lA británica PJ Harvey, la reina del rock femenino desde hace dos décadas, se ha vuelto cronista del horror, la guerra y la pobreza en su noveno disco, The hope six demolition project (Island. Universal), un trabajo fruto de sus viajes a zonas de conflicto como Kosovo y Afganistán. Alejada del activismo de otros músicos como Bono, ella muestra la realidad desde una visión humanista y el sonido que ya convirtió su anterior Let England shake en uno de los mejores discos de 2011. El actual lo presentará en el festival Primavera Sound de Barcelona.
Let England shake mezclaba coros de aire pastoril con trompetas, soldados y tanques y miraba hacia el pasado bélico del Imperio Británico y, por extensión, a la violencia que mantiene el estatus quo internacional en los últimos siglos. Su hermano pequeño se detiene en el poco halagüeño presente? y en el futuro inminente (la previsión no es mejor) que espera a nuestros hijos. Hace casi un cuarto de siglo que Dry nos descubrió a Harvey como alumna aventajada de Patti Smith y su discografía posterior (To bring you my love, Is this desire?, Stories from the city?) ha consolidado una carrera excelsa y siempre dispuesta a la sorpresa que acarrea la reinvención constante.
The hope six demolition Project asienta a Harvey en el presente porque lo documenta, ya que es fruto de una serie de viajes que la británica ha realizado a zonas de conflicto como Kosovo y Afganistán en los últimos cuatro años. Y a áreas del primer mundo en proceso de descomposición humanista, caso de Washington D.C. El primer resultado fue El hueco en la mano, libro editado en 2015 que alternaba sus impresiones escritas en poemas con las imágenes del fotógrafo Seamus Murphy.
“Cuando estoy componiendo una canción, visualizo toda la escena. Puedo ver los colores, el momento del día, el estado de ánimo, el cambio de la luz, las sombras moverse; todo lo que hay en la imagen mental”, explica la de Dorset para justificar esos viajes. “Reunir información de fuentes secundarias resultaba muy aislado en relación con el asunto sobre el que quería componer. Quería oler el ambiente, sentir el suelo y conocer a personas de los países con los que estaba fascinada”, apostilla Harvey.
La continuidad del horror Harvey, que actuará el 4 de junio en el Primavera Sound barcelonés, vuelve a rodearse del núcleo duro de músicos y productores habituales. Con el excolaborador de Nick Cave Mick Harvey al frente, y ayudada en la producción por John Parish y Flood, entrega un disco de sonido urgente, casi de directo. Al contrario que durante el resto de su carrera, Harvey no busca un territorio desconocido, sino que sigue la línea recta abierta en Let England shake.
Musicalmente, se abre con The community of hope, canción de guitarras y melodía de una claridad pop que resulta casi inédita en un álbum marcado por la rabia eléctrica (con guitarras herederas del blues y saxos que crean ambientes densos y opresivos como los de The Ministry of Defense y Chain of keys) y el uso marcial de los coros y los ritmos, a modo de himno, de temas como The wheel, A line in the sand o Near the Memorial?
En sus textos, el CD rezuma más horror y tragedia que la esperanza a la que alude su título. Harvey le canta a zonas en conflicto, a pueblos donde la guerra ha dejado solo ancianos, niños que dibujan graffitis con excrementos humanos y fotografías de los muertos “desteñidas por el sol” y perdidas entre rosas. Pero también de la decadencia del capitalismo entre restos de drogas, personas que parecen zombies y centros comerciales en cada esquina. En la despedida, Dollar, dollar, entre el ruido de ambiente de un atasco, un niño toca la ventanilla de su coche y le pide dinero. Y el corazón se encoge con versos del disco (“¿cómo acabar con los asesinatos?/ a estas alturas deberíamos haber aprendido” o “¿en qué nos convertiremos?”) que se niegan a abandonarnos.