La venganza de las punksUna historia feminista de la música de Poly Styrene a Pussy RiotPatti SmithDeborah HarryPoly Styrene RaincoatsVulpes

Kim Gordon, miembro de Sonic Youth, llevó una camiseta que echaba por tierra cualquier diatriba sobre la historia oficial del nacimiento del punk. En su pecho alardeaba el lema “las chicas inventaron el punk, no Inglaterra”, dándoles un corte de mangas tanto a sus paisanos Ramones como a Sex Pistols y The Clash. Vivien Goldman, quien ha colaborado con PIL, The Flying Lizards, The Slits y Massive Attack, escrito en múltiples revistas culturales y ahora es profesora en la Universidad de Nueva York, también lo defiende.

Lo que deja claro Goldman en su libro es que la historia oficial del género ha silenciado el papel fundamental de la mujer en la combustión y desarrollo del punk, “la música de guitarras más visceral”. Escribe que fueron silenciadas desde el mismo momento que subieron a un escenario “sin caer en los estereotipos”, ya que fueron “una amenaza al cuestionar la supremacía masculina en una fortaleza que nunca antes había sido atacada”. Y por ello, se lanza a relatar su historia oficiosa desde mediados de los 70 hasta la actualidad. Desde que pasaron de “la admiración pasiva” de sus novios músicos a empuñar sus instrumentos. Y lo hace desde una perspectiva radicalmente feminista, ya que “seguimos teniendo motivos para rugir”, explica ante los intentos políticos de “diezmar los derechos básicos de las mujeres” y reivindicar “un futuro liderazgo más justo”.

Explora el fenómeno desde cuatro temas fundamentales —la identidad, el dinero, la vida afectiva y la búsqueda de un cambio— que tienen que ver tanto con la creación musical en los márgenes de la industria como con las dificultades inherentes de la mujer en un contexto patriarcal. En el primero de ellos rescata a Poly Styrene, la primera punk de raza mixta, voz desgarrada, pelo encrespado, aparato dental y alejada del modelo estético que proyectaban Olivia Newton John o Stevie Nicks (Fleetwood Mac). Cantante de X-Ray Spex, grupo con saxo, algo poco habitual en el movimiento, la define como “madrina punk eufórica y visionaria de origen anglosomalí”. Además de a la identidad se adelantó a su tiempo y también lo hizo a la automatización y la ecología. El capítulo incluye también a Debbie Harry, “la Marilyn Monroe del movimiento”, desde Nueva York a las británicas Raincoats o a Kathleen Hanna, miembro de Bikini Kill y adalid del moviminto riot girl en los 90.

En el capítulo dedicado al dinero, sobresale Patti Smith por “su integridad y autenticidad”. Con ella, el libro rescata vocalistas y grupos semidesconocidos como Malaria!, desde Alemania; las estadounidenses ESG, con su afterpunk hip hopero; las japonesas ramonianas Shonen Knife; o las rusas Pussy Riot y sus luchas, no solo musicales, para derrocar el sistema oligárquico de Putin.

Goldman dedica su tercer capítulo al amor, el desamor y “la ruptura del binarismo”, con espacio para el colectivo anarcopunk Crass; las chinas Gia Wang/Hang on the Box; Chrissie Hynde (Pretenders); Kartika Jahja/Tiak & The Dissidentes, desde Indonesia, o la propia autora, que grabó Launderette en los 80. Todas ellas se reinvindican feministas, como las chicanas tejanas Fea, que en su canción Mujer moderna, cantan “no soy puta, mujerzuela, ni perra, solo soy mujer”.

Finalmente, el último capítulo gira en torno a la protesta y loa a mujeres atacadas por su música y su mensaje, del grupo Pragaash, desde Cachemira, a nuestras Vulpes (Loles recuerda: “Decidí que quería mi propia banda punk y ¿por qué no formar una con chicas?”), o bandas de la Europa del Este como Zuby Nehty hasta llegar a Sletater-Kinney. TamarkKai, Delta 5, Bush Tetras, Maid of Ace, 7 Year Bitch, Vi Subversa, Fértil Miseria, Jayne Cortez and the Firespitters, Lizzy Mercier Descloux... Los nombres a descubrir -estos días que hay tiempo de sobra- son incontables en esta crónica tan reivindicativa como analítica, rigurosa y muy amena en su escritura y estructura.

Kim Gordon, miembro de Sonic Youth, llevó una camiseta con el lema “Las chicas inventaron el punk, no Inglaterra”

Las mujeres fueron “una amenaza al cuestionar la supremacía masculina en una fortaleza que nunca antes había sido atacada”