- Ni tuvieron un papel menor ni se limitaron a la pintura intimista. París reivindica con fuerza los nombres de artistas mujeres que han pasado desapercibidas en la Historia del Arte, con dos grandes exposiciones en el Centro Pompidou y el Museo de Luxemburgo.

Como “un combate contra el olvido” define la comisaria Martine Lacas la exposición Peintres femmes, 1780-1830. Naissance d’un combat (Pintoras mujeres. Nacimiento de un combate), que estará accesible en el Museo del Luxemburgo, junto al Senado francés, hasta el próximo 4 de julio.

Cerca de 70 obras que van del período prerrevolucionario hasta la Restauración francesa se exponen en este museo con el objetivo de acabar con los clichés y “las diferencias maniqueas” que han pesado tradicionalmente en los estudios sobre pintoras.

“La exposición es una prueba de que en esta época había una abundancia de creadoras con calidad en sus producciones, y que no se contentaron en hacer una pintura maternal o de género”, dice Lacas en declaraciones a Efe.

Según esta doctora en Historia y Teoría del Arte e investigadora, es frecuente responder al porqué de la ausencia de “grandes mujeres artistas” en términos de prohibiciones: el veto a las mujeres para pintar desnudos, su menor nivel de formación, la vocación matrimonial o maternal, etc.

Pero si bien estos argumentos son exactos, no son los únicos, y Lacas dice que el término “gran artista” asignado a los hombres es una “presuposición”, una “intención estética y política” que ha determinado que una parte de la investigación documental haya sido omitida.

Es decir, que si estas mujeres no fueron clasificadas como “grandes artistas” es porque no hubo interés en que lo fueran, que quedaron invisibilizadas.

Además de los nombres más sonados, como Élisabeth Vigée-Lebrun o Adélaïde Labille-Guiard, la exposición recupera excelentes pintoras como Constance Mayer, Hortense Haudebourt-Lescot, Marie-Victoire Jacquotot, Adrienne-Marie-Louise Grandpierre-Deverzy o Marie-Gabrielle Capet, por nombrar tan solo a algunas.

De Capet, su concurrida Escena del taller muestra cómo los talleres femeninos eran lugares de creación en los que las jóvenes recibían clases de técnica y se profesionalizaban. Allí, las mujeres compartían sus conocimientos y afinaban sus estrategias como pintoras.

Para muchas, por ejemplo, abandonar la pintura histórica fue una decisión personal ya que “económicamente era más inteligente volcarse hacia las escenas cotidianas porque el nuevo público burgués pedía más retratos”.

“No hay que atribuirlo todo a una prohibición o al sexismo. En este período hubo un fenómeno inédito de formación seria entre mujeres que tenían una vocación profesional, que recibían medallas, que dirigían talleres extremadamente famosos y que se juntaban con la intelectualidad parisina”, añade Lacas.

“Las exposiciones sobre estas artistas son como un combate contra el olvido”, reconoce la Comisaria Martine Lacas

“Por falta de espacio en las pinacotecas hemos tenido que renunciar a mostrar muchas de las obras de estas artistas”, recalca