Han pasado casi tres décadas desde que The Dream Syndicate, uno de los principales baluartes del Nuevo Rock Americano (NRA) de los 80, no entraba en un estudio de grabación. Recuperados temporalmente en el último lustro, acaban de entregar su disco How did I find myself here? (Anti. Pias), tan descarnado, eléctrico y psicodélico como su debut. Siguen los días de vino y rosas para los secuaces de Steve Wynn, que lo presentarán en vivo en el festival Azkena Rock de Gasteiz, en junio de 2018.
No fue todo tecno en los 80, como demostró la diversa hornada rockera formada por Green on Red, Jason & The Scorches, The Gun Club, Violent Femmes, The Rain Parade, The Long Ryders... Y por encima de todos, los soñadores de Wynn, que nacieron en un sótano de Los Ángeles, en 1981. Junto a su voz y y guitarra, el sindicato lo completaron Karl Precoda (guitarra), Dennis Duck (batería) y Kendra Smith (bajo). Dejaron dos primeros discos inmensos: The days of wine and roses, grabado de noche porque era más barato y de día tenían que trabajar; y Medicine show. Ambos desbordantes de esa electricidad que revienta bafles con una mezcla de rock velvetiano, garajero y psicodélico.
El cuarteto, que pronto abandonó Kendra por Opel, se convirtió en la punta de lanza del NRA y giró con U2 y REM. “Esperábamos que nos odiaran”, recuerda Wynn. “Pero también pensamos que alguien más podría sentir que le gustaba este tipo de música tanto como a nosotros. Nos propusimos ser la banda favorita de alguien, aunque sólo fuera de un puñado de personas. O nos aman o nos odian, ese fue nuestra propuesta”, apostilla.
Sus dos últimos discos, Out of the grey y Ghost stories, ampliaron su público y les acercaron a Europa (Euskadi incluida, con un concierto inolvidable en Gasteiz, en The End), aunque no arañaban tanto.
El final llegó en 1988. “Parecía que habíamos hecho todo lo que habíamos planeado. Tal vez estábamos cansados, sentimos que era un buen momento para detenernos”, según su líder, que alude a una cierta “redundancia y superficialidad”.
Regreso gestado en euskadi El resto es historia. Lo sabemos en Euskadi, donde Wynn ha tocado reiteradamente con varias formaciones (como Gutterball) o en solitario. Fue en 2012 cuando, gracias al proyecto Walk on Project, impulsado por Mikel Renteria, se gestó el regreso de The Dream Syndicate, a quienes vimos en La Casilla. “Pensó que era una broma y a mí me costó tiempo ver qué significaba el grupo y cómo sonaría en una nueva era y entorno”, rememora Wynn, cuyo grupo repitió visita en 2014 en el Kafe Antzokia.
Traslación al presente Con el refuerzo del guitar hero Jason Victor, lugarteniente de Wynn en este milenio y ejecutor de “una mezcla de ruido, disonancia, talento y habilidad” que empasta “pasado y presente”, el grupo acaba de regresar, trasladando la excitación de sus directos al estudio con la producción y los teclados de su viejo amigo Chris Cacavas, de Green on Red. “Teníamos que amar lo que grabábamos o nos aseguraríamos de que nadie lo escuchara”, explica el músico.
Su quinto disco, How did I find myself here?, ya está aquí. El acople y el ruido preñados de sutileza y emoción de la banda siguen vivos. El viaje resulta conocido desde el arranque con Filter me through you y Glide, simbiosis perfectas de melodía y rock áspero y alucinado. Como si el tiempo no hubiera pasado por ellos; ni por nosotros o por esas guitarras abrasivas, que supuran electricidad en The circle, con galopadas desbocadas de las dos guitarras. O por las estructuras jazzísticas en la enorme canción titular (más de 11 minutos), que entronca con la mítica John Coltrane Stereo Blues.
El disco, que incluye las atmósferas oscuras de Jesus & Mary Chain en Out of my head, es pura tensión eléctrica, acoples y distorsión. No dan tregua, a veces en cortes concisos como 80 west y en otras, favorecidos por largos desarrollos instrumentales. Baladas preciosas como Like Mary nos retrotraen a los tiempos de Too little, too late, y todas aparecen con una pátina de crema psicodélica (¡esos teclados!) que crea pasajes oníricos, como en el cierre con Kendra’s dream, un mantra coescrito por la antigua bajista y también con su voz.
Con un ojo reverenciando su debut y otro en el presente, el disco parece preguntarse cómo están aquellos personajes, canciones y narraciones de The days of wine and roses en 2017. “Giré las manecillas 35 años, como en la vida real”, confiesa Wynn, que canta “el pasado es fácil de doblar, encontré una forma de retrasarlo” y “sabía que me tenía que ir, tuve que irme”. Y mientras se pregunta en el título del álbum “¿cómo me encontré a mí mismo ahora?”, canta “solo planeo, puede que nunca llegue más alto, pero no tengo que bajar”. Y aquellos puntos suspensivos de 1988 son un nuevo capítulo. Más días de vino y rosas.