v ARIOS de sus miembros son ya septuagenarios, pero la fiereza y crudeza del mejor garaje rock, el que precedió al punk en los años 70, siguen vivas en los estadounidenses The Sonics, banda seminal del género que sigue sobre los escenarios cuando se encamina hacia las ya casi seis décadas de su creación. Hoy, en la sala Stage Live de Bilbao, concluyen una minigira estatal de tres conciertos.
“No necesito un doctor”, proclama, homenajeando a Ray Charles, el grupo de Tacoma (Washington) en su muy apreciable ultimo disco, This is The Sonics, editado en 2015 y pródigo en pelotazos de sucio y garajero rock (con saxofón) como Bad Betty, Leaving here o Livin’ in chaos. Y siguen, orgullosos, con versos como “no requiero lociones ni medicinas”. Y es que, aunque por edad muchos de sus coetáneos no están para subirse a un escenario, ellos siguen a lo suyo
The Sonics surgieron en 1960. Querían tocar alto, muy alto; y gritar. De hecho, su vocalista, Gerry Roslie, comparable en salvajismo a Iggy Pop, se solía quedar ronco en cada velada. La edad ha mutado sus cuerpos y huesos, pero no su espíritu, ya que el también teclista asegura que la banda conserva “la energía y el sentimiento” de siempre en la interpretación de clásicos como Psycho, Striychnine, Cinderella o Have love will travel.
lendakaris muertos El grupo punk alavés actuará hoy en el Kafe Antzokia de Bilbao, con Zartako-K como banda telonera, desde las 22.00 horas, para presentar su nuevo disco, que lleva el título de Podrán cortar la droga pero no la primavera. De cortísima duración y parido en su reciente gira por Latinoamérica, el álbum reincide en sus diatribas punk y rockeras marcadas por un cáustico y vitriólico sentido del humor en canciones como Lamentablet, Odio los partidos, Gore ETA o No ez no.