Cuando Maite Aurrekoetxea (Bilbao 1971) comenzó sus estudios en el Conservatorio Arriaga de Bilbao, ni se imaginaba que un día iba a convertirse en la directora del centro. "Como casi medio Bilbao, por aquel entonces, íbamos a clases en la trasera de la Diputación. Desde los 12 años, ya tenía muy claro que quería ser directora de orquesta, me enamoré de esta profesión. No me he arrepentido ni un día de mi vida; si volviera a nacer, haría lo mismo". Ahora, comparte su pasión por la música con las nuevas generaciones de músicos.

Han tenido que esperar dos años para poder celebrar los 100 años del centenario por la pandemia...

—No queríamos dejar pasar más tiempo, en cuanto hemos podido lo estamos conmemorando. La verdad es que nos hemos sentido muy arropados, por el lehendakari, el consejero de Educación y las demás instituciones y amigos que han venido. Estamos muy orgullosos de seguir trabajando en un centro con un alumnado de diez y unos profesores que son geniales. Dirigir el conservatorio es fácil.

En estos 102 años han pasado por el centro miles de alumnos y alumnas...

—Así es, desde Jesús Guridi, pasando por Jesús Arambarri, Emma Jiménez, Achúcarro..., hasta los más recientes, Asier Polo, Gabriel Erkoreka... Todas figuras de prestigio internacional. El 100% de los alumnos no se han dedicado a la música profesionalmente, pero lo bueno es que van a ser el público de las orquestas, conciertos, bandas o formaran parte de los coros... Esa es nuestra labor, por un lado, la formación profesional y por otro, la creación de cultura musical.

Ha comentado que no solo enseñan música, sino también formación para la vida...

—Es que es así, la música enriquece la vida de las personas; aunque es una carga extra a su quehacer diario, consiguen tirar de ello y les aporta no solo formación para la música sino también para la vida. A mi hijo, que está estudiando aquí violín, siempre le digo: no sé si te hace más inteligente, pero te hace más organizado, te aporta una disciplina de estudio que te va a servir en la vida.

Se imparten en el centro ya hasta 26 especialidades musicales.

—Englobamos ya todas las especialidades sinfónicas y las que no son sinfónicas, acordeón, guitarra, piano, órgano, clave... La verdad es que el alumnado cubre todas ellas, siempre fomentando las que son más deficitarias de alumnos.

¿Qué retos tienen para el futuro?

—Seguir trabajando con buen ambiente, tenemos un grupo humano extraordinario, mimar y cuidar a nuestro alumnos, continuar actualizándonos y dar todo lo posible para que nuestro alumnado pueda contagiarse de la pasión que tuvimos nosotros cuando éramos más jóvenes y seguimos teniendo.