fue una mala jugada del destino porque Chuck Berry, a pesar de contar ya con 90 años, había terminado la grabación de su primer disco en casi cuatro décadas. Era el 18 de marzo cuando falleció el hombre que había unido a blancos y negros en torno al rock n’ roll. Su disco póstumo, Chuck (Universal), se ha editado este fin de semana y responde con fidelidad y sin sorpresas al legado del considerado padre del rock.
Como el Cid, El Campeador Berry reina ahora después de muerto. Ya lo hizo durante la segunda mitad del siglo XX, cuando fue considerado el rey y el verdadero instigador del rock, el hombre que supo encandilar al público blanco con unos ritmos frenéticos y sexuales sin renegar de sus raíces negras, las de los viejos bluesmen y artistas como Ray Charles y el soulman Jackie Wilson.
El Rock and Roll Hall of Fame recordaba con motivo de su muerte que él fue quien “juntó todas las piezas esenciales” para crear el rock, aunque otros, como Elvis, se llevaran la fama universal y la pasta. Y conviene recordar que Berry, artífice de Roll Over Beethoven, Johnny B. Goode, Rock and Roll Music, School Day, Carol, Sweet Little Sixteen o Little Queenie, resultó vital para que al otro lado, en Inglaterra, surgiera una generación eléctrica de músicos blancos, con The Beatles y The Rolling Stones a la cabeza, seguidores furibundos del maestro como demostraron las versiones de sus primeros discos.
Casi 40 años Berry, el hombre que popularizó el Paso del Pato en el escenario y que se hizo famoso por su carácter arisco, capaz de propinar un puñetazo a su fiel seguidor Keith Richards, llevaba casi cuatro décadas sin grabar canciones. Rock It (1979), era su último disco de estudio hasta que este viernes se editó Chuck, tras décadas de giras deslavazadas con paradas en Euskadi, como la que presenciamos en el BEC.
“Lo ví en Anoeta hace mil años, supongo que en los 80, en la que creo habitual situación de que la banda acompañante no lo había visto ni hablado con él antes de encontrarse en el escenario. Fue decepcionante, caótico, deslavazado y con un mal buen sonido”, recuerda Hendrik Röver, de Los Deltonos, que esta semana próxima participará en el homenaje que se tributará a Berry en Bilbao, en el Kafe Antzokia. Al contrario que sus últimos conciertos, su disco (gracias al estudio de grabación y las colaboraciones) sí está a la altura del que Springsteen siempre considera “el máximo representante y guitarrista del rock, y el mejor escritor de rock & roll puro”. Chuck incluye 10 canciones, ocho propias de Berry, grabadas en estudios de San Luis, con colegas y su grupo habitual: sus hijos Charles Berry Jr. (guitarra) e Ingrid Berry (armónica, voz), Jimmy Marsala (bajo), Robert Lohr (piano) y Keith Robinson (batería).
Y funciona porque no engaña. Como no podía ser de otra forma, Berry firma un disco de rock tradicionalista, con múltiples ejercicios del estilo Chuck, a veces rayando la autocopia, pero con brío, nervio y calidad. Se inicia con Wonderful Woman y el vital Berry, de casi 90 años cuando la grabó, cantando: “Mírala ahí, convierte mi día en maravilloso, es una mujer genial, acaba de despertarme”, a ritmo de blues y con apoyo de Gary Clark Jr.
No es el único eco blues. You Go To My Head suena lento, arrastrado y sensual, con gran protagonismo del piano de Robert Lohr (rítmica, melódicamente y en el solo, muy Nueva Orleans) y voz al estilo de Nat King Cole. Y Dutchman es un blues semi-hablado, a lo Tom Waits, y etílico con referencias a su éxito, al whisky, la ginebra y el ron.
Sus patrones míticos resucitan en Big Boys, con su riff a lo Johnny B. Good, el apoyo de la guitarra de Tom Morello y una historia de fiestas y chicas. En la autobiográfica Lady B. Good, regresa al éxito desde la óptica femenina. El resto fluctúa entre el vals 3/4 (enchiladas), en falso directo; la fumeta She Still Loves You; y el calypso Jamaica Moon, con ecos de Havana Moon. “Llegan buenos tiempos, pero no durarán /Cariño, tu padre se está haciendo viejo/ Coloca tu cabeza sobre mi hombro porque mi tiempo se desvanece”, canta junto a su hija en la balada country Darlin’. Tenía razón, pero él sigue (y seguirá) vivo por siempre.