BILBAO. La obra es una de las más reconocidas de la Dulwich Picture Gallery, la pinacoteca pública más antigua de Londres, que la ha prestado al Museo bilbaino para ser expuesta hasta el 18 de junio dentro de su programa "La obra invitada", por el que se exhiben obras relevantes de otras instituciones o colecciones particulares de arte.
Esta obra de la Dulwich Gallery reúne dos de los géneros que más renombre dieron a la tradición artística holandesa del siglo XVII y, en particular, a la producción del genial Rembrandt: la pintura costumbrista y el retrato.
Pintado en 1645, cuando Rembrandt tenía 39 años, este cuadro retrata a una joven apoyada sobre un alféizar que mira directamente hacia el exterior de la composición, mientras juguetea con su collar, una cadena de oro o un cordón, como el que también se aprecia alrededor de los puños y costuras de la camisa suelta que viste.
Luce también un pequeño tocado, posiblemente del tipo de los que se usaban en el norte de Holanda, y el cabello está recogido a la espalda con un cordel rojo, explica el Museo bilbaino en un comunicado.
Se desconoce la identidad de la muchacha que protagoniza el retrato, que en el pasado fue identificada como una cortesana, una novia judía o un personaje histórico o bíblico, aunque la opinión dominante entre los especialistas es que se trata de una sirvienta por el color rosado de su cutis, y sus brazos bronceados sugieren el trabajo al aire libre.
La pincelada segura y el denso empaste de la pintura son propios del estilo de Rembrandt en la década de 1640, en la que está fechada la obra.
Durante el reciente proceso de conservación de la obra, se ha eliminado cuidadosamente el barniz descolorido, lo que ha permitido sacar a la luz una intensa mezcla de colores en el rostro de la modelo.