Meses después de lo previsto debido a la pandemia, este fin de semana se ha puesto a la venta uno de los discos más esperados de este distópico 2020. Se llama Imploring the mirage (Universal) y es el sexto álbum del grupo estadounidense The Killers, liderado por el guaperas y mesiánico Brandon Flowers. Habrá que esperar un año para ver en directo qué da de sí en el Bilbao BBK Live de 2021, pero su escucha apresurada confirma que el ahora trío volverá a repetir su éxito gracias a canciones comerciales entre el rock y el pop, entre Springsteen y New Order, marcadas por el continuismo estilístico, la épica y la profusión de sintetizadores.Cambiar o no; ese es el dilema. Arriesgarse o hacer discos continuistas para repetir la fórmula revalidada en listas y en las contrataciones millonarias en festivales. The Killers se han abonado en su sexto álbum al riesgo cero y a seguir en esa zona de confort y seguridad atisbada, con éxito comercial, desde Day & age, el álbum que incluía su pelotazo Human. El grupo, que continua liderado con mano firme por la voz y teclados de Flowers, tiene poco que ver en la última década con el de sus dos primeros discos, en los que las guitarras eran también protagonistas en canciones de resultados insuperables en el escenario como When you were young o Mr Brightside.

Los mormones creen que Dios tiene cuerpo humano. Flowers, el elegante y atractivo líder de The Killers, es mormón, además de una divinidad para millones de jóvenes de medio mundo. Su nuevo disco le permitirá seguir oficiando sus misas pop multitudinarias, aunque habrá que esperar a 2021. El Covid-19 suspendió el inicio de su gira, en la que han vendido cientos de miles de entradas con una celeridad inusitada. Tenía previsto pasar por el Bilbao BBK Live, donde triunfaron hace tres años, pero habrá que esperar un año para que el festival presente a The Killers, ya confirmados para su próxima edición, al igual que Pet Shop Boys, Bad Bunny, Bomba Estéreo, Caribou, Supergrass o FKA twigs.

Imploring the mirage, a la venta desde el viernes y en vinilo desde el 11 de septiembre, no se aparta ni un ápice del camino emprendido por el ahora trío en sus últimos discos, cada vez más accesibles y creados para provocar el baile con canciones certeras de pop generalista (al fin y al cabo, son de Las Vegas) construidas sobre ganchos muy ochenteros (y AOR), cierta visión épica (a lo U2 de estadio y con ecos de Sprinsgteen) y estribillos y melodías adhesivas y coreables hasta por los txikis de preescolar.

El grupo, que debe su nombre a New Order y suele incluir en vivo una versión de Shadowplay de Joy Division, tenía previsto editar este disco el 29 de mayo tras ser grabado en estudios de Los Ángeles y Las Vegas, bajo la producción del propio grupo y de Shawn Everett y Jonathan Rado, este último miembro de Foxygen. El álbum, disponible casi tres meses después, incorpora como novedad la colaboración de un importante ramillete de colaboradores, con k.d. Lang y Lindsey Buckingham a la cabeza.

Pop de Las Vegas

Si bien es cierto que Flowers, que ha vendido casi 30 millones de discos desde su debut con Hot fuss (2004), abandonó Las Vegas hace un tiempo para fijar su residencia en las montañas de Utah, Imploring the mirage arrastra el aura, el colorido y el fasto de la ciudad del desierto. Lo prueba la desvergüenza pop de sus diez canciones, repletas de melodías prístinas y estribillos adhesivos, carne de FM ochentera y acabado perfecto, cantados por la deslumbrante voz de su líder.

El disco no encabezará ningún listado del año de sesudos críticos, pero resulta innegable el poderío y efectividad de al menos media docena de sus canciones. Ahí destacan My own soul warning, mezcla de épica y pop con guiños a The E Street Band, el hit que es Dying breed, que crece a partir de un ritmo monocorde y explota en rock grandilocuente, como Running towards a place o la propia Caution, la pieza más eléctrica del lote, que une a Springsteen con New Order y el pop, en la que el Fleetwood Mac Lindsay Buckingham aporta un solo de guitarra y el grupo dedicó a los profesionales de la salud en el programa de Jimmy Fallon.

No le van a la zaga en brillo e inmediatez la canción de amor Lightning fields, cuyo pop aparatoso se enriquece con la voz de la iconoclasta artista country k.d. Lang y ecos de Queen, y los arreglos funk y disco de Fire in bone. El resto no aguanta la comparación, especialmente cortes anodinos como Your god. Flowers, líder absoluto y cantante efectivo y efectista, le canta “al amor eterno, la perseverancia en los momentos complicados y la fuerza adquirida de los amigos y los lazos familiares mientras capean el temporal”.

En su apertura refleja “los torbellinos” de estos momentos y hace mención a la equivocación de “ir en contra de la advertencia de mi propia alma”. En Dying breed va más allá y constata que “somos una especie de extinción”. Eso sí, clama que “tenemos todo lo que necesitamos” para unirnos y levantarnos, y aunque en When the dreams run dry canta que “todos vamos a morir”, aboga por el amor cuando los sueños se sequen; “estaré donde siempre, parado a tu lado, soltando las riendas”. En el cierre, en el tema titular, parece reflexionar sobre el estrellato. “Hechizado por el espectáculo, el poder incomparable del resplandor, atado por grilletes dorados”, canta. Y con este álbum seguirá ahí, en lo alto, algunos años más.