Bilbao - Vanesa Fernández Guerra (Durango, 1980) aborda la 61ª edición de Zinebi, la segunda como directora, convencida de seguir con los ejes del festival: apostar por un cine independiente, por las óperas primas y dar presencia al cine vasco. 57 cortometrajes de 29 países competirán en la Sección Oficial hasta el día 15.
El año pasado se estrenó como directora de Zinebi. ¿Cómo aborda esta edición?
-Efectivamente, el año pasado asumí la dirección del festival, pero yo siempre digo que detrás de una buena directora tiene que haber un equipo realmente bueno, y en este caso se cumple. El año pasado cambiamos un poco las líneas del festival y dimos lugar a las mujeres iraníes y este año seguimos con las palestinas. Por eso, sigo un año más muy contenta con el equipo que tenemos detrás, y sobre todo con el trabajo que hacemos durante todo el año.
Cada vez proliferan más festivales que pueden ir en la línea de Zinebi, pero ¿qué hace a este especial?
-El rasgo identitario del festival es que es de categoría A en cortometraje y documental, su especialidad. Nos hace especiales y nos diferencia. Y la línea de programación es la que te da prestigio y te diferencia, tanto para el público local como internacional, porque saben que apostamos por la calidad.
¿Por qué esa apuesta por el cine independiente?
-Zinebi, en los 61 años que lleva, siempre ha apostado por eso. En su formato de ópera prima, cortometraje o documental. Nuestra labor principal es apostar por un cine que las salas comerciales no proyectan. Es un escaparate de un cine que el público normalmente no ve, aunque está deseando ver qué pasa en el mundo. Zinebi es una ventana privilegiada para eso.
Explíquese.
-Todos los festivales tienen que generar experiencias cinematográficas per se. Todas las carteleras de los pueblos y ciudades tienen lo mismo, por eso, tienes que ofrecer otro cine, en este caso independiente, al que de otro modo el público no tendría acceso. Es una tarea de gran responsabilidad. Además, es un punto de encuentro con directores y productores que nos visitan; sin olvidarnos, cómo no, de nuestras creadores y productores.
¿Qué novedades presenta esta edición?
-Tenemos tres Mikeldis de Honor a diferencia de otras ocasiones, pero creíamos que todos ellos eran merecedores. Tenemos dos secciones oficiales, tanto la de cortos como óperas primas donde la mayoría son estrenos. Eso también te hace fuerte internacionalmente, porque la selección es muy rigurosa y tiene mucha calidad. Por otro lado, si el año pasado dedicábamos un foco a las mujeres iraníes este año lo hacemos con las palestinas. Si ya es difícil ser mujer allí, imagínate ser mujer y encima directora, con todo lo que eso conlleva. Es importante que además de ser un punto de encuentro seamos también esa ventana abierta al mundo para mostrar películas que de otra forma no se haría.
¿Por qué se ha optado por estos tres Mikeldis de Honor?
-Los tres se han preocupado de dar voz a gente que si no, no la tendría. Además, todos son merecedores del premio. Es un privilegio para Bilbao tenerles aquí, brindarles este homenaje, ver sus películas y fomentar sus encuentros. De hecho, con Claire Simon haremos una masterclass, que para mí es un privilegio.
Ya en la presentación se comentaba que Zinebi no es un festival de alfombras rojas. Sin embargo cuenta con estos Mikeldis de Honor, que son ‘pesos pesados’ en el mundo cinematográfico.
-Sin duda. Wang Bing podríamos decir que es el documentalista del siglo XXI. Mészáros es parte de la historia del cine, historia con mayúsculas. Y Claire Simon tiene mirada totalmente intimista y una mirada autoral tremenda, por lo que también se reconoce todo su trabajo.
Además de la Sección Oficial de cortos están otras secciones paralelas, como Zinebi First Film o Beautiful Docs?
-Zinebi First Film está dedicada a un público más joven. Es una sección instaurada hace cuatro ediciones, y el objetivo sigue siendo el mismo: dar la oportunidad de mostrar óperas primas de directores que en algunos casos ya han pasado por aquí con sus cortos, pero esta vez se lanzan con los largos. Es un trabajo muy arduo. Y Beautiful Docs es una sección muy querida, porque reúne los mejores documentalistas del mundo. Es una sección no competitiva, en la que se puede ver el desde el último documental de Alain Cavalier hasta las obras de Rita Azevedo Gomes, o un documental que es básico Sans Frapper/That wich does not kill sobre la violación de una chica donde se cuestiona qué lectura se hace depende de a quién se pregunte y cómo se haga. Y no me olvido, obviamente, de nuestros directores y productoras vascos. Estrenamos documentales como el de Larraitz Zuazo y Bertha Gaztelumendi, estrenos absolutos y maravillosos, y con mirada femenina. Se nota que son mujeres directoras.
¿Por qué lo dice?
-Porque el documental siempre ha sido un género donde históricamente las mujeres nos hemos sentido muy a gusto. Muy pocos productores confían en nosotras, por eso, el documental propicia que sea un equipo pequeño de rodaje, facilita que tú seas mucho más libre para mostrar la realidad, y también que tu mirada femenina y feminista afloren más que en una encorsetada ficción. Por esa razón, el documental y también la animación son lugares muy de mujeres directoras.
El porcentaje de directoras es alto. El pasado año llamó la atención que el jurado estuviera conformado en su totalidad por mujeres. ¿Es uno de los ejes del festival?
-Sí, sin duda. Como directora y también como mujer creo que hay que apostar por las mujeres en todos los eslabones de la cadena cinematográfica. No solo en programación (directoras, productoras). Para empezar, es importante hacer hincapié en quiénes trabajamos en el festival, quiénes decidimos las películas. Por eso, en nuestro equipo hay mujeres. En segundo lugar, los jóvenes creadores y creadoras necesitan referentes, y ahí, el mundo académico es imprescindible. Tienen que tener referentes de mujeres. Y también hay otros ámbitos, donde es importantísimo que haya mujeres. Mujeres periodistas, críticas especializadas... todo lo que rodea al cine. Hay que tener en cuenta a cada una de las personas que forma parte de la cadena.
¿Qué lugar ocupan las producciones vascas?
-Es gran parte de nuestro cometido, también es traer todo lo mejor que sucede en el mundo este año, honoríficos, ciclos... Pero sin olvidarnos de los cineastas vascos, que siempre tendrán mucha presencia. Es importante que en un festival internacional nuestras producciones y directores tengan un lugar.
¿En qué lugar se sitúa Zinebi internacionalmente?
-En un lugar muy privilegiado. Asisto a muchos festivales de categoría A, tengo reuniones con distribuidores, productores y directores que quieren estrenar en Zinebi, y por eso tenemos tantos estrenos, porque la gente internacional sabe que Zinebi es un lugar muy importante.
¿Cómo afronta Zinebi su futuro? ¿Qué retos tiene?
-El gran reto por el que tenemos que trabajar es que Zinebi siga siendo una cita internacional ineludible, tanto para la gente que nos visita como para la gente de Bilbao. Para eso solo queda trabajar, ser rigurosos con la selección y programar focos específicos que atiendan por un lado al lenguaje cinematográfico contemporáneo, pero también a los cambios sociales. No hay que olvidar que el cine, como el resto de las artes, se implica en un contexto social, político y cultural determinado. Eso propicia que el cine sea la gran herramienta para interpretar el mundo y cambiarlo, que falta nos hace.