Mari Puri Herrero (Bilbao, 1942) tenía ganas de regresar a su ciudad y ha aprovechado para acudir al Itsasmuseum, donde se ha presentado su cuadro El barco azul, s para ser expuesto dentro del programa La obra invitada del centro museístico marítimo. La presentación ha corrido a cargo de la presidenta de Itsasmuseum Bilbao y diputada foral de Euskera, Cultura y Deporte, Lorea Bilbao; el director del Bellas Artes, Miguel Zugaza, y el director de Itsasmuseum, Jon Ruigómez.

"Bilbao está precioso, no me canso de venir, estoy disfrutando mucho", confiesa una de las artistas vivas más renombradas de la escena vasca y creadora de la Marijaia bilbaina, que no ha perdido ni un ápice de pasión tras más de cinco décadas de su exitosa carrera.

A sus 80 años sigue desprendiendo la misma energía y vitalidad que de costumbre, que sigue reflejando en sus obras. "No es una elección, para mí pintar sigue siendo una necesidad. Si es lo que más me gusta, ¿cómo no lo voy a hacer?", dice categórica mientras posa delante del lienzo El barco azul, "En mi sueño no pasaba nada especial, pero me dejó una imagen, un barco que avanzaba hacia mí en un momento del final de la noche, a primera luz del día. Un tema en el que yo estaba trabajando mucho en esa época, en la que sentía que la noche tenía algo de la luz del día y en el día también veía sombras que eran de la noche".

De ahí surgieron las primeras ideas para crear este cuadro que "por supuesto, luego había que pintarlo. Mal que bien, porque hay miles de maneras de llevarlo a cabo y siempre es una decisión muy valiente decidirte por una", asegura.

La infancia de Mari Puri Herrero transcurrió entre La Casa Montero, el número 34 de la alameda de Rekalde y el internado de la Irlandesas en Zalla. Siempre ha reconocido que fue una mala estudiante. Se dedicaba a pintar y a dibujar, le gustaban los colores, los pigmentos, las tierras, la luz, las ilustraciones de los libros... En sus recuerdos, siempre tiene las manos emborronadas de colores.

Aquella pasión precoz por la pintura que sintió ya desde niña, ha hecho que sus cuadros cuelguen de museos como el Reina Sofía, en Artium y por supuesto en el Bellas Artes, museo con el que ha mantenido una estrecha relación desde que en los años 70 entró a formar parte del Patronato como vocal.

Mari Puri Herrero comenzó su trayectoria artística a principios de la década de 1960. Se formó en Madrid y, gracias a una beca de la Diputación de Bizkaia y el gobierno holandés, continuó su formación en Ámsterdam, una etapa decisiva en la que conoció la obra del pintor James Ensor, que tendría gran influencia en su obra. Amplió sus conocimientos de pintura y grabado y viajó por Europa. En 1982 se catalogó su obra gráfica y en 1992 sus dibujos.

Naturaleza y personas

En la actualidad, vive entre su casa en el barrio madrileño de Chamberí y su casa-taller de Menagarai, en el valle de Ayala, donde convive con la naturaleza que lleva a sus últimos lienzos. "Me gusta ir a Menagarai, meto muchas horas trabajando en Madrid y a veces, necesito respirar, dejar un grupo de cuadros e ir a otro. Mi obra siempre ha estado relacionada con la naturaleza y las personas. Igual me ha influido el hecho de ser de Bilbao. Desde pequeña veía las calles que acababan en el monte. En Menagarai, te das cuenta también de la fuerza que tiene la naturaleza. En las ciudades, una nevada es menos nevada, el viento es menos viento... Incluso cuando no pasa nada, las rocas te sugieren a veces movimientos como si hubiera habido un gran desprendimiento. En estos momentos, estoy centrada en estos temas", describe Mari Puri Herrero.

