bilbao - Juan Zapater dedica todo su tiempo al arte y al cine. Lleva toda una vida escribiendo críticas cinematográficas, y desde 2010 es el encargado de dirigir la Fundación BilbaoArte. Desde su llegada al centro bilbaino, el séptimo arte ha ganado presencia en sus salas, algo en lo que Zapater continúa trabajando con ahínco.

Las películas más premiadas -como en los últimos Goya- no son siempre las más exitosas en cartelera, ¿a qué cree que es debido?

-Hay tres vías. Una es el cine que está llamado a ser germinal, ser semilla e influir para que con el paso del tiempo se le reconozca. Otra es el cine comercial, al que pertenecen las películas con carácter de comedia, que ahora producen muchas compañías de televisión. La tercera vía, que es la que suele acabar desembocando en el Goya, son filmes que tienen cierta calidad y al mismo tiempo la forma narrativa que utilizan hace que lleguen a un público amplio. Ese divorcio entre público y premios es habitual.

‘Handia’ se hizo con diez Goyas, pero no con los que la reconocían como mejor película y mejor dirección.

-Los premios son por votación, y hay que confiar en ello. Creo que Handia es una película de bajo presupuesto y alto esfuerzo, porque con los medios mínimos ha sido muy ambiciosa y ha realizado una reconstrucción histórica, incluyendo escenarios de época y escenas bélicas. Todos esos premios son absolutamente merecidos, lo que no le han premiado es la parte de la historia. Personalmente creo que, respecto a lo que fueron los años 80, el abaratamiento de los costes de producción ha creado la posibilidad de que se pueda hacer cine liberado de la servidumbre de la tecnología y el estamento técnico, que por entonces se encontraba en Madrid. Ahora se puede rodar en Euskadi sin pasar por la capital, y el acceso al cine se ha democratizado. Cualquier persona con un poco de talento, ganas y esfuerzo puede hacer películas en cualquier parte del mundo. Handia lo tenía difícil para ganar, y no creo que haya habido ninguna manipulación bastarda ni política.

¿Cree que la noticia de esos galardones será un impulso para el cine vasco?

-Los galardones te abren puertas. Como historia me gusta más Loreak, ya que tiene una mirada más de autoría. De hecho, creo que con el paso del tiempo va a ser más importante y significativa para la trayectoria de los directores que Handia, que es una película mucho más equilibrada.

Muchas actrices denuncian que cuando alcanzan cierta edad, ya no hay papeles para ellas.

-Esto tiene que ver con el concepto de la mujer en la sociedad. En el cine español, por ejemplo, hasta los años 60, solamente hubo una directora. Es decir, lo que ha faltado ha sido la mirada de la mujer dentro del entramado narrativo cinematográfico. El séptimo arte era un territorio muy masculino. Por otro lado, se tolera más fácil que el galán masculino tenga 50 años, puesto que se considera que una mujer de la misma edad no debe coquetear o hacer ese papel, hablando siempre dentro del marco del cine espectáculo, donde la fuerza física es prioritaria por encima del resto de valores. Sin embargo, en la medida en la que el cine sea más adulto y ya no hable de aventuras, sino de hombres y mujeres y de la sociedad, esto será más minoritario. En el caso de la incorporación de la mujer con más edad a los repartos, quiero creer que según vayamos avanzando, esto será menos evidente. Por otro lado, en cuanto a espectadoras de salas de cine, es destacable que a partir de cierta edad es mucho mayor el número de mujeres que de hombres que acuden a las salas, por eso cada vez más productores son conscientes de que hay un público femenino mayoritario de cierta edad que va a apreciar ese tipo de trabajos. En cuanto el cine sea más adulto y de mayor calidad, la desigualdad entre hombres y mujeres será menor.

En Hollywood ha nacido el movimiento ‘Me too’, ¿cree que este es un síntoma de que el escenario cinematográfico va a cambiar y lograr mayor igualdad?

-Sí. Este es un tema muy resbaladizo, aunque no creo que ese asunto sea privativo del cine, sino que es un problema social. Muchas veces, lo que ahora se hace insoportable e inconcebible, hace treinta años era normal. Con la sensibilización nos damos cuenta de lo terrible, desajustado e injusto de algunas situaciones, por eso esas campañas son tan positivas. Pero hay que tener cuidado de no levantar fantasmas sobre cualquier tipo de gesto. Cuando se realiza una acusación, la persona que la recibe, aunque no haya hecho nada, queda manchada para siempre, y por ello hay que ser responsable y discreto, y sacarlas a la palestra cuando sean evidentes. Es interesante cómo en ese sentido se ha evolucionado, por ejemplo, en el sector universitario, donde ha habido un cambio radical y ha aumentado la presencia femenina. Hemos de tener claro que esto es un problema cultural, y a mayor cultura, mayor conocimiento y menos desigualdad.

En pocas semanas comienza Zinegoak, ¿qué suponen este tipo de festivales?

-Sirven para normalizar y aproximar realidades diversas al gran público. El cine siempre ha sido, desde su origen, una ventana que permitía a la ciudadanía acercarse a observar aquello que no veía. Esa parte de mostrar lo que no miras normalmente forma parte del atractivo que tenía el cine. Nosotros, como espacio vinculado a la creación artística, nos encanta poder colaborar con proyectos como Zinegoak. De hecho, los trabajos que el festival proyecta son los más experimentales y más extremos, no solo por la explicitud sexual, sino también por la forma narrativa.

¿Cómo cree que ha influido su presencia en BilbaoArte para introducir más actividades sobre cine?

-Ha influido de manera importante, pero yo por ejemplo desde que era estudiante nunca he hecho grandes diferencias en los lenguajes artísticos. Para mí todo lo es, ya sea un cuadro, una performance, una novela o una composición musical. Son manifestaciones que una persona realiza en un lenguaje artístico para interrogarse, cuestionarse o investigar. Desde que he llegado, las actividades de cine han aumentado. Creo que en las últimas décadas el lenguaje audiovisual forma parte de manera consustancial de lo que entendemos como Bellas Artes, y que aquel reparto canónico de escultura, pintura y arquitectura ha desaparecido y se ha ampliado.