El proyecto Korrontzi Benefic, en el que el grupo vasco ofrece conciertos para ONGs, llega este domingo al Arriaga con una cita cuya recaudación, al igual que la venta del disco–libro editado el año pasado, irá a las arcas Aita Mari SMH, para que la organización siga trabajando en el rescate de personas en el Mediterráneo. La formación folk vizcaina, que ya está reflexionando sobre cómo celebrar su vigésimo aniversario en 2023, tiene previsto agrupar a 250 músicos, cantantes y dantzaris sobre el escenario del teatro bilbaino en este recital especial, que incluirá algunas sorpresas. “Queremos que el Arriaga se convierta en una gran romería, que la gente baile”, asegura el líder de Korrontzi, el compositor, trikitilari y cantante Agus Barandiaran.

 No paran en este final de 2022.

Sí, la verdad, entre conciertos y los días de la Azoka. Este año no presentamos disco nuevo, pero estamos vendiendo mucho de todo nuestro catálogo; no en vano, vamos a cumplir 20 años. Y tenemos colas para firmar nuestro último disco–libro, Korrontzi Benefic, que tiene un año ya pero se sigue vendiendo. Es una pasada (risas). 

Antes de centrarnos en el concierto del Arriaga, recuérdeme cómo surgió este proyecto benéfico, que se ha convertido ya en una tradición.

Korrontzi Benefic empezó en 2016 al ser invitados a un concierto por una ONG, TDH–Gizakien Lurra, que creo que ya no existe aquí, sí en el Estado bajo el nombre de Tierra de Hombres. Hicimos tres conciertos benéficos para ellos y luego han entrado en contacto con nosotras otras organizaciones, así que hemos seguido haciéndolos.

Aquellas recaudaciones se destinaron a niños enfermos, si no me falla la memoria.

Eso es, pusimos el foco en 10 niños concretos, elegidos por la ONG y publicamos una canción, titulada Emaiogu bostekoa, con su vídeo correspondiente y la ayuda de Pirritx eta Porrotx. Esa fue la primera edición, repetimos en 2017 y se ha convertido en una tradición, solo parada por la pandemia. El año pasado teníamos previsto hacerlo en favor del Aita Maria, coincidiendo con nuestro disco–libro homónimo, pero no se llevó a cabo por tema de aforos. La situación era todavía rara y lo pospusimos un año, hasta ahora, porque a la ONG Aita Mari SMH le convenía llenar el Arriaga. Sin hacerlo, no tendría sentido.

Y llega el domingo la 5ª edición.

Exacto, que no el número de conciertos, que son más. Estamos muy contentos porque la venta de entradas va muy bien, con el patio del teatro, alguna grada y platea llenas. Está a falta de las últimas entradas. Es como dices, llega Navidad y con ella nuestro concierto solidario.

Ayudar a quien menos tiene nunca está de más. ¿Qué papel puede jugar la música es ese acto, más de justicia que de solidaridad?

Si algo hemos aprendido como grupo en estos años es a compartir. Tocamos en todo el mundo, incluidas para asociaciones de otros países, como en Brasil. Lo hicimos para Tapera das Artes, que recogía niños de la calle y les enseñaba música y les daba un futuro mejor incluyéndolos en orquestas. Si lo hacíamos fuera, ¿por qué no ayudar a la gente de aquí por medio de la música? Así que aprovechamos la repercusión que logramos con nuestra música para echar una mano y, a fin de cuentas, nosotros no somos los protagonistas de estas acciones, sino la gente que compra las entradas. Es algo que nos llena como músicos. No solo llegan nuestras canciones, sino que sirven para ayudar; y me siento muy satisfecho por ello.

¿Qué es lo que más le emocionó del proyecto Aita Mari?

Es muy emocionante que un barco del pueblo y con ayuda de la gente de Euskal Herria se convierta en un barco de rescate en el Mediterráneo y haya hecho ya unas 10 expediciones. Es de chapeau. Y qué decir cuando fui a Burriana (Castellón) y estuve con la tripulación y ves el barco allí… Pensé que cómo podían entrar en él casi 200 personas. Y luego está la emoción es total cuando el capitán te cuenta lo que ha vivido la tripulación. Nos acogieron y nos dijeron que todas las ayudas son buenas. Y si el Arriaga se llena será maravilloso porque yo podré devolver esa ayuda a la ONG.

Que lo está pasando mal en estos momentos.

