Bilbao - La Iglesia católica autorizó, consintió y posibilitó hace más de cuarenta años lo que el entramado franquista no toleraba bajo ningún concepto: que el euskera volviera a ser escuchado en lugares públicos en libertad y que, de paso, reconquistara su jerarquía en la cultura popular. Fue después del revolucionario Concilio Vaticano II cuando un grupo de religiosos euskalzales recibió la orden para empezar a traducir las tradicionales lecturas litúrgicas, hasta entonces en latín.

Lo que para aquella Santa Sede del Papa Juan XXIII era otro modo -más práctico y pegado a la realidad de cada comunidad-, de acercar la doctrina cristiana a las familias, para las diócesis de Bilbao, Donostia, Iruñea y Baiona, y para Euskaltzaindia, se convirtió en una magnífica ocasión de empoderar al euskera.

Los traductores de los equipos diocesanos se reunieron por primera vez en 1967 y dos años después se acordó la creación de un único cuerpo. Eran los tiempos prometedores de la génesis del euskara batua, unificador de euskalkis. “Se aceptaba el mismo texto pero se publicaba de tres maneras: para Baiona, en lapurtera; para Bilbao, en bizkaiera, y para el resto de territorios”. Además de esos textos litúrgicos, la música religiosa que acompañaba las misas también cobraba importancia. “En el grupo de trabajo interdiocesano se componían los himnos y los cantos para las celebraciones”, recordó ayer Félix Alonso, vicario general de la Diócesis de Bilbao, con el asentimiento de Eustasio Etxezarreta, coordinador de aquel grupo de trabajo que sembró el derecho de una comunidad a expresarse en su propio idioma.

Por todo ello, Euskaltzaindia rendirá homenaje este próximo jueves a aquella camarilla interdiocesana que tradujo los textos oficiales del latín al euskera. Ese acto del día 28 servirá también de excusa para estrenar un documental -Bizkaian Eleizea euskerearen alde-La Iglesia en Bizkaia, a favor del euskera- sobre la labor eclesial en pro de la lengua vasca en la que, por primera vez, se podrá ver un escrito del siglo XVI en vizcaino para la profesión de la fe empleado por una beata de las Clarisas. “Puede ser uno de los documentos más antiguos escrito en vizcaino y se ha encontrado entre libros y documentos guardados en el convento de San Antonio de Durango”. En la actualidad, dicho documento se encuentra en el Archivo Eclesiástico de Bilbao, ya que las monjas dejaron su “legado bibliográfico y archivístico en manos de la Diócesis con objeto de preservarlo mejor”, apuntó Alonso.

El homenaje colectivo se realizará bajo el lema Euskararen ibilbidea gure elizbarrutietan: itzultzaileen e(us)karria (Trayectoria del euskera en nuestras diócesis: aportación y apoyo de los traductores) y fue presentado por el presidente de Euskaltzaindia, Andres Urrutia. El evento recordará a los sacerdotes y religiosos, algunos de ellos ya fallecidos, que se dedicaron a la traducción de misales y plegarias. Y como apostilló el vicario general, aunque este acto ha sido impulsado desde Bilbao, en aquel equipo también hubo religiosos de Baiona, Donostia e Iruñea, “varios de los cuales siguen aún en activo”.

En este sentido, Etxezarreta recordó el descomunal esfuerzo de traductores como Karmelo Etxenagusia, el carmelita Lino Akesolo, el pasionista Pío Zarrabe, Mikel Zarate, el franciscano Bitoriano Gandiaga, Juan Vicente Gallastegi, José María Rementería, Emile Larre o Lontzo Zugazaga, que fueron algunos de los que firmaron el trabajo. “Aportaron mucho al mantenimiento y al desarrollo del euskera”, gracias a su conocimiento del latín, del euskera, de sus variantes, “y de conocer también a qué pueblo iba dirigida su tarea”, recalcó Alonso. Junto a él, Etxezarreta el coordinador del equipo de traductores, destacó que las transcripciones al euskera fueron adaptadas para ser “muy asequibles”. Y es que, como explicó, los textos litúrgicos “están pensados para ser leídos y escuchándolos tiene que captarse el mensaje”.

Para el recuerdo, otro nombre. El de Jaime Kerexeta. Suya fue Eguneroko meza, la primera traducción del Misal heredado de Trento (1570). Corría el año 1963 y desde entonces las diócesis vascas “han mantenido y siguen manteniendo un compromiso con el euskera, para utilizarlo, cuidarlo y promoverlo. Seguimos trabajando en el presente y buscamos garantizar esta tarea en el futuro”, prometió el vicario general de Bilbao con un ejemplo: este año verá la luz nuevo contenido litúrgico íntegramente en euskera.