¿Sabía que Michael Jordan se volvía loco con Prince, que la música es para Lebron James “el ritmo de mi corazón” o que Dirk Nowitzki salió de una crisis gracias a una canción de David Hasselhoff? De esas y otras anécdotas está repleto Bailando sobre el parqué (Editorial Milenio), un libro del músico y deportista Oscar Quant que conecta baloncesto y música, principalmente hip hop pero también rock. En sus páginas se entrecruzan Springsteen, The Beastie Boys, Jay Z, Miles Davis, Drake, Loquillo o Grateful Dead con Manute Bol, Abdul-Jabbar, Dennis Rodman, Michael Jordan y Kevin Love.

Prologado por el baloncestista Raúl López, alguien que jugó bastantes años en Bilbao y que siempre ha tenido como pasión la música, ya que su sueño era “jugar en la NBA y ser punkie como Evaristo”, el libro de Quant, que militó en OAR Ferrol y es músico en Skyhooks, una banda que solo escribe canciones relacionadas con el baloncesto, aporta múltiples conexiones entre ambas disciplinas con un muestrario de anécdotas, múltiples fotografías y citas textuales de los protagonistas extraídas de cientos de libros, revistas, documentales y consultas en Internet. El libro está trufado de anécdotas curiosas que relacionan a músicos con el baloncesto.

Disciplina y necesidad Muchos de los deportistas citados reconocen la importancia que la música ha tenido en sus vidas. “La necesito, es como el ritmo de mi corazón y me mantiene en marcha”, explica Lebron James, que ha ido de gira con Jaz Z y Bobby Brown, en cuya boda actuó Beyoncé, adora a Rhianna y solía oír a Kendrick Lamar en las finales en las que logró sus dos últimos anillos. El mítico pivot Abdul-Jabbar llegó a asegurar que “la música me ha hecho mejor persona” y que le ayudó “a ser disciplinado, ambicioso, cuidadoso y dedicado a mi comunidad”, y el cineasta Woody Allen, también clarinetista, suele defender que “el baloncesto es tan importante como la vida misma”.

El libro también recuerda los discos de hip hop que grabó Shaquille O’Neal; los rumores de idilio entre Whitney Houston y Michael Jordan; el pasado baloncestista de Prince, Mick Jagger, Arthur Lee, líder de los hippies Love, y de Loquillo, que compartió canchas con Epi; la pasión por las discotecas de Manute Bol, el larguirucho sudanés que fue el primer africano que ficho por la NBA; la curiosa amistad entre el jugador Rony Seikaly con Bertín Osborne, vía Miami; el libro Diarios de baloncesto, escrito por el poeta y músico Jim Carroll; o las múltiples locuras del tatuado Dennis Rodman, tan excéntrico como las estrellas del rock’n’roll y seguidor acérrimo del grupo Pearl Jam, con el que ha salido al escenario en múltiples ocasiones.

Los ritmos del hip hop están ligados indisolublemente al baloncesto. De hecho, Quant recoge en su libro que “son la dos vías legales de la comunidad afroamericana para ganarse la vida”. A ambos les une el barrio y las canchas callejeras, pero tienen múltiples paralelismos y se exponen juntos en vídeos, canciones, publicidad... “El baloncesto es el quinto elemento del hip hop, con el baile, los grafitis, la música y los Djs”, explica. De hecho, la unión es evidente en los casos de Jay Z, Drake o el español Tote King, y el no comulgar con ambas aficiones le jugó alguna mala pasada “al mejor de la historia”, según el autor del libro, Michael Jordan, que prefería a Prince al rap. Le acusaron de “renegar de la cultura afroamericana”.

Además del rap, otra comparación recurrente entre música y baloncesto lo liga al jazz. Jabbar decía que “cada uno de los jazzmen toca como parte de un equipo” y el autor conecta la improvisación de los músicos con los contraataques. El libro nos recuerda un partido que jugaron Miles Davis y John Lennon y que Winton Marsalis suele equipar a un equipo con un quinteto de jazz, donde el saxo sería el líder, el pívot el batería, el alero el trompetista, los triples serían cosa del solista...

A pesar de su conexión con la cultura negra, muchos rockeros blancos también están ligados al baloncesto. Como Nils Lofgren, guitarrista de Springsteen, o los Beastie Boys, que en giras jugaban partidos con Billy Corgan, de Smashing Pumpkins. ¿Y qué decir del rock indie? Stephen Malkmus (Pavement), Liars, Vampire Weekend, The Decemberist o Win Butler, líder de Arcade Fire, son practicantes habituales. El libro se completa con diferentes listas, realizadas por Magic Johnson o Jabbar, sobre sus canciones preferidas, y otra, muy curiosa, con los temas habituales que suenan en las canchas, de Gary Glitter a Queen, George Michael, Van Halen, Tecnhotronic, Ray Charles, Estopa...