Tres han sido hasta el momento sus trabajos en la gran pantalla, todos ellos estrenados el año pasado y con papeles protagonistas. Por un lado, el cortometraje de la realizadora alavesa Estibaliz Urresola, Polvo somos galardonado con el premio Fundación SGAE al Mejor Guion-Consejo de Euskadi y el Gran Premio a Mejor Cortometraje Vasco en la última edición de Zinebi. Por otro, la película Akelarre, candidata a nueve Goya el próximo 6 de marzo.

Y, por último pero no menos importante, la producción alavesa Ane, por la que opta a ser considerada como la actriz revelación por parte de la Academia del Cine. Es complicado imaginar mejor debut en el mundo de la interpretación por parte de alguien que estudió Bellas Artes y recorrió camino en la música.

De los rodajes de 'Ane' y 'Akelarre' ha pasado ya lo suyo, aunque ahora vuelvan a ser presente para usted con los Goya. ¿Una situación un poco extraña, no?

Sí, sí. Claro, vas pasando por distintas fases en todo este proceso. Cuando estás en el rodaje, estás dentro por completo de cada proyecto, no existe nada más. De ahí, la película sigue su camino de postproducción, en el que tú como actriz ya no estás y pasas a otro plano. Cuando terminas un rodaje, o por lo menos ha sido mi experiencia, te quedas un poco como huérfana porque es algo que has vivido de manera muy intensa. De repente dejas de saber cosas del proyecto durante un montón de meses hasta que te avisan de que se va a estrenar. Cuando llega ese momento, como nos pasó con Ane en el Zinemaldi, retomas, por así decirlo, la relación y lo haces con más perspectiva, más calma. Lo que pasa es que cuando ha llegado todo esto de los Goya, la película se me ha hecho todavía más presente.

En su caso hay muchas cosas que no dejan de ser curiosas. 'Ane' es una de las dos primeras películas que hace, pero el equipo de la película tuvo que retirarla de la promoción tanto en el Zinemaldi como cuando llegó el filme a las salas comerciales porque hay un factor sorpresa en la trama que no se quería fastidiar. Pero para usted esa situación tuvo que ser complicada de gestionar porque seguro que quería participar, compartir aquello, también darse a conocer.

Fue raro, sí. También porque con Akelarre fue distinto, ahí sí estuve en la promoción, salían en el material promocional, estaba en las noticias... Pero con Ane no estaba pudiendo vivir eso. Así que fue extraño, pero ahora, con los Goya, me estoy quitando esa espina (risas). Ahora, con la nominación por mi papel y como ya no hay que ocultar esa sorpresa que decías, sí que está habiendo esa presencia y sí que las cosas están siendo diferentes.

Cuando estaban rodando en Vitoria, Patricia López Arnaiz nos decía que su personaje de Lide era una mujer muy fuerte pero que el de Ane estaba a la altura. La verdad es que cuando se ve la película, el público se encuentra con una chica con mucha cara y con muchas caras. ¿Cómo la ve Jone Laspiur, que, al fin y al cabo, es quien le da vida?

Pues me ha gustado mucho lo que dices que mucha cara y muchas caras, pero me quedo más con lo segundo. Es una chica con muchas caras. En la adolescencia y en la juventud eso pasa más tal vez. Tenemos una cara para la escuela, otra para los amigos, otra para la familia, otra en la intimidad. En este caso, eso está llevado al extremo en un contexto en el que la militancia tiene muchísima presencia. Para mí es una de las cosas más interesantes en la película, que aparezcan esas diferentes facetas de Ane. Es más importante cuando no la vemos con Lide y esa ausencia nos hacen ver esos otros momentos que tal vez han podido existir. O cuando está con su pareja en el bar. O... es verdad que tiene muchas caras.

¿Desde el estreno, le han preguntado mucho si vuelve?

(Risas) Muchísimo. Es que todo el mundo se queda bastante desconcertado con la película. ¿Pero vuelve?¿Pero qué pasa después?Venga, que seguro que tú lo sabes. A mí me parece un punto clave de la película. Me parece una decisión muy acertada que como espectadores no sepamos al final qué va a pasar. Esa tensión que ya está desde el segundo cero existe hasta el último momento y eso es muy coherente. La película sigue una curva de tensión muy, muy acertada.

Por cierto, le va a parecer una tontería pero ha rodado tres títulos en su carrera, y en dos de ellos ?el otro es el cortometraje 'Polvo somos' de la directora alavesa Estibaliz Urresola- se llama Ane. ¿Ha pensado en algún cambio de nombre definitivo?

(Risas) No solo eso, es que en las dos producciones salgo con el pelo rapado. Parece que ese perfil gusta. Pero bueno, hay grandes diferencias entre ambos personajes.

El corto de Urresola no para de ganar premios. 'Akelarre' tiene nueve nominaciones a los Goya. 'Ane' cinco, incluyendo el de mejor película y, por supuesto, el de mejor actriz revelación para usted. Y son sus tres primeros trabajos no ya en el cine, sino en la interpretación. ¿Cuánta presión para lo siguiente que vaya a hacer, no?

