El rockero vizcaino se enfrenta el sábado en el bolo de San Mamés a uno de los conciertos más emblemáticos y emocionantes de su carrera, ante unas 46.000 personas, con colaboradores como Gatibu, Carlos Tarque, Dani Martín, Leiva e Iñaki 'Uoho' Antón, y con su retransmisión, "en riguroso directo" y gratis, por ETB, TVE y YouTube, a través de su canal propio. "La respuesta del público en esta gira es una gran muestra de cariño", asegura Fito en esta entrevista.

El gran día se acerca. ¿Qué sensaciones tiene?

—Es una mezcla de cosas. En primer lugar, alegría. Estoy de gira y tengo muchas ganas de hacer el concierto de mi gira en mi ciudad. No vamos a pensar que es un concierto más. Hablamos de San Mamés y son un montón de emociones. De hecho, en la rueda de prensa casi me pongo a llorar, en serio. Y si se lo hubieras preguntado a cualquier otro del equipo, también se habría emocionado.

Si el concierto hubiera sido en Valladolid, por ejemplo...

—Nada que ver. Aquí se juntan demasiadas cosas. Es que es en San Mamés y las entradas se agotaron en tres días, lo que no es normal ni para Springsteen.

Él, AC/DC, los Stones y pocos más han tocado en este estadio.

—Claro, claro. La respuesta del público es una muestra de cariño. Mañana estarán algunos de mis amigos músicos, además de todo el equipo de la gira, mi madre, mis hijos, mi profesora de canto...

Y se incrementa la responsabilidad de hacerlo bien, imagino.

—Hombre, en ese sentido y como soy un irresponsable (risas)... No, es cierto que cada vez que te subes a un escenario tienes una responsabilidad. La putada es que quieres ser maravilloso esas dos horas que estás arriba y no es fácil hacerlo coincidir. Es que es todo emoción estar con el grupo Morgan, que son un encanto, o con Gatibu, amigos y cuyo bajista es hijo del saxofonista de Fitipaldis. Pocas cosas más pueden confluir.

Claro, y eso reincide en los nervios de una persona que, como usted, es como una largartija. No para quieto.

—Sí, la verdad que es así. Eso sí, tras estos encuentros con la prensa ya no volveré a casa y me quedaré en el hotel con los músicos. Esa concentración y burbuja con mi gente me hará bajar (silba).

Ha tocado en lugares muy emblemáticos de Bilbao, pero en San Mamés ¿era un sueño?

—No, nunca soñé con hacerlo, pero se me dio la oportunidad. Ya no sé dónde puedo tocar más. Puedo repetir en Euskalduna o en el Arriaga, teatro donde di uno de los conciertos más chulos de mi vida, pero he tocado en Aste Nagusia, el Casco Viejo, los gaztetxes, Bilborock, el Antzokia, la antigua plaza del Gas o el Bizkaia Arena del BEC.

Le preguntaba por la especidad de San Mamés no solo por su tremendo aforo, sino porque usted es del Athletic.

—Pues sí, soy del Athletic, pero no futbolero. Del fútbol me interesa la pelota, poco más. No lo sigo, no sé quién ha quedado tercero en la Liga ni la alineación del propio Athletic. Pero el equipo representa tan bien a la ciudad que todos somos de él. ¿Alguien conoce a algún bilbaino que no lo sea? Y, por eso, San Mamés es parte del paisaje de nuestra vida, seas futbolero o no. Cada vez que pase por la ría y lo vea, me voy a acordar de este concierto porque al Royal Albert Hall no he vuelto tras tocar allí (risas).

Le imagino tocando y sintiéndose como Aduriz marcando aquel último gol de chilena al Barcelona.

—Joder, madre mía. Es que el fútbol rompe todas las barreras. Ese gol... (suspira). Pero al salir al escenario no eres tan consciente de dónde estás.

¿Será capaz de abstraerse?

—Bueno, yo lo intento porque lo importante es estar en la cancion. Yo no recito sin más, necesito sentir lo que canto. Al tocar, tu horizonte debe ser la canción y que te emocione a ti. Si no, cómo vas a emocionar a la gente. Eso sí, en San Mamés, será dífícil mirar al frente y no decir: ¡mamma mía!

La gira actual, 'Cada vez cadáver Tour', quizás sea la más especial de su carrera porque es la de la comunión con los seguidores tras dos años muy duros y complejos.

