Bilbao - Infatigable y risueño, el septuagenario saxofonista y clarinetista Paquito D’Rivera clausura hoy el 34º Getxo Jazz con un concierto de latin-jazz incluido en la gira Cariberian Tour y centrado en los fados y temas de músicos clásicos españoles como el Maestro Rodrigo, Falla, Albéniz y Granados. “Mi vida comenzó al escuchar un disco de Benny Goodman”, explica el músico cubano.

Se estrena en el festival de Getxo a su edad... Es curioso porque aquí han tocado ya grandes músicos amigos suyos como Michel Camilo o Chucho Valdés.

-¿Estuvieron por ahí los bandidos esos? (risas). Me acuerdo mucho del trabajo que hicimos Chucho y yo en Irakere y de los inicios de Michel en mi propio grupo. Él escribía antes música para una compañía hasta que trabajó conmigo. Fue un buen periodo para mí, estaba rodeado de grandes músicos ya entonces.

¿Qué recuerda de Irakere? Mucha gente defiende su importancia y su papel como grupo pionero en la música cubana moderna.

-Es cierto que hubo un antes y un después de Irakere, que fue un grupo muy original. Hicimos cosas únicas, juntamos muchos estilos. De hecho, creo que fuimos el primer grupo que juntamos jazz con música clásica y también folclórica. Lo que saliera, en definitiva.

Y tenía un componente bailable muy acusado. ¿Le gustaba a usted?

-A mí, no (risas). No demasiado aunque también me divertía cuando había que bailar.

Bailar está bien también ¿no?

-Claro que está bien, es bueno mover el esqueleto (risas).

El papel de la Orquesta Cubana de Música Moderna, grupo en el que militó, también fue muy importante para la isla.

-Eso fue antes que Irakere, fue su precedente.

Allí ya hacían ustedes algo de jazz...

-Sí, y también música comercial; acompañábamos a varios cantantes.

¿Es cierto que el régimen castrista abominó del jazz en sus primeros años por considerarlo imperialista?

-Totalmente cierto y nada novedoso porque Mao Tse Tung ya lo hizo, igual que la Unión Soviética con Brézhnev desde los años 60. El escritor Milan Kundera escribió sobre ello porque afectó también a su país, a Checoslovaquia. Donde aparece el comunismo no crece más la hierba. Allí, en Cuba, a nosotros nos trataron muy mal, había que estar muy calladitos.

¿Qué supuso para usted el jazz cuando lo descubrió?

-Recuerdo que fue con un disco del clarinetista y director Benny Goodman que tenía mi padre en casa. Es un disco que grabó décadas antes pero que no se publicó hasta 1966. Ahí comenzó mi vida (risas).

Be bop, estándares, música clásica, raíces latinas... ¿Esa es su vida: diferentes músicas y estilos?

-A mí me gusta la música. Duke Ellington decía que había música... y la otra cosa ésa (risas).

La buena y la mala, en definitiva.

-Hay estilos indefendibles, como el reggaetón. Prefiero no hablar (risas).

¿Es cierto que la defensa a ultranza de la música propia por parte del régimen de Castro y sus ataques al jazz le hicieron renegar del folclore cubano?

-Lydia Cabrera, una folclorista que fue a estudiar a Francia; dijo en su día que había descubierto Cuba a orillas del Sena, en París. A mí me pasó estando ya exilado en Estados Unidos, junto al Hudson. “En casa del herrero, cuchillo de palo”, decía el refrán. Eso sí, ahora tienen un festival de jazz importante en Cuba (con ironía).

Con Trump se han enfriado las relaciones entre Cuba y EE.UU...

-Da igual quién esté de presidente porque en Cuba no se hace nada positivo, lo obstaculizan todo. Dicen que empieza a haber cambios. ¿Qué cambios? Por ejemplo, ¿por qué no puedo ser yo presidente, como cualquier otra persona, si quiero serlo? Al presidente lo ponen y quitan ellos, el régimen. No lo permiten. Ellos nos han echado de allí, al exilio, que es muy duro, porque no nos dejan participar en nada. Lo último que he oído es que van a cultivar avestruces para que la gente coma. ¡Coño, si no han podido cultivar pollos! ¿Cómo van a lograrlo con avestruces? ¡Y los cubanos son tan pendejos que se lo creen! (risas).

Del otro lado también se podrían tender algunos puentes, ¿no cree?

-Sí, caer a bombazos a esos desgraciados de una vez. Desgraciadamente, ninguna dictadura se va sin más.

Si no le entiendo mal, parece una utopía que vuelva a pisar su tierra.

-No mientras estén ellos. Yo quería muchísimo a mi abuelo, que fue un héroe de la Guerra de la Independencia, pero la gente de Cuba ya no es la misma. ¡Si ni hablan igual que antes! Yo no los entiendo, son otra cosa.

Ha publicado un disco reciente compartido con el percusionista Mark Walker (Oregon), pero llega a Getxo con una gira especial, ¿verdad?

-Ese disco llevaba tiempo grabado... La gira actual se llama Cariberian Tour. Por Iberia (España y Portugal) y el Caribe. La empezamos en las Islas Canarias y hacemos música de Lecuona, Falla, Granados, el maestro Rodrigo, Albéniz...

Entonces sonarán, a ritmo de jazz, ‘El concierto de Aranjuez’, ‘Suite Iberia’...

-Ésa es la idea, música española que suene a ritmo de jazz latino. Van extractos de las obras que nombra. Con El sombrero de tres picos, de Falla, no nos hemos atrevido todavía (risas). Sería buena idea. A todos esos maestros españoles, especialmente a Falla, les he seguido tiempo. Me gusta mucho La danza del fuego, por ejemplo. Son cuatro o cinco de los grandes nombres de la música española.

¿Suena bien la mezcla?

-Creo que sí, juntamos la obra original con música cubana y algo de Brasil. Suena como si el maestro Rodrigo hubiese nacido en Matanzas (risas). Y toco con una gran banda de músicos cubanos y brasileños, como Pepe Rivero al piano o Renier Elizarde, alias El Negrón, al contrabajo. Seremos un septeto.

De la gira saldrán un disco y un documental.

-Esos son los planes, sí. Empezamos a filmar ahora algo de los conciertos y todavía no se sabe si el disco será en directo, directamente de la gira; o se grabará en estudio después.

¿Sigue publicando libros después de aquel ‘Mi vida saxual’ (My sax life)?

-Sí, escribí dos más: Retratos y paisajes y Letters to Yeyito: Lessons from a life in music. Éste, en inglés, es como un epistolario que escribo a un imaginario estudiante de música, Yeyito, al que doy consejos. Me gusta mucho escribir cuando tengo tiempo. Ahora no puedo, ya que acabo de terminar un concierto para cello y clarinete, para Yo-Yo Ma. Es muy buen músico, el chino ése (risas). Y estoy en otro para trompeta, dedicado al gran instrumentista venezolano Pacho Flores, que vive en Valencia.