el tiempo y el espacio también son coordenadas musicales. Así, lo que en un momento, independientemente de su importancia, puede parecer un hecho aislado, adquiere una mayor y más brillante dimensión cuando se pone en contexto.

Hasta el Escenario Verde llegaron ayer, durante el concierto de inauguración de la 54ª edición del Jazzaldia, sensaciones del pasado, sentimientos de otra época. Como estaba organizado y programado y, por lo tanto, así ocurrió, la reina del folk, Joan Baez, a la media hora de iniciar el concierto se arrancó con Txoria txori -“Me tenéis que ayudar con esta”-, que en el año 2006, en otro eje temporal pero en el mismo eje espacial, cantó Mikel Laboa en aquello que se conoció como el Concierto para la Paz -el último espectáculo en vivo para el del Antiguo, que para entonces ya se encontraba enfermo-.

El público, como ya hiciera en la Zurriola con Laboa, vitoreó el momento y acompañó a la neoyorquina en los coros -hubo estrofas que la cantautora simplemente tarareó para que la playa sintiese aún más suya la canción- de este tema basado en un poema de Joxan Ar-tze y que fue interpretado públicamente por Baez por primera vez en 1988 en un concierto que tuvo lugar en la plaza de toros Vista Alegre de Bilbao, que fue grabado en directo y publicado un año después con el nombre Diamonds & Rust in the Bullring.

La canción que dio nombre a ese LP en directo y a otro de estudio trece años antes, Diamonds & Rust, que también se pudo escuchar ayer en el arenal casi recién iniciado el concierto, fue escrita por la reina del folk, y se ha vinculado siempre a la complicada relación sentimental y profesional que mantuvieron Baez y Bob Dylan durante los 60 y los 70.

Coordenadas musicales de otro momento y otro lugar, que trascienden y se vuelven a relacionar con aquel Concierto por la Paz en el que Laboa teloneó a Dylan y, además, con la inauguración del 54º Jazzaldia, en el que la reina del folk se embriagó tanto del espíritu de Laboa como del de Dylan, del que versionó Don’t think twice, I’ts al right -con la que inició el concierto pocos minutos antes de lo que estaba previsto-, It ain’t me, babe y Forever Young. Tampoco dejó pasar la oportunidad de interpretar en un buen castellano -su padre era mexicano- Llegó con tres heridas, con letra de Miguel Hernández y cantada por Joan Manuel Serrat.

Pese a visitas recurrentes a Euskal Herria durante los últimos años, a sus 78 años, esta cantante y activista, que inició su carrera en 1959 en el Newport Folk Festival y que diez años después fue una de las estrellas de Woodstock, se encuentra de despedida mediante esta gira titulada Fare thee well... Tour. Por lo tanto, las miles de personas que se acercaron ayer hasta la Zurri asistieron a uno de sus últimos shows antes de que se despida definitivamente el próximo domingo en Madrid.

mensaje social Tras el iniciar con Dylan, Joplin -Me & Bobby McGee- y Serrat, enfrentó un concierto que apenas duró hora y veinte y en el que llegó a tocar hasta 22 canciones, la mayoría versiones, como suele ser habitual. En el Escenario Verde estuvo acompañada por su hijo Gabriel Harris (percusión), Dirk Powell (mandolina, guitarra, bajo, piano, violín), y Grace Stumberg (voz). Pasó enseguida al mensaje social para hablar, a través de Deportee, incluido en su disco Bles are? (1971), de aquellos “mexicanos sin nombre” que cruzan la frontera de EEUU.

Un “bloque” de canciones “sobre la libertad” de la “época de Martin Luther King” vino después: No more auction block que unió con Oh, freedom, que el público siguió con las palmas. Al movimiento feminista dedicó Ain’t gonna let no body turn me around.

President sang Amazing Grace, de Zoe Mulford, incluida en su último disco Whistle down the wind, le sirvió para narrar el caso de un tiroteo ocurrido en una iglesia negra de Charleston, en EEUU, un caso que llegó a hacer enmudecer al propio Barack Obama, que solo pudo cantar el himno cristiano Amazing grace.

A Suzanne, de Leonard Cohen, le siguió otra con nombre propio, Joe Hill, la “canción sobre un hombre que quiere hacer un mundo mejor”; que sirvieron de antesala para The Boxer, de Paul Simon, que provocó también una respuesta por parte del público a la altura de Txoria txori.

House of rising sun, que Baez registró en su primer álbum -años después se haría popular con The Animals- sirvió para que Powell se luciese con un breve solo de contrabajo que hizo aplaudir a la gente.

Como ha sido habitual en esta gira de despedida y como una especie de declaración de intenciones, antes del encore interpretó Gracias a la vida -”que me ha dado tanto”-, original de Violeta Parra y que dio nombre al disco que publicó en 1974 en contra de la dictadura de Augusto Pinochet.

Tras Forever Young llegó Imagine, de John Lennon, que fue introduciendo verso a verso del estribillo a los que se acercaron hasta el arenal para que respondiesen como lo habían hecho hasta la fecha, cuestión que logró más satisfactoriamente con Nicola & bart, antes de abordar el último tema. “Maravillosa compañía y maravillosa vista”, se complació antes de cantar No nos moverán, canción que también se incluyó en el disco contra el golpe de estado que sufrió Allende.

En el segundo bis, con Joan Baez sola con la guitarra, y ya sí, con ánimo de despedida, la exponente de la canción protesta cantó sola con la guitarra la popular Dink’s song (Fare thee well). Que a ti también, Joan, te vaya bien.

jazz band ball La jornada inaugural con el tradicional Jazz Band Ball se inició a las 19.30 horas con varios conciertos simultáneos en escenarios que se situaron en espacios situados en la trasera del Kursaal. El proyecto internacional de Mikel Azpiroz, Elkano Browning Cream, presentó su último trabajo, Bor Bor, mientras que el anglo-nigeriano Ola Onabulé hizo lo propio con It’s the Peace that Deafens. De la misma manera, Rei, la cantante y guitarrista nueva exponente del blues-pop japonés, inauguró el Ciclo que el Jazzaldia ha programado con artistas de aquel país.