Bilbao - Alboka es "el refugio" al que Joxan Goikoetxea y Alan Griffin regresan cada cierto tiempo tras trabajar en sus proyectos particulares. El guadianesco grupo de folk euskaldun y celta clausura hoy la gira de celebración de su vigésimo quinto aniversario, centrada en su último disco, Lurra, ur, haize (Aztarna), con un concierto en formato íntimo en el Teatro Arriaga, que se iniciará a las 19.30 horas, con entradas a la venta a 15 euros. "Tenemos ya material para un sexto y séptimo disco, pero a veces sientes que se hacen los discos por obligación", explica el siempre amable y risueño Goikoetxea en esta entrevista.

Cumplir 25 años es un triunfo, más en una industria tan volátil como la música, en un estilo como el folk y, por si fuera poco, en un entorno tan pequeño como Euskal Herria, ¿no cree?

-Claro. A nuestro favor ha estado que hemos tenido otras actividades profesionales paralelas al grupo, y así hemos subsistido. Alboka es como el refugio al que volvemos cada cierto tiempo para satisfacer el capricho de hacer este tipo de música.

Y mientras tanto...

-Hacemos cosas muy distintas. Yo he estado durante tres años musicando sonetos de William Shakespeare, Alan haciendo su libro, su Biblia sobre la alboka; Xabi ha grabado varios discos y el propio Juanjo Otxandorena se estrenó discográficamente en la última Azoka...

Esa filosofía especial pasa por reunirse y grabar cuando se desea, únicamente. De ahí que cuenten con solo cinco discos.

-Nos reunimos y grabamos cuando nos apetece. Alan suele decir que tiene preparados ya el sexto y séptimo disco (risas).

¿Hay repertorio suficiente?

-Sí, sí. Alan es una hormiguita. Pero nos entra la duda de si seguir o no en esta dinámica de grabar y publicar discos, de trabajar de manera convencional. Es que vemos que se está perdiendo el sentido de hacer las cosas así. De momento, no hay alternativa mejor para presentar la música que los discos, pero en ocasiones sientes que se hacen discos por obligación.

Quizás como una excusa para tocar en directo y poder ganarse la vida ¿no?

-Exacto. Yo, como tú, soy también un fetichista del formato físico. Me gusta el objeto como tal, ver plasmado mi trabajo en él aunque el objetivo final sea tocar en directo. Tener el soporte creativo es un fin en mi caso.

Aunque Alboka vaya y venga, es una parte muy importante de su vida artística.

-Por supuesto. Recuerdo su nacimiento, cuando estaba en el grupo Txomin Artola. Él se cansó hace tiempo porque era muy romántico e inconformista, y abandonó la música. Alan y yo tocábamos en el grupo de Txomin y Amaia Zubiria, y ahí vimos que había una cierta carencia de música tradicional instrumental al estilo del mundo anglosajón, de referencias que teníamos en aquellos años como Planxty, Dónal Lunny... Vimos que había un espacio instrumental vacío. Salió a la vez nuestro debut y el de Hiru Truku, con Ordorika, Xabi Martínez y Joseba Tapia, y ambos marcaron mucho la música folk vasca del momento.

Y optaron por tirar de cancioneros antiguos...

-Apelamos siempre a ese espíritu de búsqueda, sí. Encontramos melodías, danzas... Y en esa investigación encontramos muchas perlas vocales también.

Y Alboka acabó incumpliendo el deseo inicial de hacer solo música instrumental ¿verdad?

-Eso es (risas). Y fue cuando Txomin decidió dejar el grupo. Nos dijo que eso no era lo hablado (risas). Y ahí entró ya la voz de Xabi San Sebastian, en el segundo disco. Incumplimos el precepto inicial.

Y no solo con la voz, también con las composiciones propias, que fueron llegando junto a los rescates de temas populares.

-Así es. Se suele decir que la propuesta de Alboka es hacer canciones antiguas al nuevo estilo y las nuevas, a la manera tradicional. Alan es un experto en componer temas nuevos que parecen tener 200 años.

Y siempre con esa mezcla peculiar entre el folk vasco y el celta.

-Exactamente. Alan se enfada a veces cuando se lo dicen, pero es inevitable, al ser irlandés, por su fraseo, los propios instrumentos usados, como el bouzuki... Hay mucha afinidad entre ambas culturas y músicas. De hecho, Alan tiene el proyecto de hacer un disco pastiche con 12 o 15 temas. Diríamos que sería un cancionero inédito descubierto, pero serían temas actuales.

Hoy actúan en el Teatro Arriaga, en su foyer, en un formato íntimo, cercano al público y en el marco del ciclo 'Literatura eta musika euskaraz'. ¿Qué tendrá de especial la cita?

-En el Arriaga, por lo del ciclo, nos debemos a esa segunda y posterior faceta nuestra, la vocal. Haremos hincapié en los temas cantados. Sonarán los del último disco, en los que nos apoyamos en escritores y bertsolaris como Xabi Paya, Amets Arzallus o Harkaitz Cano, y de otros anteriores que hacía tiempo que no tocábamos, en más de un caso.

¿Qué formación presentarán?

-En la gira de Lurra, ur, haize llegamos a ser ocho músicos en el escenario, con contrabajista y percusionista. Como era volver a la carretera tras mucho tiempo y celebrar el aniversario, echamos la casa por la ventana. Así hemos girado todo 2019. Acabamos en el Arriaga, terminamos gira. Y como no cabe el octeto en el foyer, seremos el cuarteto básico: Alan, Xabi, el bouzuki de Juanjo Otxandorena y yo. Quizás con la guitarra y la mandolina de Iosune Marín, en quinteto en algunos temas. No cabemos más.

Antes del último disco giraban siempre en cuarteto, creo recordar.

-Así es. Y ahora que nos están llamando para algunos festivales de verano en Irlanda, iremos también en cuarteto.

Siempre han tocado mucho fuera, casi más que en Euskal Herria.

-Si miramos el listado de conciertos, es así. No lo digo como un reproche o queja por falta de reconocimiento. Sabemos que esto es pequeño, y da para lo que da. Y nos sentimos a gusto, ¿eh? No nos hemos emperrado en actuar más en nuestra tierra para no dar la imagen de pertenecer a la plataforma de los indignados (risas). Hay que dejar al mercado que se regule él, aunque hay casos dolorosos, como lo que pasó con Oskorri. Acabaron muy quemados después del enorme trabajo que habían realizado. Ellos no querían abandonar, fue el mercado.

¿Qué pasa con ese sexto disco? ¿Lo veremos y escucharemos más o menos pronto?

-El último que hemos grabado iba a ser un disco a dúo, entre Alan y yo. Solo acordeón y flauta, los dos lasai ahí. Igual el próximo puede ser algo así, aunque luego llega la tentación de vestir las composiciones una y otra vez (risas). Además, ahora se graba de forma totalmente diferente. Antes ibas a un estudio 15 días y grababas... y punto. En estos momentos que se graba en casa, el proceso se alarga, haces, deshaces, te lo replanteas todo... Así, el anterior álbum nos llevó acabarlo dos años. Además, Alan está preparando un libro, Europako sasi baladak, que podría ampliarse también a disco y que demuestra que hay muchas baladas que creemos que son tradicionales y nuestras, pero que proceden de otros países, de Alemania o Francia, con textos similares. Es un proyecto muy interesante.