—Sí, tienes razón, está ese extra. Está lo musical, ya que todos teníamos ganas de volver a escuchar música en directo, algo que es fantástico. Es que la vida es mejor con música. Y luego está el extra de lo fácil que es para el ser humano empatizar con la alegría, lo mismo que lo hicimos en pandemia con la desgracia y el miedo. Encerrados era imposible ser feliz aunque no tuvieras ningún mal, la vida no nos lo permitía. Ahora es lo contrario, todos quienes vamos a un concierto estamos felices y hay miles de personas sonriendo y sin mascarillas.

Por eso le agradece al público al comienzo de estos conciertos que le hayan esperado estos años.

—Sí, total. Esas gracias son de corazón.

¿Qué enseñanza ha sacado de estos años, como persona y músico?

—Lo del tema de los valores y un mayor sentimiento hacia la gente es algo que yo he vivido estando una semana enfermo. Pero han sido dos años demasiado largos para lo aprendido, no creo que hayamos cambiado tanto. Con el susto, sí. Luego se nos olvida casi todo y que debemos cambiar para mejorarnos a nosotros mismos.

¿Está viviendo la gira más potente e importante de su carrera?

—En números no lo sé. Le suelo decir a Carlos Raya (productor y guitarrista de Fitipaldis) que nos hemos convertido en una banda gospel (risas). Es que apenas decimos hola, se produce un rugido del público. Y tras el solo de guitarra o saxofón, igual. Es una gira apoteósica, de respuesta inmediata de la gente. Y lo flipante es que las primeras filas están repletas de gente muy joven, lo que es increíble para la supervivencia del rock´n´roll. Siempre ha habido familias viéndonos, pero ahora hay gente de 20 años a la que le vale lo que canto, lo que es de las recompensas más gordas de esta gira. Es algo que me hace muy feliz porque toco rock, con solos en canciones que no duran precisamente tres minutos. Igual deberían estar con C. Tangana (risas).

Los agoreros dicen que el rock se ha quedado 'viejuno'.

—Ya, lo decían en los 60 del siglo pasado. A Miguel Ríos ya le dijo el productor con su segundo disco que el rock había muerto y que el futuro era el twist. El rock no es una moda, no es lambada, es un género. El reggae, por ejemplo, no se oye en la radio. No hasta que vuelva otro Bob Marley. Y hay mucha gente que se apuntó al rock con Nirvana.

Vamos, que hacen falta referentes.

—Eso es, gente cuya música entre aunque no sepas la razón y que deje de ser de género y se convierta en popular y guste a todo el mundo. Pasó con Gary Moore y el blues, y sigue ahora con Joe Bonamassa. Otra cosa es su situación en ventas, reproducciones y números 1. El rock no va a estar siempre arriba.

Me da la impresión de que, como decía Sprinsgteen, la música ha dado sentido a su existencia. De lo bueno y sus buenos valores hasta las meteduras de pata.

—Yo es que no tengo otra educación más que la música, ya que mi vida giró muy pronto a su alrededor. Me cuesta mucho entender cosas si no las expreso a través de la canción. Esa es mi brújula. Mis referentes siempre fueron músicos y siendo chaval imaginaba que Rosendo y Rory Gallagher, como la Virgen de Begoña, eran buenas personas y un modelo a seguir. Ponía aquellos discos clásicos y siempre sucedía algo.

Y ahora llega San Mamés.

—Nunca pensé nada igual, ni hacerlo en el gaztetxe de Bilbao (risas). Y no hace falta ser músico. Pones un disco y te cambia el día.

A veces, hasta la vida.

—Sí, sí, hay canciones que lo hacen. Son nutrientes que otros no absorben. A mí, hay conciertos que me han dado fuerza para un año.

Y en estos días previos al bolo, ¿soñará con la cita de Bilbao?

—No, no. Llevo 20 años tomando orfidal y eso borra todos los sueños. Es como la lija (risas).

¿Y no sufre pesadillas? No sé, como que se queda afónico, por ejemplo.

—Eso me pasa despierto. Estando de gira hay que pensar en cuidarse y en la salud. Hay mucha gente que depende de mí en una gira y, además, mi ilusión es cantar. El último concierto, el de Barcelona, estuvo increíble y nos sirvió para borrar todo. Hizo de orfidal, ya que aquí se estaba empezando a montar todo.

Sí, pero estaba pensando en el de Bilbao. ¿Me equivoco?

—Total, es verdad.

¿Tendremos un CD y DVD del bolo de Bilbao?

—No, no. Habrá casi 50.000 personas aquí, la ETB, otras televisiones, YouTube... ¿Qué más podemos ofrecer? Ya lo doy todo.