La lucha de las suizas para votar busca sitio en los Oscar
'El orden divino', de Petra Volpe, aborda este capítulo desconocido de Suiza
ginebra - El derecho al voto de las mujeres suizas no se hizo efectivo hasta 1971, un capítulo negro y desconocido de la historia helvética que aborda el filme El orden divino, de la directora Petra Volpe, quien considera que los suizos preferirían olvidar ese “escándalo”. Pese a ello o justo por ello -para contribuir al debate de la lucha por la igualdad de derechos entre hombres y mujeres-, el Ministerio suizo de Cultura ha inscrito ante la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood la película dirigida y escrita por Volpe como candidata a la carrera por el Oscar a la mejor película de habla no inglesa.
La película ha cautivado al público y a la crítica y ha cosechado premios tanto en Suiza como en el extranjero desde su estreno el pasado 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora.
Financiada en su totalidad por fondos públicos, la película narra el proceso de politización de Nora, un ama de casa y madre afincada en un pueblo campestre suizo que decide hacer campaña públicamente en favor del ‘Sí’ al referéndum para el voto femenino de 1971. Después de un intento fallido en 1959, la consulta de 1971 reconoció el sufragio universal, aunque el cantón nororiental de Appenzell-Rodas se alzó como último bastión del machismo al negar el voto a las mujeres hasta 1990, cuando se vio obligado a reconocer la igualdad de derechos entre géneros por orden del Tribunal Federal.
A pesar de que “todo el mundo sabe qué pasó con el derecho al voto de las mujeres en Suiza, no es el escándalo que debería ser. A los suizos les encantaría olvidar que ni tan siquiera ocurrió y seguir proyectando su imagen de país moderno e innovador”, dijo Volpe.
La tardía aprobación del sufragio femenino en Suiza -superada tan solo por Bangladesh, los países del Golfo Pérsico, algunas islas del Pacífico y estados sudafricanos como Angola o Namibia- es un episodio poco conocido en un país de gran tradición democrática, con un sistema de participación directa alabado internacionalmente. Paradójicamente, “el sistema participativo es uno de los factores que impidieron que las mujeres obtuvieran el derecho al mismo tiempo que sus compañeras europeas, que lo consiguieron antes de la Segunda Guerra Mundial”, explica Volpe.