bilbao - Bajo la batuta de Giacomo Sagripanti y junto a la Sinfónica de Euskadi, la soprano Jessica Pratt interpretará en el concierto patrocinado por el BBVA, algunas de las páginas más conocidas del repertorio operístico, como son Lucía de Lammermoor y Emilia di Liverpool, de Donizetti; Hamlet, de Thomas, o I Puritani y La sonnambula de, Bellini, entre otras piezas. Nacida en Bristol, Pratt ha vivido en Australia desde 1991 y es hija de un tenor. Comenzó estudiando trompeta durante diez años antes de concentrar sus estudios en el canto. La inglesa, una de las más respetadas voces belcantistas del panorama actual, reconoce que le encanta acudir a la capital vizcaina y trabajar con la ABAO. “Cada vez que vengo a actuar a Bilbao tengo que superarme. Cuando eres mejor, el público es más feliz y para la cantante supone también mayor felicidad”, recalca a DEIA, sonriente. En 2003, la soprano ganó el concurso de canto australiano que la llevó a Europa. Posteriormente fue invitada por Gianluigi Gelmetti para continuar sus estudios en la Ópera de Roma y mientras estuvo en la capital italiana también estudió con Renata Scotto en la Accademia Nazionale di Santa Cecilia. Finalmente se trasladó a Milán en 2006 para completar sus estudios con Lella Cuberli. Desde entonces, comenzó a hacer una imparable carrera en muchos de los mejores teatros de ópera del mundo. Amante de la naturaleza, Pratt vive con su familia en una granja en Florencia rodeada por 800 árboles, tres gatos y otros tantos perros.

¿Siempre quiso ser cantante de ópera ?

-Sí. Mi papá fue tenor durante toda su vida y crecí escuchándole cantar. Siempre supe que de mayor quería ser cantante. A pesar de estar trabajando en una orquesta tuve claro desde joven que mi vocación era la ópera, ser soprano. Soy feliz cantando, disfruto mucho con esta maravillosa profesión.

Ha interpretado 130 veces ‘Lucía de Lammermoor’. ¿Por qué?

-Es una ópera que nunca me canso de interpretar, porque tengo diversas formas de cantarla. Varío mucho. Además, los cambios dependen también de quién es el tenor, el barítono que te acompaña, quién dirige la pieza escénicamente. Son factores determinantes a la hora de abordar el papel. La canto dos o tres veces al año en dos o tres producciones. Lucía representa un 20% del resto de las obras que canto a lo largo de una temporada operística. Si, por ejemplo, llega un periodo de seis meses y no he cantado Lucía es como si me faltara algo por hacer. Mi marido me dice que dos veces seguidas no puedo cantarla. Me lo recuerda a menudo, porque dice que luego me vuelvo un poco extraña.

¿Por qué le gusta tanto este drama de Gaetano Donizetti?

-Me encanta ese personaje porque es una mujer fuerte entre hombres, cuando una mujer no podía serlo. Lucía fue la primera mujer recia de su época, cuando las mujeres perdían un poco la razón cuando el hombre se iba de casa por motivos varios y cuando los volvían a ver en la puerta, otra vez entraban en razón. Realmente, es cuando la mujer estaba siempre bajo el control del hombre. Es un personaje que, una vez que se le ha ido la razón, no la vuelve a recuperar. Termina la ópera con una demencia total.

¿El mundo de la ópera continúa siendo muy masculino?

-Sí. Todos los personajes femeninos que interpreto fueron creados en el siglo XIX, en lo que era un mundo en el que prevalecía lo masculino, mundos de hombres frente a mujeres. Lucía de Lammermoor ciertamente es la historia de una mujer desde el punto de vista de los hombres, el papel en el que la mujer se siente asfixiada en un mundo masculino.

¿Se considera feminista?

