BILBAO.La expectación era ayer máxima en el Museo de Bellas Artes de Bilbao. Sir Norman Foster, el prestigioso arquitecto británico que ha diseñado algunas de las construcciones más emblemáticas del mundo, entre las que se encuentra el Metro de Bilbao, compareció en la pinacoteca bilbaina para explicar las mejoras realizadas en el proyecto que redacta para llevar a cabo la ampliación de la pinacoteca bilbaina. Una propuesta, en la que colaborará con el arquitecto vasco Luis María Uriarte, y con la que se impuso a otros expertos internacionales que optaban a realizar el ambicioso proyecto que aportará al museo situado del parque mayor visibilidad y protagonismo internacional.

“Es un día histórico”, dijo sin tapujos Norman Foster (Reddish, Stockport, Reino Unido, 1935), antes de desvelar algunas de las claves del nuevo edificio en un acto en el que estuvo acompañado por el diputado general de Bizkaia y presidente del Patronato del museo, Unai Rementeria; el consejero de Cultura y Política Lingüística del Gobierno vasco, Bingen Zupiria; el alcalde de Bilbao, Juan María Aburto; el director del Museo de Bellas Artes, Miguel Zugaza, así como por integrantes del Patronato y de miembros del jurado del concurso de ampliación.

Respeto y sostenibilidad

Foster calificó el museo como un “edificio simbólico y muy valioso, un puente entre culturas, que sigue la tradición de la ciudad”, por lo que su punto de partida para el proyecto es “la propia ciudad”. Para ello, apostó por “reabrir las puertas originales del edificio antiguo del museo” a la nueva urbanización desarrollada en la Plaza Euskadi. Esto conllevará la modificación y reordenación del tráfico rodado que discurre por dicha plaza. Insistió además en que el proyecto respetará lo máximo posible el anterior museo: “Cuanto más puedes guardar, regenerar, mejor es el proyecto. Nuestro punto de partida es que este edificio es muy valioso”. El arquitecto británico defendió que el impacto visual de su proyecto de ampliación es “amable” con su entorno arquitectónico y que consigue un “equilibrio” entre la nueva estructura de la bóveda, de carácter futurista, los edificios del entorno y del propio Museo de Bellas Artes. El proyecto, además de mejorar la integración en la ciudad, incorporará placas solares y sistemas de captación de la luz natural, lo que ahonda en el camino de la sostenibilidad.

Foster sorprendió al anunciar que ganará 2.000 metros cuadrados más de los previstos en su primer proyecto, al diseñar una segunda galería en la bóveda donde antes solo estaba prevista una, lo que hace innecesario trasladar servicios del museo a un edificio externo. Esto supondrá además un ahorro financiero importante. “Todo el conjunto quedará más integrado, hacia dentro y hacia fuera”, explicó el arquitecto, quien confesó en su intervención que la idea de crear la segunda planta en la nueva bóveda del edificio para ganar más espacio a la ampliación, surgió “a primeros de este mes” y que todavía tendrá que refinar y ajustar más el proyecto en los próximos meses, junto a sus colaboradores.

En cuanto a la idea inicial de levantar la escalera que se encuentra en el atrio de la antigua entrada principal para franquear el acceso a la nueva galería cubierta que creará en la actual plaza al aire libre donde está el estanque con el monumento a Arriaga, explicó que al final optan por mantenerla y construir un pasadizo o rampa bajo esa estructura. Esa conexión era uno de los requisitos presentes en la convocatoria, con la intención de convertir esa Plaza del Monumento a Arriaga en “el nuevo corazón del eje vertebrador del museo”, con un espacio expositivo cubierto que contará en el techo con un gran óculo para filtrar la luz natural al interior de la nueva galería.

Preguntado por si todavía mantiene abierta la posibilidad de que, a pesar de todo, tenga que construir bajo rasante algún espacio, Foster respondió que “sí, todo es posible, aunque en este sentido la pregunta es para qué. Las obras de arte se conciben con luz natural y exponerlas bajo tierra es enterrarlas y no incluir en su exhibición la naturaleza, las sombras o la luz natural”. Asimismo consideró que “para construir bajo tierra, primero tienes que destruir lo que hay encima y eso, desde el punto de vista de la sostenibilidad, no tiene ningún sentido”.

Norman Foster adelantó que es pronto para determinar qué materiales utilizará para la ampliación, pero explicó que el color principal sobre el que trabaja gira en torno a la búsqueda de “un tono muy ligero, a partir de cómo funcionará con la luz exterior del entorno natural”. En ese sentido, se decantó por un tipo de piedra blanquecina o de cristal blanco de vidrio traslúcido que refleje en la mayor medida posible “la luz natural y del propio cielo de Bilbao”.