Bilbao - Que un grupo como Berri Txarrak agote 10.200 entradas en su concierto de anoche en el BEC, es un éxito para la cultura y la música euskaldun. El trío solventó el reto con éxito y arrasó con un largo recital, dividido en tres partes, en el que se mostró invencible con Ikasten, Jaio.Musika.Hil, alguna versión y temas del reciente Infrasoinuak.

No solo de Euskal Herria, también de todo el Estado e, incluso, de Alemania y Francia. La dispar procedencia del público que ayer abarrotó el BEC e hizo crujir sus cimientos evidencia el momento de Berri Txarrak: poderoso y con el trío engrasado tras su gira por Asia y Oceanía.

Tras el fuego amigo de los suecos The Baboon Show, con un punk-rock rebelde y enérgico, Berri Txarrak saltó a escena a las 21.45 horas horas, decidido a arrasar en su desafío histórico y multitudinario. Ya calientes los músculos de los fans, recibieron como un calambrazo el inicial Dardaren bat y la conexión se mantuvo sin fisuras durante dos largas horas y media de vuelo panorámico con paradas en el rock, el metal, el punk y el pop.

Sin trucos y en un escenario desnudo y con un telón con las letras INFRA al fondo, el vendaval prosiguió con un repaso completo (en orden y encadenado, casi sin descanso) a su último disco, Infrasoinuak. Fueron casi cuarenta minutos en los que destacaron la gritada Hozkia, la atropellada Sed lex, Beude (con agradecimiento a los pequeños locales vascos que les permitieron tocar y crecer) y, sobre todo, el pop con guiño reggae de Spoiler, la que concitó más admiración junto a Katedral bat.

Tras un breve descanso, el trío, ampliado con el violín y la mandolina de Arkaitz Miner y el teclado de Martí Perarnau, se situó, sentado, en un pequeño escenario, casi volcado sobre sus fans, para ofrecer otros 40 minutos de música de sonido más disperso pero alto octanaje emoconal. Sonaron semiacústicas, con el apoyo vocal de los fans, Eskuak, Aditu (oscura y psicodélica) y Helduleku (funky), con recuerdos a los presos y a Sarrionandia antes de provocar un coro general con Min hau y enmudecer al BEC, ya de pie, con su épica y bientencionada versión de Wake up, de Arcade Fire, que pocos reconocieron.

Saltando de disco a disco y mostrando personalidad ante tanta mutación estilística y formato, el trío se benefició del nítido y apabullante sonido, más de 150 unidades de luz y dos grandes pantallas de vídeo con realización en directo, que acercaron siempre al grupo a las gradas. Aspectos a tener en cuenta pero secundarios, porque las canciones se erigieron en protagonistas absolutas. Desde las lampiñas de los inicios a las barbudas del siglo XXI.

kamikazes La última tanda, ya con el escenario abierto y nueva escenografía, resultó apabullante. Enmarañados de nuevo en la electricidad, se encaminaron hasta casi las 40 canciones. Las últimas tocadas a saco y sin contemplaciones, en plan kamikaze y sacando su faz más punk y metálica. Desde Ikasten a Etsia y Jaio.Musika.Hil, con Gorka, el vocalista, contumaz en entrega y actitud, con el cuchillo entre los dientes y demostrando que el rock’n’roll le guio desde la cuna.

A la hora de cerrar esta edición, los fans esperaban con ansiedad que sonaran Ez dut nahi, Jainko ateoa, Bueltatzen..., rendidos a un grupo imparable y en la cima después de 24 años y más de mil conciertos picando piedra y dejándose la piel para una, cientos o 10.000 personas. Con voz propia y superando pruebas. Como la ayer en el BEC.