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Eneko Sagardoy: “Hoy en día hay muchos incomprendidos como el gigante de Altzo”

Su personaje de ‘altura’ en ‘Handia’ le ha valido al actor durangarra una de las treces nominaciones a los Goya que ha recibido la película de Jon Garaño y Aitor Arregi

Eneko Sagardoy: “Hoy en día hay muchos incomprendidos como el gigante de Altzo”Ruben Plaza

bilbao - Estas últimas semanas están siendo frenéticas para Eneko Sagardoy (Durango, 1994). El móvil no para de sonar para felicitarle por su nominación a los Goya como actor revelación por su papel de Miguel Joaquín Eleizegi el gigante de Altzo, en la película Handia que ha codirigido Jon Garaño y Aitor Arregi y que ha obtenido 13 nominaciones a los premios del cine. “Estoy muy contento porque tengo la sensación de que han premiado a toda la película”, confiesa el actor en un momento del ensayo de la obra de teatro Obabakoak, que ha versionado Calixto Bieito del libro de Bernardo Atxaga, y que se ha representado estos días en el Victoria Eugenia de Donostia.

Le habrán llovido las ofertas laborales desde su nominación...

-Desde fuera, pensaba que esto tenía que ser como una varita mágica, que te nominaban y se te abrían todas las puertas. Pero no he notado ningún cambio hasta ahora. Afortunadamente, tengo proyectos de cine y de teatro para el año que viene que ya tenía atados con anterioridad. Tampoco nadie te garantiza que si consigues el Goya te van a llover los proyectos laborales. Eso sí, será un subidón profesional.

Lleva solo cinco años en la profesión y ya ha sido nominado. No está nada mal.

-He recibido centenares de felicitaciones, incluso más que cuando Handia consiguió el Premio Especial del Jurado en el Zinemaldia. Tengo que decir que soy un poco dejado, todavía me quedan más de 200 mensajes para contestar por el móvil. Estoy muy satisfecho, es un gran reconocimiento personal, pero además estoy muy contento porque han sido nominados prácticamente todos los departamentos del filme, entre los que se encuentran profesionales con un largo recorrido. Me siento muy orgulloso y muy agradecido con todo lo que está pasando.

La Academia se ha olvidado de Joseba Usabiaga, que encarna en la película a Martín, el hermano del gigante de Altzo y su inseparable compañero de aventuras.

-Pero siento como si estuviera nominado conmigo. El corazón de Handia es la relación entre los dos hermanos; para crear un personaje hay que contar con los demás, pero en esta ocasión, ha sido más especial. La concepción de Joaquín Eleizegi ha sido conjunta con Joseba, con lo que él me aportaba. El gigante de Altzo ha crecido con su hermano.

Ha confesado en más de una ocasión que hacerse gigante psicológicamente fue un viaje complicado y placentero a la vez.

-Ha sido un reto diario... Nos recorrimos Euskal Herria, rodé casi todos los días durante dos meses. Fue una locura, me tenía que levantar con mucha energía para poder hacer lo que hacía, pero todos los días me despertaba también con mucha ilusión por lo que significaba, que era superarme como actor y como persona. Ha sido una vivencia personal también muy potente. Con estas nominaciones, cerramos un círculo de alguna manera.

En este viaje, incluso se acercó a Altzo para sentir los mismos escenarios que Miguel Joaquín Eleizegi en el siglo XIX.

-Fui con mis padres, tenía claro que era una gran oportunidad para encarnar a un personaje que existió, algo que pocas veces suele suceder. Quería conocer el caserío donde nació, recorrer los ríos, los montes y la iglesia en la que todavía quedan las marcas de su altura según iba creciendo... En realidad, quería pedirle permiso para encarnarlo, para que de alguna manera me dejara hacer una versión propia... Me parecía que de esa manera lo tendría además más presente y que me tendría que ayudar.

En el filme también ha contado con la ayuda de un ciudadano argelino que reside desde hace años en Barcelona, Saad Kaiche, que mide 2,32 metros de altura...

-Ha sido una pieza fundamental para Handia; sin él, no se podría haber hecho. Más allá de ser mi doble en algunas escenas y aparecer en el filme como un personaje, se ha convertido en un grandísimo amigo, que me quiere un montón. Esta nominación también es de él.