-Sí. Soy muy independiente. Afortunadamente cada vez hay más mujeres en el mundo artístico y en la ópera aunque, evidentemente queda mucho camino por recorrer en todas las áreas de la sociedad. Cuando era joven, antes de iniciar mi carrera como soprano, tocaba la trompa en una orquesta en la que trabajaba. Era la única mujer que tocaba ese instrumento porque se consideraba que no era muy femenino, pero a mí me gustaba mucho y lo tocaba. Fui la primera trompista de la sección.

¿Qué les diría a las personas que creen que la ópera es muy elitista?

-Hay gente que está dispuesta a pagar más de 300 euros para ver a una diva del rock y ¿eso no lo considera elitista? Sin embargo, ¿pagar 190 euros por ver una ópera sí es elitista? Reconozco que tal vez el idioma puede ser un bloqueo, un freno para el espectador, al cantar las piezas en italiano, en francés o alemán y como se cantan en muchos sitios del mundo. Pero tampoco debería ser un freno porque existen los subtítulos en todos los teatros del mundo y se puede llegar a saber perfectamente lo que está cantando el artista. Desde luego que la ópera ha dejado de ser solo un espectáculo para una élite. De hecho, el público que asiste a los conciertos cada vez es más heterogéneo, de toda clase y condición.

¿Cómo se puede atraer a los jóvenes a la ópera?

-Yo he visto una buena iniciativa en Nápoles cantando Lucía de Lammermoor en la festividad de San Valentín, el 14 de febrero. El teatro puso en marcha una campaña para atraer a más gente. Por el precio de una entrada podían asistir dos personas. Era un evento que se realizó para todos los públicos, pero realmente desde el escenario veía que estaba inundado de gente joven, que se había puesto guapa para un evento especial como es la ópera y se veía que se divertían con el repertorio. Fue un éxito total. Iniciativas como esta tendrían que ser más frecuentes porque cuando el público se acerca a la ópera ve un espectáculo muy visual y queda atraído por él, pero, efectivamente, hay que poner en marcha medidas imaginativas para que los jóvenes no se sientan intimidados y acudan a los conciertos.

¿Que siente cuando le dicen que es una de las mejores sopranos del mundo?

-Mucha presión. Yo trabajo y no pienso que soy una de las mejores del mundo. Hago mi vida e intento mejorar en cada una de mis actuaciones. Busco superarme y ofrecer lo mejor de mí en cada concierto para que el público quede satisfecho.

¿Cuál es su próximo proyecto tras actuar en el concierto de la ABAO?

-Después de la actuación del próximo día 20 en el Palacio Euskalduna, al día siguiente partiré a Florencia para grabar mi primer disco en solitario con orquesta y grabaré arias de locura como las que interpretaré en Bilbao en el concierto de la ABAO. Me hace mucha ilusión este nuevo proyecto. El público bilbaino podrá escuchar en primicia las piezas de mi disco. Luego iré a La Scala de Milán para ofrecer un recital y posteriormente a Palermo. Luego volveré a España para nuevas actuaciones.

En concreto, regresará para abrir la temporada 2019-20 de la ABAO en octubre.

-Sí. Haré La sonámbula, de Vincenzo Bellini, y Lucía, de Donizetti. Me encanta trabajar con la ABAO, me siento muy afortunada porque cuenten conmigo. Nuestra relación es estupenda y estoy encantada por repetir la colaboración con ellos.

En la ópera, en el teatro, ¿el público forma parte del espectáculo?

--Sí. Sí. Muchas veces el público no sabe que forma parte del espectáculo, porque ellos con su presencia en el teatro, cuando están viendo la ópera en el concierto, dan una energía muy particular al cantante que está desarrollando su trabajo en el escenario. Además, hay un aspecto muy importante que es el silencio. En numerosas ocasiones a lo largo de la pieza que está interpretando el artista hay un pequeño silencio, una parada en la frase que está cantando, pero el cantante siente que ese silencio, que está en el público, es porque la gente está expectante sobre lo que va a hacer el artista. Es una experiencia maravillosa que me hace especialmente feliz.