El museo de Bellas Artes de Bilbao, en colaboración con el Festival Internacional de Grabado y Arte sobre Papel FIG, ha presentado este martes una exposición de grabados de Eduardo Arroyo donde se muestran, hasta el 7 de marzo de 2021, el centenar de estampas que el artista donó al museo poco antes su fallecimiento en 2018.

La colaboración entre el festival de grabados y el museo bilbaino se mantiene desde 2012, año en que se celebró la primera edición del festival, y que hace posible la organización conjunta de exposiciones temporales y de otras iniciativas centradas en el mayor conocimiento y difusión de la obra sobre papel.

En este sentido, este proyecto en torno a los grabados de Eduardo Arroyo "adquiere mayor dimensión" con la publicación del que hace el cuarto volumen que culmina la catalogación completa de la obra gráfica de Arroyo, iniciada por el Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM) en 1989 y a cargo del Bellas Artes de Bilbao desde 1996.

Ambos proyectos, tanto la exposición, que permanecerá abierta hasta el 7 de marzo de 2021, como la publicación del catálogo, "Eduardo Arroyo. Obra gráfica IV ñ1997-2018í", han contado con la dirección científica de Fabienne di Rocco, estrecha colaboradora del pintor, que impartirá además una conferencia disponible en el canal de YouTube del museo a partir del viernes 18 de diciembre.

A los tres trabajos de investigación y edición anteriores se suma ahora un cuarto y último volumen, donde se recogen y catalogan las estampas de Arroyo posteriores a 1996 -en total 106- además de otras 15 previas a esa fecha que no habían sido incluidas en los volúmenes anteriores.

GRABADOS DE EDUARDO ARROYO

Se concluye así el proyecto de recopilación, investigación y catalogación de los 530 grabados del artista, que constituyen uno de los conjuntos más personales de la gráfica europea contemporánea, que demuestra su consideración y dedicación hacia esta técnica a lo largo de toda su trayectoria, según han explicado desde el Museo.

En la presentación han tomado parte el director del museo, Miguel Zugaza, el viceconsejero de Cultura del Gobierno Vasco, Andoni Iturbe, la diputada foral de Cultura, Lorea Bilbao, el presidente de FIG Bilbao, Iñaki Alonso, el director del Area de Cultura del Ayuntamiento de Bilbao, Iñaki López de Aguileta, y el coordinador de Conservación e Investigación del museo, Javier Novo.

Considerado uno de los principales representantes de la figuración crítica, los intereses artísticos de Eduardo Arroyo (Madrid, 1937-2018) abarcaron a lo largo de su prolífica carrera no solo la pintura, sino también la literatura -que, de hecho, fue su primera vocación-, la escenografía, la escultura, la ilustración y el diseño de carteles, y el grabado.

Distintos lenguajes que Arroyo supo manejar "con eficacia e imaginación", ha señalado Zugaza, para plasmar sus a menudo desmitificadoras imágenes e ideas, en una obra "llena de referencias literarias, artísticas y biográficas en la que se mezclan el humor, la crítica política y social, y la fascinación por la cultura visual".

DESCUBRIMIENTO CASUAL

Desde comienzos de la década de 1960, Arroyo se dedicó al grabado al descubrir, casi por casualidad, tal y como revela Fabienne di Rocco en el texto incluido en el catálogo, el taller parisino en el que se imprimían los afiches de los pintores Georges Braque o Raoul Dufy, entre otros.

El Bellas Artes de Bilbao organizó en noviembre de 2017 la última gran antológica dedicada al pintor, coincidiendo con su 80 cumpleaños. Ese año, el artista realizó la donación al museo de diez obras sobre papel y dos esculturas, a las que, en septiembre de 2018, y poco antes de morir, el artista añadió un centenar de grabados de su época final, que son los ahora expuestos.

Con una línea fluida y aparentemente simple, Arroyo demuestra un dominio del dibujo y un uso del color, o de su ausencia, que le permiten captar, de forma sintética pero certera, la personalidad de aquellos personajes que retrata y para los que selecciona la técnica de estampación más indicada a sus propósitos, ha destacado el Bellas Artes.

Los grabados donados al museo presentan, "siempre bajo el prisma culto, original y cosmopolita" de Arroyo, una excepcional variedad de retratos de hombres y mujeres, no siempre reales, que componen una galería que manifiesta su pasión bibliófila, su amor por la pintura y su interés por las más diversas manifestaciones culturales.

Este interés va desde el boxeo a los toros, los deshollinadores, y otros tipos populares, hasta las referencias poéticas al valle leonés de Laciana, donde el artista fijó su residencia de verano tras su regreso a España a finales de los años setenta.