Él, igual que el gigante de Altzo, ha acaparado la atención en las distintas localizaciones guipuzcoanas y vizcainas donde se ha realizado el rodaje.

-He aprendido mucho de él, he pasado semanas observando las reacciones, tanto por su físico, como de comportamiento y vi cómo esquivaba las miradas, cómo a veces se tapaba, cómo se tenía que agachar... El mundo no estaba preparado para el gigante de Altzo en el siglo XIX, pero tampoco en la actualidad.

¿Hoy en día el gigante de Altzo seguiría siendo un incomprendido?

-Sí, en la sociedad actual sigue habiendo muchos incomprendidos por su origen, por la raza, por su condición sexual... Al gigante de Altzo le miraron mucho y le escucharon muy poco. Hoy en día, hay mucha gente en las mismas condiciones. Está de una actualidad brutal.

Comentaba el otro día Jon Garaño que ‘Handia’ ha funcionado mejor en euskera que en castellano... ¿Por qué cree que ha sido así?

-Confirma que hay una tendencia a valorar la versión original, sea el idioma que sea. En el caso de Handia, las redes sociales y una gran parte de los críticos recomiendan verla en euskera. Hay un valor añadido, una frescura especial, es el idioma de los personajes. A mí me gusta ver también todas las películas en versión original, sea en chino, en inglés o en alemán. Hay matices, como cómo se controla el volumen o la intensidad de la voz... que un actor de doblaje no puede transmitir, aunque los doblajes sean buenísimos. Es un paso muy importante de cara al respeto al idioma y a la cultura de quien hace las películas.

Y usted, ¿cómo se siente más cómodo, rodando en euskera o castellano?

-Me siento cómodo trabajando en los dos idiomas, aunque es verdad que para mí no es lo mismo decir etxera que a casa. Tengo que hacer menos esfuerzo en euskera, es algo inconsciente... Pero trabajar en castellano también da muchas posibilidades, sentir ese distanciamiento mínimo de cara al idioma también me anima a trabajar con mayor conciencia. Siempre estoy abierto a actuar en cualquier idioma, evidentemente el euskera es mi lengua.

Estos meses se le juntan los estrenos: ‘Handia’, ‘Obabakoak’...

-Y luego llega el estreno de Errementari.

Parece que últimamente se decanta más por el cine.

-El cine lo he descubierto hace muy poco, yo diría que con Handia; siento que con Jon Garaño y con Aitor Arregi he aprendido mucho sobre el lenguaje cinematográfico y, de hecho, estoy escribiendo un cortometraje que voy a dirigir. Al fin y al cabo, he estudiado Comunicación Audiovisual. El cine me ha atrapado, estoy muy a gusto, le he cogido el truquillo y me gustaría seguir en el mundo cinematográfico.

¿Estaría dispuesto a abandonar el teatro?

-Eso nunca. Siento que sin trabajar en el cine podría vivir, sin el teatro, no. Es una cuestión de necesidad. Necesito subirme a un escenario, trabajar con el cuerpo, con la voz, contar historias al público... El teatro forma parte de mi naturaleza. Evidentemente, a veces, tienes mas suerte de poder contar con ello de una manera profesional y con una aportación económica y otras veces, no. Pero es imprescindible para mí.

Empezó muy joven a hacer teatro, con 14 años en la ikastola de Durango...

-De pequeño hacía pequeños teatros en el salón de mi casa, delante de mis padres y con la ayuda de mi hermano. En la escuela, me acuerdo que cuando era el recreo, nos juntábamos algunos amigos para hacer escenas teatrales y a los 14 años empecé en Kurutziaga Ikastola de Durango porque allí era obligatoria la asignatura de teatro. Me di cuenta de que era lo mío cuando estuve en Karrika Antzerki Taldea. Y comencé a trabajar profesionalmente en Goenkale, pero me considero un recién llegado a esta profesión. Estos días desayunaba con Itziar Lazkano y para mí era como una masterclass cuando me contaba historias de grupos como Karraka, que han ayudado a crear la tradición teatral en Euskadi.

Ha confesado que tiene otra gran pasión: el piano.

-La música es mi refugio total, es una parte de mi cuerpo. Empecé a tocar el piano desde muy pequeño. En el teatro comparto historias, pero la música es mi espacio privado.