Bobbie GillespieJehnny BethUtopian ashesstonianos

No es la primera vez que Gillespie, al frente de Primal Scream, ha compartido micrófono con féminas, entre ellas Alison Mosshart (The Kills), Lovefoxxx (Cansei de Ser Sexy), la modelo Kate Moss, Rachel Zeffira (Cat ?s Eyes) o Victoria Bergsman (The Croncretes).

Sin olvidar a Denise Johnson y su poderosa garganta, que ayudó a los escoceses como corista. El caso actual es radicalmente diferente, ya que Utopian ashes (las cenizas de la utopía) se presenta como un disco completo compartido, en este caso, con Jehnny Beth, cantante de origen francés que lideró con su voz los dos discos after-punk de Savages, y que se lanzó en solitario en 2020.

Quien estuvo en el BEC en aquel BIME en el que Savages nos deslumbró sabe del poder evocador y emocional de la voz (y el grito) de Beth. ¡Y qué decir de Gillespie! Al menos ha sido protagonista de tres de los momentos más refrescantes del rock de las casi cuatro últimas décadas: tocando la batería en los juveniles The Jesus & Mary Chain; con los Primal Scream en el revolucionario Screamadelica, que propulsó el mundo del rock a los sonidos gospel, el acid house y el ambiente de las raves, y la posterior deriva punk-rock electrónica de la banda, que cristalizó en Vanishing point, XTRMNTE y Evil heat, discos que les convirtieron en el mejor grupo en vivo de finales del siglo XX y principios del XXI.

Vale que su última producción, de Beautiful future a Chaosmosis, solo ha logrado reverdecer antiguos laureles, especialmente en More light, por lo que se agradece esta colaboración soñada de Gillespie con Beth, que surgió en 2015, cuando la pareja se conoció al actuar en tributo a los pioneros Suicide, en el Barbican de Londres, con la interpretación conjunta de Dream baby dream. La unión prosiguió en verano de 2016 cuando ella subió al escenario con los escoceses para cantar la legendaria Some velvet morning, inmortalizada por Nancy Sinatra y Lee Hazlewood. Y de esa experiencia surgió Utopian ashes, de unas sesiones conjuntas en París, en principios en torno a la electrónica, que se fueron extendiendo posteriormente.

El álbum, decadente en su bello clasicismo, cuenta con la colaboración de gran parte de sus miembros actuales de los Primal: el guitarrista Andrew Innes, el pianista Martin Duffy y el batería Darrin Mooney. Súmale al bajista Johnny Hostile, lugarteniente actual de Beth, y se completa la nómina de un disco levantado sobre las cenizas de una relación rota con influencias evidentes de los Walker Brothers, Gram Parson con Emmylou Harris y la colaboración ya citada de Sinatra y Hazewoood.

Desamor, silencios y mentiras

Utopian ashes es un disco sobre corazones rotos cubiertas por las cenizas del desamor. Un amor en caída libre, así lo define ella en la canción que lo abre, Chase it down, a ritmo de pop soul con ráfagas orquestales de aroma disco. “El tiempo se desliza día a día, hoy ya no te quiero”, responde él antes de un fiero solo de guitarra con distorsión y un subidón final que recuerda a los mejores momentos soul y gospel de Screamadelica.

Gillespie llena de sentimiento sus fraseos en English town y ella embrida su timbre espectacular en una tonada que arranca con escobillas jazz y se desliza entre aires de estándard y vals, con un piano delicioso y una letra cruda sobre una no tan metafórica ciudad inglesa post-Brexit con montones de basura, pubs cerrados, sueños amontonados y racismo campante. El aire clasicista se consolida en Remember we were lovers, un country-soul escalofriante en la que cantan “podemos dormir juntos, pero realmente estamos solos”. La guerra, que “sabemos vamos a perder”, convierte a la pareja en mártires dolientes que cabalgan entre las cenizas de una pasión ya apagada que les ha dejado roto el corazón, como prueba Your heart will always be broken, con el fantasma de los Stones (con Parsons como colega de correrías y jaco de Richards) sobrevolando un himno sin edad que remite en sentimiento a clásicos como Wild horses y Dead flowers. “Las piedras del silencio nos ciegan”, cantan en la rítmica Stones of silence, con ritmo y melodía claramente influenciada por Dancing barefoot, de Patti Smith. Y considerando “el amor como una adicción”, prosiguen con You don’t know what love is, baladón orquestal que narra la desesperación y el dolor cuando “quieres recibir amor y nadie te lo da”. El final se acerca con otra gema, You can trust me now, una confesión -“te convertiste en alguien a quien no conozco”- a corazón abierto a ritmo de country orquestal, que precede al arpa, el soul con metales y el bajo trepanador de Living a lie, y la postrera Sunk in revery, cuya melodía resplandeciente contrasta con una letra sobre la falsedad social, sexo, amigos de pega, esteroides, mentiras y emociones vacías. “No hay nadie ahí”, concluyen.