dedicaran a la música porque no estaba bien pagada. Los responsables de la BOS tuvieron que audicionar por toda Europa para contratar a músicos de Rumanía, Polonia, Gran Bretaña... Tengo que agradecer a todos aquellos músicas y músicos que decidieron dejar a toda su familia, su patria, y se sumaron a la orquesta bilbaina. En la actualidad, buena parte de esas personas se están jubilando y estamos asistiendo a un relevo generacional, con más músicos vascos. La plantilla de músicos es de 86 personas, de las que un 36% son mujeres.

No hay muchas orquestas que cumplan 100 años...

—Hay muy pocas sinfónicas centenarias. El hecho de que tengamos una orquesta centenaria es algo como asumido, pero no es algo habitual que una ciudad del tamaño de Bilbao tenga una orquesta como esta. En 2022 han cumplido su centenario la Filarmónica de la BBC, en Manchester, la Sinfónica de New Jersey o la de Toronto. Esto da idea del esfuerzo que ha hecho Bilbao y Bizkaia por dotarse de una entidad cultural tan importante como esta, que exige un esfuerzo en todos los sentidos, económico y de gestión. Es algo para estar orgullosos.

La BOS se ha convertido en motor e instrumento de política cultural de Bilbao y de Euskadi en todo el mundo.

—En los tiempos actuales, la orquesta ha girado, por ejemplo, a San Petersburgo, ha estado en festivales franceses, dos veces en Japón, en Omán... y confiamos en poder seguir haciéndolo. Somos un factor importante en el desarrollo cultural de Bizkaia porque la sinfónica le dota de músculo para muchas cosas, nuestra labor trasciende la música clásica, no solo ofrecemos conciertos de temporada, sino también estamos en el Arriaga, en diferentes localidades... Nos vamos adaptando también a los nuevos tiempos, hacemos además de música clásica, cine, ballet... Tiene que ser cercana y abierta y colaborar con los diferentes actores de nuestro territorio.

¿Cómo definiría el momento actual de la BOS?

—Está en un gran momento de crecimiento, renovando su plantilla, tiene una temporada muy importante, sus colaboraciones van a más... Contemplamos el futuro con optimismo. Es verdad que como a todas las instituciones culturales, la pandemia nos ha golpeado, pero nos estamos recuperando. Por ejemplo, en esta temporada el número de abonados ha crecido un 8%. Por primera vez, tenemos más personas abonadas que cogen un paquete de cuatro, de seis o de ocho conciertos y no un abono completo. Es algo que está pasando en diferentes campos de la cultura.

¿A qué retos de futuro se enfrenta la orquesta?

—Aspiramos a que Bilbao y Bizkaia se sientan orgullosos de su orquesta en una doble vertiente: en la artística, pero también en la organizativa. Que el dinero que destinan las instituciones se gaste de una manera eficiente y responsable, que sea percibido como algo serio y responsable, que la gente sienta a la BOS como algo propio, que se sientan representados por ella. En 2023 vamos a acometer un nuevo proceso de reflexión, un nuevo plan estratégico con una mirada más interna para afrontar los próximos años. Vamos a por el segundo centenario.