La exposición monográfica de Anish Kapoor abarcó por medio de 20 obras la trayectoria artística de uno de los escultores más influyentes del panorama internacional actual. Jugando con el contraste entre la forma y el vacío, la luz y la oscuridad, y sirviéndose de colores intensos y superficies pulidas, el artista de origen indio se eleva a lo espiritual y místico a través de una suerte de efectos ópticos que cuestionan la percepción del espectador.

La muestra, organizada junto con el propio escultor, obtuvo una extraordinaria acogida en la Royal Academy of Arts de Londres. En Bilbao cumplió las previsiones y sorprendió con su particular visión del arte. Fue la primera monográfica a gran escala dedicada en todo el Estado a la obra de Kapoor.

El escultor nacido en Bombay se ha ido labrando un prestigio internacional en los últimos 30 años hasta convertirse en uno de los artistas más influyentes de su generación.

Espectacularidad

La relevancia de Kapoor se extendió más allá de las paredes del museo. Así, desde antes de entrar en el edificio, en concreto desde el estanque contiguo a la ría, invitaba ya al visitante a interactuar con su obra por medio de la creación El gran árbol y el ojo, compuesta por 80 esferas de acero inoxidable que reflejaban simultáneamente la silueta del museo, la arquitectura del entorno y a los propios visitantes.

Tales esferas de acero inoxidable reflectante, colocadas de forma casi aleatoria, en un equilibrio sorprendente, e instaladas sobre tres ejes, generaban un juego de reflejos que trasladan el pensamiento de quien las contempla hacia la inestabilidad del mundo visible mediante la compleja utilización de la luz y las sombras, del volumen y del espacio; en un sabio y comedido juego con las dimensiones, el tiempo y el espacio se suspenden y alteran. Pese a ser una escultura de gran tamaño y estructura matemáticamente compleja, se presentaba como algo ingrávido y efímero.

Observando con detalle se apreciaba cómo el reflejo del edificio y el tránsito de la gente provocaban imágenes que se deslizaban por las redondeadas superficies pulidas que, a su vez, inducían a expresar la naturaleza fugaz de la apariencia de las cosas.

Otra de las obras espectaculares de la muestra fue Disparos en el rincón, en la que un cañón disparaba proyectiles, a intervalos de 20 minutos, contra una de las paredes del museo. Como curiosidad añadida, los restos de cera se fueron acumulando en el suelo de la sala durante el periodo de exposición, llegando a alcanzar unas treinta toneladas en un simbólico acto de violencia.

Esculturas abstractas:

Anish Kapoor es mundialmente conocido por sus esculturas abstractas públicas de gran escala que manipulan la forma y la percepción del espacio al contemplarlas.

Sus piezas realizadas con pigmento en polvo; sus esculturas en acero inoxidable pulido, que cobraban vida cuando la imagen activa del visitante se reflejaba en su superficie; y otras creaciones como Mi patria roja, formada por un gran aspa de metal que removía, de forma casi imperceptible, un contenedor circular con más de 25 toneladas de cera de color rojo sangre, completaron la muestra en el Museo Guggenheim Bilbao.

Lenguaje propio

El lenguaje escultórico de Anish Kapoor está plagado de experiencias visuales y psicológicas ideadas para atraer al visitante. De hecho, es el reflejo de quien contempla sus obras sobre las superficies de acero pulido de las piezas lo que parece infundir vida a las creaciones.

Con todo, la exposición recogió a través de varias series la producción del artista indio desde los años setenta hasta el final de la primera década del siglo XXI.

Nacido en 1954, Kapoor saltó a la fama a comienzos de la década de 1980 gracias a sus exploraciones de la forma escultórica abstracta, sus instalaciones monumentales y sus proyectos artísticos públicos al aire libre.

Varias de sus series más espectaculares, realizadas utilizando materiales táctiles o altamente reflectantes: pigmentos puros y brillantes, cera roja, fibra de vidrio pintada, piedra, acero inoxidable pulido y cemento viajaron hasta Bilbao dejando traslucir su interés por la conexión entre el espectador y los objetos que este percibe.

Rousseau, precursor de la modernidad

Diversidad temática. El Museo Guggenheim Bilbao presentó a Henri Rousseau del 25 de mayo al 12 de septiembre del año 2000, cien años después de su muerte. Así, en colaboración con la Fondation Beyeler de Basilea llegó la primera muestra monográfica en profundidad que se ha dedicado a este singular artista, precursor de la Modernidad. La exposición, compuesta por 30 obras maestras, proporcionó a quien la contempló una concisa visión de la evolución y la diversidad temática a lo largo de la trayectoria de este extraordinario pintor francés: desde sus conocidas pinturas de selva hasta las vistas de París y sus alrededores, figuras, retratos, alegorías y bellas escenas costumbristas.