donostia - Ricardo Darín presentó ayer en Zinemaldia La odisea de los giles, una comedia que dirige Sebastián Borensztein en la que un grupo de argentinos que lo han perdido todo tras el corralito se toman la revancha, con la idea de que “ganen alguna vez los que siempre pierden”. “Los argentinos tenemos la gran gimnasia de atravesar crisis y sobrevivirlas, y volver a renacer; quién sabe si no será ésa nuestra característica principal, renacer todo el tiempo”, dijo el actor argentino en una rueda de prensa en la que compareció parte del equipo de la cinta, en la que tanto Ricardo, como su hijo Chino, también en el elenco, participan como productores.

Para entender lo que es un “gil”, explica Darín, hay que pensar en “esos ciudadanos atropellados quien ha sufrido el rigor de la burocracia en cualquier parte del mundo, el que paga primero y reclama después, el que agacha la cabeza y acepta normas que no han sido discutidas apropiadamente”. Aquí, en España, recuerda, los llaman “pardillos”.

“Nos ha pasado a todos, y todos guardamos un poquito esa sensación de ver si algún día ganan los buenos”, apunta Darín para quien “esa problemática que plantea la película es de comprensión automática en cualquier parte del mundo”.

Adaptación de una obra de Eduardo Sacheri titulada La noche de la Usina publicada en 2016, La odisea de los giles ocurre en un pueblo lejos de la urbe donde un grupo de agricultores crea una cooperativa, cada uno con lo que puede aportar, para comprar una antigua fábrica y relanzar la vida laboral que necesitan para sobrevivir. Justo en el momento en que van a concretar la operación bancaria se declara el corralito y todo cuanto invirtieron se diluye en la nada; el fracaso tendrá efectos mucho más allá. Y se masca la venganza. Porque, igual que ocurre en la cinta, explica Darín, lo que da inicio a la historia, el corralito de 2001, “no fue sólo un problema económico financiero. Hubo gente que pasó momentos muy duros, se perdieron vidas, modificado familias, gente que se autoexilió. El dolor acumulado es muy grande”.

Borensztein, director y guionista, señaló que tuvo que variar la historia original porque en la novela no se sabe hasta el final qué es lo que están organizando -en la película se ve todo el desarrollo-, y también cambiaron algunos papeles femeninos, porque notaron “el desbalance de género”. - Efe