Por su lápiz de dibujante y su sensibilidad de grabadora, siempre ha pasado la realidad. Un día aceptó el encargo de crear la Marijaia festiva, símbolo de la Aste Nagusia de Bilbao y cada mes de agosto la hace renacer de sus cenizas. Pero su labor diaria trata sobre todo de reinventar la vida sobre una realidad que cubre con el velo del simbolismo.

Ha pasado la pandemia "Me gusta mucho el papel, soy muy caprichosa con él, el oriental me encanta, el chino, el japonés... Y tengo cantidad, porque aunque es aparentemente frágil pinto en él. No es dibujar, pinto en papel, es muy resistente, muy bueno. Y como lo enrollas para llevar a un sitio o para otro da menos pereza, por circunstancias tienes que ponerte a hacer el bastidor porque yo también lo preparo. El papel siempre me ha gustado mucho, tengo la sensación de mayor libertad con él porque un lienzo es más complicado para destruir pero un papel si no te gusta lo rompes, lo quemas...".

¿Y Mari Puri Herrero ha quemado muchos de sus cuadros? "Algunos porque cuando hay una distancia de años comprendes que aquello no vale la pena. Ha sido un cuadro fallido, quizás me ha dado una idea para otro, que eso me ha ocurrido muchas veces, un cuadro fallido te sirve para hacer uno bueno".

Confiesa que cuando termina un lienzo le gusta dejar una visión abierta al espectador, que pueda verlo según su propia experiencia y su propia sensibilidad "por eso yo no soy nada partidaria de proclamar qué es lo que tiene que ver el espectador. Creo que puedo ayudarle con datos para tener una clara comprensión de la obra, eso sí, pero finalmente el espectador se va a quedar con algo que está muy condicionado con sus propias experiencias, sus historias, su propia sensibilidad que es imposible que coincida con mi manera de crearlo. Cada persona es un mundo y cada uno lo ve a su manera".

Recientemente, participó en el Museo de San Telmo de Donostia en la muestra colectiva Baginen bagara. Artistas mujeres, Lógicas de la In(visibilidad), en la que se ofrecía un amplio elenco de obras producidas por artistas mujeres a lo largo del siglo XX y XXI. ¿Mari Puri Herrero ha tenido difícil abrirse camino en un mundo del arte dominado por los hombres? "Por supuesto, una mujer tenía que hacer mucho más para llegar a un reconocimiento, pero es verdad que yo siempre he decidido centrarme más en mi trabajo. El hecho simplemente de decir que soy pintora y pinto es una postura muy tajante. Lo doy por hecho, aquí estoy, como una roca".

Este mismo mes, el Museo de Durango acaba de clausurar una exposición en la que ha mostrado su técnica de grabado, una disciplina a la que Mari Puri Herrero siempre le ha interesado. Y en cuanto llegue a Madrid preparará sus obras para acudir a ARCO. Incombustible.

'el barco azul' atraca en bilbao

Préstamo. Itsasmuseum exhibe durante los próximos meses la obra El barco azul de Mari Puri Herrero gracias al préstamo del Museo Bellas Artes de Bilbao en el marco del programa de colaboración La Obra Invitada, suscrito por ambos museos.

El barco azulLa Obra InvitadaLa obra. El barco azul es un conjunto formado por dos cuadros muy similares, pintados en un intenso color azul, que cuentan con una temática común, un barco solitario en ultramar entre nubes y bruma, pero de distintas dimensiones y realizados sobre soportes también distintos.

El barco azulEl sueño. El barco azul surgió a partir de un sueño, como otros muchos de los cuadros de la artista. "En mi sueño no pasaba nada especial, pero me dejó una imagen, un barco que avanzaba hacia mí en un momento del final de la noche, a primera luz del día", confiesa la artista bilbaina.

El barco azul "Ahora estoy trabajando mucho con papel, no es dibujar, pinto en papel, es muy resistente, me da mayor libertad"

"Muchos de mis cuadros, como este, han surgido de mis sueños, de imágenes que me impresionaron"

mari puri herrero

Artista