Tienes razón. La expedición prevista para otoño no ha podido salir tras el cambio de gobierno en Italia. Si hace un año tenía sentido esta ayuda, ahora todavía más. Ellos mismos dicen que el Aita Mari no tendría que existir, que son los gobiernos los que deberían llevar barcos de rescate al Mediterráneo y coordinarse entre ellos de alguna manera. Tristemente, no es así, así que hacen falta esos barcos de ONGs. Tenemos el nuestro, un barco vasco de gente que pensó en esa locura, en convertir un atunero en barco de rescate, y que ha salvado a muchas personas sin tener apenas recursos. Su labor es muy necesaria.

Hablemos del concierto del Arriaga. Será muy especial ¿verdad?

Vamos a juntar a 250 personas en el escenario entre músicos y dantzaris. Será una macrofiesta… mejor una macro erromeria, una romería de antaño con la música de Korrontzi, por supuesto, pero con muchos dantzaris, los Gigantes de Arratia, Maurizia, León, Fasio y su triki, muchos músicos… Será un chute de energía para todos y todas. Hay muchas maneras de enfocar la labor del Aita Mari, pero nosotros lo hacemos a través de la sonrisa y la energía. Como bien sabes, mi primer maestro, Rufino Arrola, decía: “si estás tocando la triki y la gente no baila, es que estás tocando mal” (risas).

En el Arriaga hay butacas, Agus.

Vamos a seguir esa lección, y aunque el Arriaga es un espacio solemne y en el que la gente está sentada, quiero poner al Arriaga a bailar como si fuera una romería de antaño (risas).

¿Contará con algunos de los invitados del disco ‘Korrontzi. Aita Mari’?

Alguno habrá, pero será una sorpresa. No es fácil, ya que es un concierto benéfico y traer gente de Portugal, Galicia o Las Canarias implica algunos gastos. Quiero resaltar que su participación en el disco fue altruista, que no cobraron nada. Bastó con llamar a estos amigos y amigas, e implicarse al conocer al Aita Mari.

Su gira de este año está resultando muy exitosa. No es normal hacer seis conciertos al mes en octubre o noviembre.

Sí, pero no buscamos hacer tantos conciertos per se, sino que nos llaman y se interesan. Este último año he dejado de hacer cuentas de los conciertos que hacemos, al contrario que al principio. Hacíamos unos 25 al año, buscando hacer viable el trabajo, ya que no es fácil lograr unos ingresos que mantengan una formación con músicos profesionales. Siempre hemos tratado de dignificar la labor de la música, estar bien en lo laboral. Por eso, contaba los conciertos al principio (risas). Para nosotros es una gozada poder abrir el fuelle de la cultura vasca y tocar por ahí.

Y en muchos países y continentes diferentes.

Pues sí, no solo tocamos en Euskal Herria o el Estado, acabamos de hacerlo en Portugal y en 2022 hemos pasado por Estados Unidos, República Checa, Normandía, Italia… La suerte que tenemos es que nuestro mercado no se ciñe a Euskadi, es mundial. Y es bueno para Korrontzi y para la cultura vasca. Que un trikitilari o un grupo que basa su música en la cultura euskaldun pueda abrir su fuelle en cualquier lugar del mundo es un camino de oportunidades que ya abrió Kepa Junkera antes, tal y como nos dicen en muchas plazas y festivales cuando llegamos allí. Él abrió ese camino y lo seguirán otros músicos de tradición vasca después de Korrontzi. Es bueno para nuestro pueblo e identidad, para esta pequeña cultura que es muy grande.

¿Qué le depara 2023 a Korrontzi, cuando cumple 20 años?

Estamos ya hablando en la Azoka con gente de Elkar sobre qué hacer el año próximo. Tenemos un bacalao (risas). Queremos hacer algo muy especial para ese aniversario porque es algo importante. Son 20 años de conciertos por todo el mundo y se nos conoce más últimamente debido a las redes sociales, pero al principio no tanto. Tocamos mucho en aquellos tres primeros años y ya logramos el premio a mejor grupo europeo en Eurofolk, en 2009.

Y con el debe de que tuvieron que emigrar a Madrid para editar su debut.

Es que nadie nos quiso editar en Euskal Herria, así que lo hicimos con Nube Negra, un sello folk de Madrid que editaba a El Septeto Santiaguero y Las Hijas del Sol. Fue una sorpresa lograr tal oportunidad. Lo curioso de todo es que lo negativo de que aquí no se nos hiciera caso, luego resultó provechoso porque publicar en Madrid nos abrió otras puertas y mercados. Y ahí seguimos.