Simple Minds habían llegado a su cénit comercial a finales de los años 80. Su música inicial, arriesgada y experimental, había devenido en un sonido exitoso, épico, AOR y comercial que llenaba estadios y lideraba las listas de éxito de medio mundo. “Era el momento de investigar algo nuevo”, según los escoceses, que se sacaron de la manga su disco más político y folk, Street fighting years (Universal), en el que colaboraba Lou Reed, se inspiraba en Springsteen, Peter Gabriel y Prince, e incluía éxitos como Belfast child y Mandela day.

Sus primeros discos -Life in a day, Real to real cacophony, Empires and dance y Sons and fascination-, situados entre la música más fascinante de los primeros 80 con su mezcla de afterpunk, kraut rock y electrónica, fueron solo pasto de los oídos más avanzados y abiertos, pero Simple Minds empezaron a acceder a un público multitudinario a medida que su música se tornaba más y más convencional con New gold dream y se forraron a mitad de década con Don’t you (forget about me) y el disco Once upon a time, que incluía el éxito Alive and kicking.

“Todo iba bien, pero estábamos exhaustos”, recuerda Jim Kerr, vocalista de un grupo por entonces reducido a trío. “Tuvimos una década muy ocupada y con muchas giras, incluida la de Amnistía Internacional”, suscribe el guitarrista Charlie Burchill ante la reedición en varios formatos de su octavo disco, Street fighting years, que se editó el 1 de marzo de 1988 y ahora está disponible con múltiples inéditos y mejorado en sonido. El más lujoso incluye hasta cuatro compactos con rarezas, remezclas, versión de Prince y un concierto inédito en Verona.

El disco llegó en un momento de cambios personales en el seno del grupo, reducido a un trío que completaba el teclista Mick MacNeil. “Tenía 30 años, salía de un divorcio y lo que último que deseaba era escribir canciones sobre mí. En lugar de mirar hacia el interior, miré hacia fuera y los temas de actualidad del momento”, explica Kerr. “La gente nos hacía preguntas y nos pedían nuestras opiniones sobre Belfast, el apartheid y las políticas de Margaret Thatcher. Quise escribir sobre ello”, apostilla el cantante.

Street fighting years fue el resultadoStreet fighting years . El álbum se grabó en Escocia, en un estudio creado por el propio grupo. “Era mi sueño”, recuerda Mick. Y allí hibernaron, ayudados por “los mejores productores”, con el apoyo de Trevor Horn -exmiembro de Asia y The Buggles, los de Video killed the radio star- y Stephen Lipson. “Ambos habían hecho discos que adorábamos”, recuerda Kerr. El trío justifica ahora, tres décadas después, que no tenían la intención de hacer un disco político. Solo surgió así; y algo parecido sucedió con su acercamiento al folk y los sonidos celtas.

Irlanda y Sudáfrica

El trío reconoce la influencia de Springsteen, Peter Gabriel y Prince en Street fighting years. Todos ellos venían de firmar grandes trabajos sin dar la espalda al contexto social y político de los 80. Kerr, que había ido de vacaciones a África y había visitado un fuerte de confinamiento de esclavos, giró su pluma hacia Sudáfrica con una versión de Biko, tema de Gabriel en homenaje al activista anti-apartheid Steve Biko, asesinado - “el hombre está muerto”, se oye- por el gobierno racista de Sudáfrica, y, sobre todo, con Mandela day.

En la canción, un nº 1 mundial que resonó en un concierto multitudiario en Wembley, clamaba por la liberación de Mandela en su 70º cumpleaños. “Hace 25 años que se llevaron a ese hombre y ahora la libertad se acerca cada día/limpia las lágrimas de tus ojos tristes”, cantaba Kerr en el tema líder de un repertorio con canciones de más de 5 minutos. Aunque se mantuvo la producción grandilocuente y la sonoridad épica del grupo en aquellos tiempos de dólares y estadios repletos, sí se advierte cierto aire nuevo y folk.

Y lo proporcionan canciones como el instrumental When spirits flow y el éxito Belfast child, con gaitas escocesas incluidas. La segunda, con aire de marcha militar, está basada en la canción popular irlandesa She moved through the fair, y en ella se cita indirectamente al IRA con pasajes e imágenes de “carne y sangre” y “chicas llorando”. A pesar de “las calles vacías”, Kerr canta “no todo está perdido” y que “la vida continua”, y remata con “algún día volveremos, cuando el niño de Belfast vuelva a cantar”.

El muro de Berlín, los submarinos nucleares, las políticas de Thatcher contra los más desfavorecidos -“los hambrientos en la cuneta”- y el necesario “muro de amor” que debería construir la sociedad para salir adelante se dejan oír en un disco que cita al pop progresivo en canciones como la titular, a la baladas, como Let it all come down y This is your land, en la que colabora Lou Reed, y a piezas más guitarreras como Wall of love. “Era el momento de crecer e investigar”, rememora Kerr. Justo ese año, Mick abandonó Simple Minds por la presión de las giras. El resto decidió continuar: “Cuando algo termina, algo nuevo llegará”, justificaron. Si nada se tuerce, la cita con ellos será en el Heineken Jazzaldia, en julio.