HAY ciertos paralelismos entre el Cuenta conmigo de Rob Reiner y el segundo largometraje de Laura Mora, Los reyes del mundo. Sin embargo, no es lo mismo nacer en el Oregón estadounidense de los 50 que en el Medellín de los 2000, por lo que la violencia que se veía casi como un juego de niños en el primer filme, aquí forma parte de forma intrínseca en el relato. “Los que hemos nacido allí estamos afectados por la ciudad. Hay demasiadas grietas de las que no podemos escapar. La violencia es inevitable porque no hay una generación que haya nacido sin ella”, explicó la cineasta ayer miércoles durante la presentación del trabajo.

Cinco años después de mostrar su ópera prima, Matar a Jesús, en el apartado New Directors del festival donostiarra y conquistar la Mención Especial del jurado y el Premio de la Juventud, Mora da el salto a la Sección Oficial con la historia de cinco chicos de la calle de Medellín que viajan por el país en busca de una tierra prometida que nunca llegará. “Escribí la historia después de un viaje hacia la costa, el mismo que hacen los chavales en la película. Fue una necesidad personal al tener muchas preguntas sobre la propiedad de las tierras”, indicó la creadora.

La supuesta herencia de un terreno que recibe el protagonista, unas propiedades que le fueron expropiadas a su abuela y que la Ley de Tierras trata de reparar tras la firma del Acuerdo de Paz, es el motor por el que el grupo de amigos, más hermanos, como ellos mismos se denominan, deciden atravesar el país sudamericano, adentrándose en lugares todavía muy peligrosos para los foráneos. La directora lo narra con mucho lirismo, como si de una fábula se tratase, con un espíritu cercano a Benh Zeitlin y su Bestias del sur salvaje.

“Creo que el cine es de los fantasmas. De los de cada uno, pero también de los del país de uno. Si la película sirve para homenajear a los que ya no están, es buenísimo, pero lo que realmente me interesaba era el retorno a casa, a la tierra prometida”, apuntó la autora, que contó que la produccion de la película estuvo llena de inconvenientes, desde la renuncia del que iba a ser el actor protagonista a falta de 20 días de empezar el rodaje hasta el estallido de la pandemia, que paralizó el proyecto durante un año y posteriormente hizo que todo el equipo enfermara.

No obstante, de todos estos problemas salieron airosos “cuando estaban a punto de cerrarse las puertas” y, además, siendo “más poderosos”. El año de parón, por ejemplo, les permitió hacer la película “el doble de grande” al pasar de ser una coproducción de dos países a serlo de cinco.

Cinco chicos reales

La película, además de un intento de lamerse las heridas de un país, es una reflexión sobre la masculinidad entre cinco jóvenes que están dispuestos a todo para cambiar sus vidas. Este grupo lo forman cinco chicos reales de las calles de Medellín que nunca antes habían actuado: Carlos Andrés Castañeda, Davison Flores, Brahian Acevedo, Cristian Campaña y Cristian David Duque.

“A mí no me gustaba ni que me sacaran fotos, huía de ellas, así que fíjate”, comentó entre risas Castañeda, quien da vida al chico que recibe la herencia y que llegó a la producción “en un momento en el que no lo estaba pasándolo nada bien”. Tampoco Flores, que había sufrido un accidente cuyas secuelas le seguirán todo la vida, y Campaña, que se encontraba en un internado y no se creyó que le quisieran ver para aparecer en una película.

También es real el paisaje en el que está ambientada la historia, un territorio “virgen cinematográficamente” a causa del conflicto. “Su riqueza ha sido su condena. Todos me decían que no se podía rodar ahí, pero para mí había mucho de verdad en poder hacerlo”, explicó la directora, que calificó como “muy duro” y “un milagro” poder llevarlo a cabo. “Los artistas nos protegemos en la cultura para que haya una reflexión. En mi caso, lo hago sin poder desprenderme de la violencia, porque es algo arraigado en mí”, concluyó la cineasta, que aseguró tener un vínculo especial con Euskadi: “Presenté mi segundo cortometraje en Bilbao, mi primera película aquí y ahora estoy en la Sección Oficial. Además, en los 90, tenía un grupo de punk y mi influencia eran Kortatu y Negu gorriak, por lo que parece que estaba destinada a venir. Compartimos un mismo espíritu”.

Pases

Hoy jueves. Príncipe 9 (19.30 horas).

Mañana viernes. Antiguo Berri 2 (19.00 horas).