Bilbao- La capacidad de Rozalén para contar historias reales a través de la música le ha llevado a cosechar muchos éxitos. “Tengo miedo de que se pase porque todo es muy bonito”, cuenta. Su primera canción, 80 veces, fue publicada en 2012 pero años antes ya se dedicaba a la música. Desde octubre de 2017, Rozalén se encuentra inmersa en una gira internacional con su tercer álbum Cuando el río suena..., un disco en el que comparte experiencias personales y familiares y en el que, además, también canta al feminismo. Mañana lo presentará en la plaza del Kasko de Sestao, a las 23.00 horas.

Lleva casi dos años inmersa en la gira de su tercer álbum Cuando el río suena... ¿Cómo está viviendo la evolución de su carrera?

-Han pasado siete años desde la primera canción, 80 veces, y creo que todo ha ido muy rápido. Pero, en realidad, ha sido un trabajo que se ha cocinado a fuego lento porque antes de sacar la primera canción llevaba tocando un montón de años. Lo que ocurre es que parece que cuanto más pasa el tiempo todo se vuelve más rápido y suceden cosas cada vez más gordas. Tengo miedo de que se pase porque todo es muy bonito, así que ojalá no se pare todo esto.

En su último disco comparte experiencias personales y familiares. ¿Es de ahí de donde le viene la inspiración para componer las canciones?

-Precisamente eso. Este año estaba pasando una racha regular personalmente y me encerré bastante en casa. Las historias de mi familia, en realidad, se me fueron poniendo delante. Para la canción Justo, que trata sobre la historia de mi tío abuelo que fue de la Quinta del Biberón y el único soldado que no volvió, me puse a estudiar e investigar y encontramos la fosa donde está enterrado. La canción El hijo de la abuela, en la que hablo de Miguel, el vasco, también fue un encuentro. Son historias que tenía que contar porque creo que tenía que ser así. Respecto a las canciones más personales, eran unas vivencias que tenía que soltar, que vomitar de alguna manera, y qué mejor que con música. Ha sido todo un poco predestinado.

De todas las canciones, ¿cuál ha sido la que más le ha costado escribir?

-Justo me costó bastante. Empecé a hacerla y la terminé al cabo de varios meses. Además, cuando encontré la fosa fue como el estribillo perfecto. Las demás no me costaron tanto.

¿Por qué tuvo la necesidad de contar esa historia?

-Porque cuando contamos la historia de la gente les damos una identidad. Es una especie de homenaje y, encima, es mi familia. Es necesario contar nuestra historia. Cuando viajamos a Guatemala fui haciendo un diario y las mujeres del pueblo indígena me decían que el hecho de que yo hablara de ellas en redes sociales, contando su historia, era como si les diera una identidad. De repente sentían que existían porque alguien les nombraba. Y eso es tan bonito y tan bestia... Por eso tenemos que contar nuestra historia, la de nuestro pueblo, nuestro país y nuestra familia, porque les estamos dando valor.

La canción ‘El Hijo de la Abuela’ está directamente ligada a la historia vasca. ¿Qué le ha ofrecido esa canción y por qué quiso contar esa historia?

-Necesitaba contarlo porque a mí nunca me habían explicado la historia del País Vasco. Igual que tampoco nos han contado en el colegio qué pasó realmente en la Guerra Civil o lo que fue realmente La Transición, que no fue tan bonita como se pinta. Esta canción me ha unido mucho más al pueblo vasco, he entendido por qué la gente ha sido tan prejuiciosa con los vascos y, sobre todo, he aprendido que no todo es blanco o negro, porque también hay grises. Que todo nace de algo que es necesario conocer. Evidentemente, yo nunca, jamás, voy a defender la violencia porque ahí se pierde la razón que se tiene. Pero en un principio era un movimiento antifranquista y hay que ser consciente de las cosas. Además, mi abuela me explicó que ningún ser vivo tiene que quedarse en la puerta de nadie, por eso ella dio cobijo a Miguel cuando llamó a su puerta.

La violencia de género está al orden del día y ‘La Puerta Violeta’ es un portazo al machismo. ¿Qué significa esa canción?

-Buf... Me ha dado demasiadas cosas, lo primero a nivel personal. Soñé con ese tema porque me tenía que liberar de muchas cosas. Es lo más potente que me ha pasado con una canción. Se la escucho cantar a tanta gente, la usan tanto en los colegios, ha sido nominada a los Latin Grammys de Las Vegas... Que una canción feminista llegue tan lejos es mucho. También ha llegado a Latinoamérica, donde existe mucho machismo, aunque también lo sigue habiendo aquí. Creo que no soy consciente de todo lo que me ha dado La Puerta Violeta, ni tampoco quiero serlo porque si no se me va. Pero es muy bestia todo lo que pasa alrededor de esa canción. Es muy liberadora, la disfruto mucho cada vez que la canto.