Sí, es mucho compromiso. Cuando entras así de fuerte, ¿qué va a pasar después? Yo sé que quiero aprender cada vez más. Y quiero estar a la altura, saber responder a la confianza que me han dado para hacer estos trabajos que mencionas. Pero sí, es una situación bastante comprometida. Aunque también muy positiva, por supuesto. Que esté pasando todo esto me anima mucho a seguir trabajando y a aprender todo lo que pueda. Para mí antes esto no era una opción, pero desde que ha pasado lo que ahora estoy viviendo, he hecho una apuesta personal y profesional. Estoy formándome todo lo que puedo en el teatro. Es lo que quiero hacer en mi vida.

¿Cómo vivió el momento de las nominaciones?

Pues estaba en clase de teatro. En realidad, era un día normal, quiero decir, que la agenda estaba ahí y había que seguir como cualquier otra jornada. Sabía que a las once de ese lunes se iban a leer las nominaciones y, claro, tanto la profesora como los compañeros y yo estábamos pendientes. Así que salí para ver la retransmisión y recibí la noticia junto a mis compañeros. Fue un momento genial. Pero de ahí volvimos directos a clase (risas).

En el equipo de 'Ane' había confianza en su nominación. ¿Usted lo esperaba?

La verdad es que no, por lo menos en un principio. Además, como hablábamos antes, como estuve un tanto ajena del proceso de promoción durante el estreno, no era algo que tuviera en mente o que percibiese como posible. Pero después, con el cambio de año, empezaron a aparecer quinielas en medios especializados y mi nombre aparecía en varias. Y, claro, ahí fue cuando me empecé a cuestionar si de verdad era posible que fuese nominada a los Goya. De hecho, gracias a esas quinielas que más o menos te orientan creo que el shock no fue tan grande.

Lo que a todo el mundo le sorprendió, por ser una ópera prima, es la nominación a mejor película.

Al ser una película pequeña, de dirección novel, vasca... podía parecer complicada esa nominación, pero también es cierto que estábamos recibiendo tan buenas críticas que no me parecía algo tan, tan imposible. Ya en el Zinemaldia, solo con estar en la sección Nuevos Directores y recibir el Premio Irizar, nos empezamos a hacer una idea de que eso que habíamos hecho estaba gustando. No es porque haya trabajado en ella, pero a mí personalmente Ane es una película que me gusta muchísimo. Así que la nominación es una alegría total.

¿Cómo fue la relación durante el rodaje con Mikel Losada y Patricia López Arnaiz, es decir, con aita y ama, con la que tampoco se lleva tanto, unos 14 años?

Bueno, pero ahí estaba también el perfil de su personaje, de una madre joven. Lide y Ane son dos personas que se parecen mucho, sobre todo en cuanto a temperamento y energía. Fue muy bonito trabajar eso, ese nerviosismo que tienen las dos, esas formas de ser que la una ve reflejada en la otra y viceversa. Y luego estaba el personaje de Mikel, Fernando, que era como el contrapunto, lo contrario a nosotras en muchas cosas. Para mí fue muy bonito conocerles, crear esa particular familia que compusimos y hacerlo dentro de un proceso creativo totalmente nuevo para mí.

Dos películas y un cortometraje premiados en un momento en el que todo el mundo está casi parado por una pandemia. ¿Qué situación tan complicada, no?

Tengo un sabor bastante agridulce, la verdad. Todo sucede pero en un contexto que es el que es. Ni siquiera puedes celebrar los estrenos, o las nominaciones o los premios. Eso sin contar con el ánimo general que hay. Al final estamos todos como paralizados. Pero son dos cosas que me están pasando de manera paralela y aunque está la parte agria también lo está la dulce. Todo va en paralelo.

Supongo que ahora estará su teléfono recibiendo muchas ofertas de trabajo, que debería ser una de las consecuencias positivas de todo esto.

?Tengo ahora mismo varios proyectos por delante que me gustan mucho. Igual no son muy grandes pero son propuestas a las que tengo muchas ganas. Ya el Zinemaldia fue una ventana muy grande en este sentido. Pero también tengo un poco de miedo, como decías antes, de ese perfil de personaje de las dos Ane que he hecho. Me gustaría que se viese que soy capaz de afrontar papeles de lo más diverso y proyectos muy distintos.

Por cierto, ¿cómo se ve en la pantalla?

No lo sé (risas). Trabajas tanto el personaje que terminas creando, por decirlo de alguna manera, una doble identidad. No veo las películas o mi interpretación, sino que veo a los personajes tomando vida. Quiero decir, no me veo tanto yo. Eso me viene más de gente de mi familia o de mi entorno, que me comenta que me ve a mí haciendo un personaje u otro, que les cuesta disociar. Yo voy a ver Akelarre y me encuentro a Maider, y con Ane, igual.

Si gana, ¿ha pensado qué dirá o...?

Creo que estaba más nerviosa antes de las nominaciones. Ahora que estoy nominada es como que, de alguna manera, me he liberado. Para mí ya era muchísimo ser nominada, era casi tocar el cielo. Así que ahora estoy más relajada.