¡Eureka, la ciencia también es divertida!
El museo presenta una oferta interactiva y atractiva para contagiar a los txikis con la divulgación a través del juego
DECENAS de miles de personas, la mayoría txikis, se han acercado y disfrutado de la ciencia en Eureka! Zientzia Museoa a lo largo de los últimos 17 años con una oferta interactiva que favorece la divulgación a través del ocio. Ubicado en el entorno privilegiado del parque tecnológico de Miramon, en Donostia, su amplia oferta incluye exposiciones sobre el cuerpo, la luz, los sentidos y la física, además de un planetario en 3D, un observatorio astronómico y hasta un animalario.
Son ya 17 años desde que Eureka! Zientzia Museoa abrió sus puertas para romper con el mito de que la ciencia es aburrida. Y lo ha conseguido ofreciendo una información que se presenta de forma atractiva, con un nuevo estilo de comunicación a través de la manipulación de objetos y con experimentos. El año pasado fue visitado por 184.223 personas.
Proporcionando un entorno estimulante para participar en actividades relacionadas con el mundo de la ciencia y la técnica, sus responsables lo definen como “un centro de divulgación científica accesible a todas las edades” que sirve de “complemento de los programas educativos para la comprensión de los principios científicos”, así como “un recurso para familias e individuos en su tiempo de ocio”.
Oferta amplia
El centro cuenta con una exposición permanente que reúne distintos ámbitos de la ciencia a través de sus más de 160 módulos interactivos repartidos en ocho salas temáticas. Una de las mejor valoradas es la dedicada a la vida y al cuerpo humano, donde puedes poner a prueba tu potencia, capacidad de salto, reflejos y resistencia. Además, se adentra en los aspectos biológicos, anatómicos y genéticos del cuerpo humano y de la vida. De hecho, se puede realizar una autopsia, ponerte en el lugar de un daltónico o conocer cuál será tu aspecto en el futuro.
Esta exposición, que tiene como eje central el torso humano, incluye también una recopilación de elementos óseos y plastinados de individuos que donaron su cuerpo a la ciencia. Así se puede conocer cómo somos en nuestro interior mediante huesos reales blanqueados y órganos perfectamente preservados. Los txikis también pueden jugar con los sentidos y la luz, y acercarse a la física en la vida cotidiana, que nos permite volar, surcar mares o subir en ascensores.
El museo, que ofrece estos días la exposición temporal Nuestro plástico en el mar con el objetivo de mostrar “la dramática forma en la que lo estamos contaminando”, también dirige las miradas hacia el cielo en su planetario en 3D de última generación, que cuenta con 140 plazas y supone “una herramienta muy útil para la enseñanza de la astronomía, así como para ofrecer proyecciones más lúdicas de cine inmersivo”.
Su complemento es un observatorio astronómico situado en una torre de 30 metros, un péndulo de Foucault en una torre de cristal de 14 metros, además de una gran variedad de animaciones donde destaca un espectáculo pionero relacionado con la electricidad. Y, por si fuera poco, el visitante podrá subir a simuladores de una montaña rusa, un coche de fórmula 1, la cabina de Vuelo Maxflight...
Para coronar esta visita por el lado más lúdico de la ciencia, el museo ofrece la sala Animalia, donde conviven ecosistemas con animales como serpientes de las selvas tropicales, lagartos del desierto y algunos peces marinos. Las entradas de adulto cuestan 10 euros, 12 con el planetario incluido. Hay tarifas especiales para grupos y el horario de apertura del museo es de 10.00 a 19.00 horas.
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