Goxokiak es el dulce musical que ha preparado el vizcaino Hibai Etxebarria tras la pandemia para esta Azoka. Es un disco "de roce" y baile marcado por la ambición, ya que incluye la participación de 120 músicos y la grabación de un repertorio que fluctúa entre el pop, el folk, el funk, el r&b, el gospel, lo sinfónico y coral en nada menos que siete estudios, alguno al otro lado del océano.

Este disco es consecuencia directa de la pandemia ¿no?

—El confinamiento nos cogió en plena grabación de un par de discos. No tenía claro si los publicaría, pero los estábamos trabajando para 2021. Al salir todo cambió y me tomé julio y agosto para componer y preparar algo distinto. No estaba de humor para continuar con lo planeado, así que Goxokiak no existiría sin la pandemia. Son temas distintos, necesarios en este momento.

Dulces musicales en tiempos de pandemia. ¡A quién le amarga uno!

—Seguro que alguien tendrá intolerancia al dulce, incluso al musical. Pero en estos tiempos tan amargos, no me apetecía añadir más dramatismo. Los creativos, la gente del contexto cultural, tenemos un compromiso con la sociedad. Esta es mi manera de aportar algo que pueda resultar útil.

¿Necesitamos música luminosa y esperanzada en estos momentos?

—Es el objetivo. Axukre pixkat es para ponértelo por las mañanas y salir a comerte el mundo. Todos tenemos mañanas en las que lo único que queremos es quedarnos en la cama y creemos que no podemos hacer nada para levantar el día. Una canción puede ser el chute que hace falta.

El disco apuesta por el baile. ¿Para olvidar las penas?

—Más por el roce, en todas sus acepciones. Con esto del distanciamiento social€ ¡miedo me dan los futuros índices de natalidad! (risas)

Carece de prejuicios. Pasa de Doobie Brothers a James Taylor, al gospel, a lo orquestal, la música negra (funk, soul, r&b), el folk, el pop€

—Está presente porque me encantan y han sido y son una gran influencia. Pero mi perspectiva es diferente. Para este proyecto escribí canciones, entendiéndolas como la forma musical hegemónica estructurada en versos y estribillos con sus puentes instrumentales. Todo lo demás que le añado es vestimenta. Un traje acorde al estilo en el que me las imagino. Y sí, carezco de prejuicios. Ni musicales, ni de ningún tipo. Hablaría y tocaría hasta con el demonio.

Lertxundi es su primer recuerdo sonoro. ¿Cómo llega a tal eclecticismo?

—Hay que ser consecuente, que sean tus actos quienes hablen. Creo que el eclecticismo se debe a que tuve una adolescencia complicada. Fue muy tribal en lo musical, que tuvo su reflejo en mi estética, actitud y manera de relacionarme con el mundo. En la Universidad, me di cuenta de que me estaba perdiendo muchos mundos y personas interesantes debido a esa actitud. Reflexioné y, desde entonces, vivo con el corazón y la mente abiertas a todas las posibilidades.

El eclecticismo es de difícil venta y catalogación.

—Siempre he sido consciente de ello, pero no me preocupa. Soy pedagogo y mi manera de afrontar la creación y distribución de mi trabajo musical, no está atada a los cánones de la industria. El empaquetado, las etiquetas, las estanterías€ No llevamos ni un siglo consumiendo música de esta manera en 40.000 años desde los primeros vestigios de posibles prácticas musicales. No lo considero necesario para la existencia de la música ni su supervivencia. Solo me interesa escucharla, enseñarla, estudiarla, tocarla, crearla y compartirla.

Si a algún disco vasco reciente se le puede tildar de ambicioso, es el suyo. 120 colaboradores, siete estudios de grabación€

—Reconozco que se me ha ido de las manos y casi no llego a la Azoka. Pero ha sido un viaje precioso. Difícil y complicado de gestionar, y con problemas que no podía ni imaginar. Ha habido mil retrasos y mucha gente se ha quedado fuera.

Grabaría primero con su banda y luego se sumarían las colaboraciones ¿no?

—Hay de todo, aunque la mayoría de temas son con mis sospechosos habituales: Xabi Aburruzaga (triki), Alain Gallego (teclados), Gotzon (guitarra), Xabi Barrenetxea (bajo) e Iraide Ansorena y Carlos Sagi (batería y percusión). Luego vienen las colaboraciones de todo tipo: metales, cuerdas, voces€ Otros temas no se hicieron así, como el grabado con la banda salvadoreña Camelo, o algunas que llevan más electrónica, con mi hermano Aitor.

¿Cuál de ellas te ha sorprendido más por su aportación?

—La que menos, Mari Paz Arizkun, directora del Coro de Paz de Ziganda. La conozco bien y ha sido una delicia trabajar con ella algo tan complicado como es grabar a un gran coro con medidas de seguridad de envergadura. Siempre espero lo mejor, pero me ha gustado mucho Eduardo (Yogurinha Borova), que tiene más potencial del que él es consciente, y Eibarko Koro Gaztea, que suena como un cañón. Y la sorpresa más agradable es lo increíblemente profesional y maravillosa persona que es Zuriñe Hidalgo (cantante de Hesian).

¿Qué añade la voz femenina a su propuesta?

—Me imagino las melodías vocales a dos voces. Si fuese mujer, probablemente haría duetos con hombres. Es una cuestión de equilibrio vocal y lo que aportan a la textura de la canción.

¿Cómo fue la logística de la grabación? No sería fácil en estos tiempos.

—Un horror, pero lo asumimos y no nos frustramos. Y si algo fallaba, buscamos alternativas. Nada de llorar porque, relativizando, somos unos privilegiados. La música siempre ha prevalecido por encima de las personas y, si hacia falta, venían otros a grabar. Siempre había alguno que, o daba positivo, o tenía alguien cercano que€ Al tomárnoslo en serio, ha habido cero contagios.

Hay tres formatos del disco, con regalos y dulces incluidos.

—Quería ofrecer algo especial para la Azoka, por todo lo que hemos pasado y por el respeto que tengo por toda la gente que la hace posible. Solo se podrá obtener la versión completa del disco durante los días que dure. Es una edición especial que va dentro de un huevo de chocolate preparado por la confitería Omago de Gernika. Luego están la clásica edición en CD y en pendrive, que contienen menos materiales. Es un regalo muy bonito para Navidades.

Una Azoka extraña, casi virtual, pero ¿más necesaria que nunca?

—Voy a ser claro: no hay excusas para no comprar como en una normal. Prácticamente todo el mundo compra ya en Amazon, Ebay y otras plataformas. Si os habéis hecho cuenta en esos sitios, aquí cuesta un minuto. El mundo de la cultura necesita más que nunca el apoyo del público.