El jueves 15 de octubre falleció Juan Luis Cortina Iceta, sacerdote jesuita a punto de cumplir 99 años de edad. De ellos, 68 fueron de entrega religiosa como sacerdote y sumó un total de 82 en la compañía ignaciana.

Cortina llegó al mundo en Bilbao el 12 de noviembre de 1921 e ingresó en la Compañía de Jesús el 19 de agosto de 1938, durante la Guerra Civil. Se ordenó sacerdote el 30 de julio de 1952 en Oña (Burgos) e hizo los últimos votos el 2 de febrero de 1956.

No obstante desde su noviciado que arrancó en Loiola en 1938, pasó por Oña donde estudió Filosofía, por Las Palmas donde como en Donostia estudió Magisterio y volvió al pueblo burgalés a cursar Teología. Continuó su formación y servicio religioso en Gandía, Valladolid, Barcelona, Orduña y Portugalete.

A continuación, su implicación fue tal en la Universidad de Deusto que fue director del colegio mayor y decano y vicedecano de la Facultad de Filosofía. Como docente, profesor de la Facultad de Filosofía y Teología, y también de Ciencias de la Educación, así como catedrático emérito en la biblioteca de Loiola. Su elogiada tesis se tituló: El siglo XVIII en la pre-Ilustración salmantina: vida y pensamiento de Luis de Losada (1681-1743).

"Recuerdo al padre Cortina como profesor de Historia de la Filosofía. En su especialidad de los racionalistas. Juan Luis nos enseñó a analizar concienzudamente los textos originales de los diversos filósofos. He de decir que ponía mucho empeño en hacerse entender y siempre desprendía una nota de sencillez y sabiduría", aporta Koldo Katxo, quien hasta junio ha residido en la comunidad jesuita de Durango.

Otro amigo de la Universidad de Deusto de Cortina fue Segundo Oar-Arteta. "Juan Luis era muy agudo, inteligente, penetraba rápido en el carácter de las personas que conocía. Hacía gala de ojo clínico. Era un hombre simpático muy abierto", subraya el de Gernika-Lumo.

Oar-Arteta aporta datos interesantes sobre la trayectoria de Cortina Iceta, nacido en el seno de una familia muy religiosa. De hecho, de un total de ocho hermanos, cuatro de los cinco varones se hicieron jesuitas. Uno de ellos se secularizó. Tres eras mujeres. De los ocho, solo vive Iciar. Por parte del padre, eran de Bilbao y por vía materna de Gipuzkoa, de Mendaro. De hecho, el apellido Iceta "le emparentaba lejanamente con el obispo Mario Iceta", agrega Segundo.

La familia contaba con un comercio muy conocido en Bilbao, que hacía chaflán entre la Gran Vía y la calle Diputación. "Su padre Jesús tenía la representación de la marca Bidasoa, de lozas y porcelanas" en la capital vizcaina. "Y él, Juan Luis, conocía a todo el Bilbao de la época. A todos. Es algo que comentábamos siempre", sonríe Oar-Arteta.

Tal vez la longevidad de Cortina, que ha vivido casi un siglo de edad, fue debida a que era un "hombre de vida sana y que hizo mucho deporte". Destacaba su pasión por la pala, el montañismo y la natación. "Era un buenísimo nadador, en cuanto podía se daba un chapuzón, por ejemplo, aprovechando el mar en la casa que los jesuitas tienen en Getaria".

Su otra pasión era la divulgación de la filosofía o su debilidad por la escuela francesa, por ejemplo, de los existencialistas. "Él sabía francés y quizás ese era el nexo de unión con aquellos pensadores", apostilla Oar-Arteta, quien no quiere pasar por alto las colaboraciones que hacía con las publicaciones Muga, en la que también escribían Scheifler, Mitxelena o Lete. "Yo le pedí un artículo sobre los jesuitas cuando fueron suprimidos por la Segunda República para una publicación de Labayru. Sus trabajos eran de alta divulgación".