LOS círculos y las formas geométricas dominan la exposición Nator, noa, doa, da de la galería Altxerri, donde el artista bergararra Manu Muniategiandikoetxea muestra diversas obras -tanto pinturas como esculturas- que parten de una misma pieza: la obra número 9 de una serie del artista ruso Alexander Rodchenko, uno de los fundadores del constructivismo. “Se pueden observar trabajos de distintos años que tienen como hilo conductor esa pieza de círculos concéntricos”, señala el autor, que mostrará su obra hasta finales de septiembre.
En el siglo pasado, Rodchenko rompió el eje central de los círculos en su obra, pero Muniategi ha ido mucho más allá y ha jugado con las formas redondas, por lo que ha reconstruido y reinterpretado una misma pieza de diversas maneras. “Empecé a trabajar con esta pieza hace diez años. Primero hice unos dibujos y unos cuadros que partían de la representación”, señala el artista de Bergara. Después empezó a jugar, lo expandió, dibujó e hizo distintas cantidades de esferas. Por ello, el visitante se encontrará con obras muy distintas entre sí.
las piezas Por ejemplo, dos de las piezas más grandes de la exposición son dos pinturas que muestran una maqueta hecha con círculos concéntricos. “Una es más figurativa, y está pintada de una forma más gaseosa, lo que le da una especie de naturalidad al cuadro”, señala el artista. Otro de los mayores cuadros es más geométrico-abstracta, ya que cambia sobre todo la técnica a la hora de pintarlo. Por otro lado, toma dibujos y cuadros que no pertenecen a esta serie y crea una especie de rompecabezas concéntricos con ellos. “Por ejemplo, tengo un cuadro que me regaló una alumna. Con el láser, me dio la posibilidad de cortar y hacer piezas circulares con el cuadro”, declara Muniategi, quien agrega que muchas obras de este tipo siguen todavía vivas. “Algunas no se han terminado, todavía no me han dado todo lo que pueden dar -afirma-. Aún no me quiero desprender de estas piezas porque están vivas”.
En contraste, la pieza que da la bienvenida a la exposición es una obra “terminada”. Ya está hecha en acero inoxidable y tiene el aspecto de lo que la gente está acostumbrada. El contraste entre esta pieza y otras, que no están terminadas, ayuda a observar distintas etapas de esta historia.
Por otro lado, también se pueden observar en Altxerri un par de obras pertenecientes a otras series de Rodchenko, “que le dan una puerta de escape a la exposición”. Por ejemplo, muestra una obra hecha con pentágonos concéntricos. “En el estudio, jugando con ella, le veía posibilidades”, señala el pintor y escultor. Al ser la primera que muestra de una nueva serie, creyó que esta pieza podría servir para abrir la puerta a una nueva “historia”.
Muniategi recuerda que al principio solo iba a exponer las últimas piezas que ha realizado, que son más abstractas. “Pero después pensé que estaba exponiendo en Donostia, para casa, y pensé que tenía un relato que lo aunaba todo de una forma didáctica”, dice. Entonces se decantó por esa idea. “En este caso, el relato es lo que le da una temática a toda la exposición, y por eso creo que es de las muestras más divertidas que he hecho, porque hay conexiones diferentes entre las obras. Se lee de otra manera, y eso me gusta”, admite.
exponer en casa Además, confiesa que no le gusta exponer en casa. “Prefiero ir a otro sitio, donde van a la exposición las personas relacionadas con el mundo del arte”, sostiene. “Aquí es diferente; vienen mis amigos, mi familia... La forma de mostrar la obra no puede ser la misma”, asegura el autor de Nator, noa, doa, da. “Por ejemplo, a mi hija es la exposición que más le ha gustado porque es jugosa, hay cosas muy diferentes entre ellas”, señala Muniategi, quien cree que, “sin querer o queriendo”, está dirigida a un público no especializado, ya que muestra distintas partes de un mismo relato.
Además, se alegra de que tras la exposición no tendrá el estudio vacío. “He sacado algunas piezas de estas series, pero el estudio sigue igual, tengo mucho material con el que seguir trabajando”, dice.