Basauri - La bilbaina Ana Riaño fue una de las grandes protagonistas en la tarde de ayer en Basauri. En el día en el que la Beca Otaola celebró su trigésimo aniversario, fue inaugurada la exposición de la artista ganadora de esta beca artística el año pasado. Su proyecto RR.SS., Facebook, Instagram y otras artes convenció al jurado con una idea que más tarde fue cogiendo forma hasta que ayer, en la Torre de Ariz de Basauri, vio la luz ante muchos aficionados al arte. Entre ellos, el director del Museo de Bellas Artes de Bilbao, Miguel Zugaza; el alcalde de Basauri, Andoni Busquet; el propio Pablo Otaola, en representación de la familia benefactora, o Javier González de Durana, profesor de Historia Contemporánea de la EHU/UPV y exdirector del Museo Balenciaga y de las Sala Rekalde y Artium.

Riaño agradeció a la familia Otaola ese “interés y el apoyo al arte” con una beca como la que otorgan año tras año a artistas que comienzan a dar forma a su obra artística. La bilbaina aseguró que “me ha ayudado mucho para completar mi trabajo”. Por un lado, la Beca Otaola ayuda a la persona que la gana con 3.600 euros, pero además, desde hace unos años, se ha convertido en beca internacional y entra en colaboración con la Cité Internationale des Arts de París, prestigiosa residencia de interés público para artistas locales e internacionales, donde la artista ganadora pasa varios meses al año.

Para ella, la estancia en París “es parte de mi trabajo, ya que sin ese conocimiento adquirido allí, mi trabajo no hubiera sido lo mismo”. Cuando comenzó con su proyecto, lo tenía claro, quería “investigar la confluencia de dos fenómenos diferentes. El primero de ellos, el de la construcción de la identidad en cuanto al artista”.

La idea era ilustrar la imagen que muchos artistas hubieran tenido en las redes sociales, dar respuesta a la siguiente pregunta: “¿Qué imagen podrían proyectar los artistas ya fallecidos y que no convivieron con las nuevas tecnologías?”. Tal y como explica, para poder dar forma a esa idea, su obra se nutre de “diferentes piezas pictóricas en las que retrato estados de redes sociales de artistas, galeristas, directores de museo, críticos de arte y otros agentes sociales de mi entorno: es decir, frases, ideas, fotos, volcadas por estos en Facebook , Twitter, vídeos subidos a YouTube, etc.”.

El giro en su proyecto Riaño tenía claro que la estancia en París la iba a aprovechar al máximo, y “ya tenía pensados muchos de los artistas que iba a retratar” de esa forma. “En París se mantienen muchas galerías tal y como estaban antes, cuando los artistas trabajaban en ellas”, y su intención era visitarlas. No obstante, a medida que trabajaba en su proyecto, “descubrí a muchas artistas que en su época eran reconocidas y que la historia del arte había borrado casi por completo”.

Una tarde que Riaño se encontraba en el Museo Louvre vio en una de las salas cuadros de una pintora que le cautivaron. “Pensé que eran maravillosos y comencé a intentar conocer más sobre ella y su obra”. Fue entonces cuando la artista se dio cuenta de que “había muchas mujeres que habían quedado relegadas al olvido, muchas veces eran parejas de otros artistas, y mientras ellos habían logrado cierta notoriedad, en la actualidad ellas apenas tenían presencia”.

Ese giro es el que ha enriquecido aún más todo su proyecto y que desde ayer puede visitarse en la Torre de Ariz de Basauri, ya que “ha sido clave en el desarrollo y la idea final”. Gracias a su estancia en París, “he podido investigar y crear las capturas de diferentes mujeres artistas de la historia del arte, basándome en sus biografías, como si hubieran convivido con las nuevas tecnologías y redes sociales”. De esta manera, “pretendo que la realidad y la ficción se fundan en un mismo plano de significado y mostrar así la imagen de diferentes mujeres artistas olvidadas por la historia del arte”, concluyó la artista Ana Riaño.