Su primera canción trata sobre un viaje en patera. ¿Cree que la música puede cambiar el panorama social?

-La cultura en general, el arte y la música siempre han estado detrás de los movimientos históricos y sociales. Creo que es un arma para decir cosas pero de una manera pacífica. No sé si puede cambiar el mundo pero puede hacer reflexionar a la gente. Me encanta trabajar mucho determinados temas para currar con la empatía, que al fin y al cabo todo se resume en eso. Si somos capaces de ponernos en la piel del otro entenderemos muchas cosas y no permitiríamos muchísimas cosas que ocurren. Creo que hay que hacer canciones que sirvan.

Está muy vinculada a los asuntos sociales y hace sus conciertos accesibles porque le acompaña Beatriz Romero, su intérprete de lengua de signos. ¿Cómo surgió todo eso?

-Encontrarme con Bea fue una casualidad. Cuando te encuentras con un ser tan brutal como Bea, tan artista, tan carismática, supe que teníamos que hacer algo juntas y, además, el feeling que tenemos es innegable. De hecho, la gente se piensa que somos hermanas (risas). Además, que Bea sea parte de la banda es una declaración de intenciones. Que mis conciertos sean inclusivos es un hecho que habla por sí solo. Si nosotros desde nuestros conciertos decimos que puede venir absolutamente todo el mundo, estamos diciendo que creemos en un mundo más justo y más igualitario. Las personas sordas también necesitan ir a eventos musicales.

Mañana actúa en Sestao. ¿Qué es lo que ofrecerá?

-Mucha alegría. Todo el equipo amamos mucho el País Vasco y, además, ahora tenemos una persona en el equipo que es de Bilbao. Somos muy disfrutones en el escenario. Da igual dónde toquemos porque siempre intentamos que la gente se lo pase de maravilla. Pero es verdad que aquí arriba da mucho gusto porque, además, sabemos que vamos a comer rico (risas).

¿Podría definir de alguna manera al público vasco?

-La verdad que sí que notamos diferencia entre Bilbao y las demás ciudades. Aquí hay un ambientazo y un buen rollo... En todos los lados lo hay, pero me parece que es como de los públicos más fieles, más serios y a la vez más divertidos. Y mira que tenéis fama de fríos, pero para mí ha sido todo lo contrario. Será también que tengo muchos amigos vascos y los veo muy similares a mi forma de ser. Me encanta.

¿Hay algún mensaje que no se le olvida trasladar en los conciertos?

-En realidad lo que digo en las canciones ya es bastante pero me gusta mucho cómo terminamos. Siempre decimos: En la vida tenemos solo dos opciones; o bailamos o no bailamos. Y hemos venido a bailar. A mí me parece que es como una filosofía de vida y me encanta. Ves a la gente cómo se pone a bailar y se van con ganas de vivir, que es como también empezamos el concierto, con los versos de Benedetti. Y es que la vida hay que vivirla con intensidad.

¿Qué proyectos futuros tiene?

-Evidentemente ya estoy componiendo canciones nuevas. No tengo una fecha exacta para la publicación del próximo disco, puede que el año que viene pero es algo que no sé todavía. Tengo varios proyectos en la cabeza de discos que sean más de investigación. Me encantaría hacer folk, algo que me permitiera cantar en todos los idiomas del Estado, que me parece muy patriota para los tiempos que corren y muy necesario. Yo, además, vengo del folk y creo que en algún momento tengo que hacerlo sí o sí. Tengo mil cosas en la cabeza. Con la ONG Entreculturas también hay pensamiento de que me vaya a un campo de refugiados, a seguir el activismo en otro lado. Tengo varias ideas en la cabeza y no puedo parar.

“Que mis conciertos sean inclusivos es una declaración de intenciones. Las personas sordas también necesitan ir a eventos musicales”

“Todo el equipo ama el País Vasco. Es uno de los públicos más fieles, más serios pero a la vez más divertidos”

Lugar. Mañana, 24 de junio, Rozalén actuará junto a su banda en la plaza del Kasko de la localidad de Sestao.

23.00

Rozalén se subirá a las tablas del escenario a las 23.00 horas.