bilbao - Justo un año después de pintar el Guernica -un 31 de mayo- y en el mismo estudio de la rue des Grands Augustins de París, Picasso daba las primeras pinceladas de Femme assise dans un fauteuil (Dora). Era el año 1938 y España se encontraba en plena Guerra Civil, hecho que influyó notablemente en esta obra que expresa el drama histórico de aquellos años a través de una reducción cromática con una grisalla -pintura de tonos grises con la que se imita el relieve de la escultura- que refuerza la espacialidad de la composición con trazos color ocre en la figura y el suelo.
Este lienzo clave del artista malagueño podrá visitarse hasta el 27 de febrero en el Museo de Bellas Artes de Bilbao, concretamente en su sala 32, gracias a un préstamo excepcional de la prestigiosa Fundación Beleyer (Riehen, Basilea, Suiza), creada en 1982 por el marchante Ernst Beyeler y su mujer, quienes fueron también amigos personales de Picasso. Dicha institución constituye hoy una de las mayores colecciones de arte moderno de todo el continente europeo.
El director de la pinacoteca, Miguel Zugaza, presentó ayer la llegada de esta pieza, enmarcada en el programa La Obra Invitada, junto a Borja Baselga, director gerente de la Fundación Banco Santander -patrocinadora de la iniciativa-; Patricia Arias, directora territorial del País Vasco de la misma entidad bancaria; y Sam Keller, director de la Fundación Beyeler.
Según apuntó Zugaza, este autor “es una de las grandes asignaturas pendientes de las colecciones públicas” de las galerías vascas. “Hemos reivindicado el Guernica, pero muy poco a Picasso”, agregó el director, quien además recordó que todavía pueden visitarse otras piezas del artista malagueño gracias a la muestra de Alicia Koplowitz, que “con cuatro obras de este pintor, nos permiten suplir momentáneamente dicha carencia”.
Femme assise dans un fauteuil (Dora), que ha llegado desde Madrid, donde ha formado parte de la exposición del Museo Reina Sofía titulada Piedad y terror en Picasso: el camino a Guernica, fue calificada por Zugaza como “una de las grandes obras maestras de Picasso”.
El director del museo bilbaino quiso subrayar el contexto social y político de 1938, que influyó notablemente en la pintura del artista. El día que el autor comenzó el lienzo, la localidad barcelonesa de Granollers fue bombardeada por la Aviación Legionaria italiana, que apoyaban la ofensiva franquista, dejando cientos de muertos. Zugaza agregó que ese mismo año “el régimen nacional socialista establecido en Alemania decretó la expropiación, sin compensación alguna, de las obras de arte degenerado, es decir, del arte de vanguardia”. “Ese mismo día situamos a Pablo Picasso en el estudio donde pintó el Guernica realizando este retrato de una mujer sentada sobre una robusta silla de madera, una mujer que sabemos que es la fotógrafa francesa Dora Maar”, relató el director.
Maar fue una figura clave en la vida del autor, ya que fue la encargada de documentar fotográficamente, y publicar en la revista Cahiers d’Art, el proceso de creación del emblemático cuadro de Picasso dedicado a la localidad vizcaina, al mismo tiempo que mantenía una tormentosa relación sentimental con el creador. Se conocieron en París dos años antes, y la fotógrafa consiguió despertar la conciencia política de Picasso.
A pesar de que por aquel entonces Maar estaba unida al filósofo George Bataille y Picasso, todavía casado con Olga Khokhlova, mantenía una relación sentimental con Marie-Thérèse Walter, permaneció unido a esta artista durante ocho años, hasta 1943. Durante aquel tiempo, Maar posó en varias ocasiones para el pintor, un periodo en el que Picasso realizó una de sus series más célebres con el tema “la mujer que llora”. Pero también fueron sus modelos otras mujeres, dando lugar a unos cuadros enmarcados en la tipología de retrato de “mujer sentada”, muy abundante a lo largo de su carrera, siendo esta todo un campo de experimentación en su obra. “El cuadro no solo tiene en común con el Guernica su lugar de realización, sino además el propio lenguaje formal utilizado por el artista”, describió Zugaza, quien agregó que “la descomposición de elementos geométricos en equilibrio demuestra la libertad formal del lenguaje del autor en estos años”. La carga emocional del lienzo queda patente por la espacialidad cúbica, que asemeja una celda, y el encajonamiento de la figura en la silla, de la que solo escapan los brazos de Maar.
Por su parte, Sam Keller, afirmó que Femme assise dans un fauteuil (Dora) “es una de las obras claves y más queridas” de la colección de la Fundación Beyeler. “Espero que el público pueda disfrutar de este cuadro y pueda quedarse mirándolo como a mí me ocurre muchas veces, cuando me pregunto cómo fue Picasso capaz de realizar una imagen con tanta fuerza”, concluyó Keller.