El pasado fin de semana el festival barcelonés Cruilla se celebró reuniendo a 25.000 personas al día a pesar de que la pandemia hacía pensar que este tipo de aglomeraciones eran imposibles. "Los festivales que se han celebrado estas dos últimas semanas se han adaptado a las condiciones de seguridad", asegura Belén Álvarez, abogada de la Asociación de Festivales de Música (AFM), de la que forman parte festivales vascos como Bilbao BBK Live o Donostia Festibala. "Hay que establecer medidas acordes al momento en el que se celebran los festivales", indica esta portavoz, que considera que nos encontramos en un momento coyuntural. "Cuando salgamos de la pandemia los festivales seguirán ahí, igual que otros eventos", defiende respecto a aquellos que han decidido postergar su celebración para cuando la situación sea más propicia.En relación a ello, indica que organizar un festival en las circunstancias actuales es muy costoso. "Implementar las medidas de seguridad necesarias tiene un coste muy elevado. Cada organizador tiene que decidir si quiere incurrir en esos costes o prefiere llevarlo a 2022", agrega. Según explica, la organización de un festival comienza un año antes porque "conlleva un proceso de preproducción muy largo y difícil por sus dimensiones". Así, indica que tener que añadir a ello medidas de seguridad puede ser disuasorio para la organización. A pesar de eso, expone que "algunos están haciendo ciclos en entornos más pequeños, adaptándose a cada circunstancia".

En esa línea, apunta que "es un buen momento para que eventos de índole más sostenible puedan aterrizar. Pero no sé si tiene que ver con el covid o con el cambio de mentalidad". De hecho, Belén Álvarez defiende que un festival de grandes dimensiones no tiene por qué estar reñido con la sostenibilidad. "Desde la Asociación de Festivales de Música elaboramos un informe de adaptación a la agenda 2030 que cumplen todos los festivales", expone.

En la misma línea que otros sectores de la actividad cultural, y más aún siendo el de los festivales de los más afectados al tener más impedimentos para reactivar su actividad, aboga por implementar líneas de ayuda. "Los festivales son cultura, atraen mucho turismo y generan muchos puestos de trabajo. Tiene que haber una preocupación por parte de la administración para garantizar la supervivencia del sector", sostiene Álvarez.