EL 6 de julio de 2014, vísperade San Fermín, la libreríaGaroa de Donostia lanzósu propio txupinazo. La inauguraciónfue en un “domingo lluvioso”,según recuerda Imanol Agirre,uno de los propietarios del “laboratoriocultural” de la calle Zabaleta.Doce meses después, toca hacerbalance y mirar al futuro de un establecimientoque no solo vendelibros, sino que se ha convertido enun referente cultural indispensable:solo en un año, ha acogido 180 actividadesrelacionadas con la literatura,la música, el cine y el teatro.

BALANCE DEL PRIMER AÑOPrueba y error

Como en todo laboratorio, y usandola tienda nodriza de Zarautz como inspiración,Garoa Kultur Lab está“aprendiendo” a base de ensayo yerror también en la sucursal de Gros.“Está en el ADN de la librería”, subrayaOier Aranzabal, responsable deComunicación, factótum y “hombredel Renacimiento”, según la cariñosadenominación de Imanol. “Hemosprobado un montón de cosas y hansalido bien, aunque algunas no hanfuncionado porque no hemos logradoatraer a suficiente público”, asegurancon relación a los ciclos PaperezkoAntzerkia y Paperezko Zinema. Nopiensan eliminarlos de su oferta perolos dosificarán o “replantearán”.

La mayor parte de los ensayos, esosí, han concluido con un “éxito” rotundocomo el cosechado por “las joyasde la corona”: Paperezko Kontzertuak,actuaciones acústicas de músicoscomo Robert Ellis, Amorante, TheSadies o Anari, y Paperezko Lagunak,las tertulias literarias que mensualmentemoderan Beñat Sarasola yRuth Pérez de Anucita.

Aunque son conscientes de que quizáalgunas propuestas no han funcionadopor la abundante y saturadaoferta cultural de la ciudad, ellos reivindicanla calidad frente a la cantidad.“Proponemos actividades depequeño formato y creemos que nuestraagenda tiene un gran valor porqueno hay muchos sitios que ofrezcancosas tan delicatessen”, sostiene Aranzabal,que considera un “éxito” reunira 40 o 60 personas en un concierto ouna presentación. “En Literaktumvino Jorge Carrión y nos dio pena quesolo hubiera 15 o 20 personas, perofue muy enriquecedor charlar consemejante escritor”, añade Agirre.También fue un “lujo” conectar víastreaming con el escritor EduardoHalfon, autor de la novela Monasterio,o con Zoe Movroudi, directora deldocumental Ruins. “La gente cada vezestá más harta del paraguas institucionaly quiere formatos pequeños:cercanía”, insisten.

A la conversación se suma Aritz Cestona,librero recién fichado que selevanta una y otra vez para atender alos clientes que van entrando intermitentementeen la tienda. Los tresrecalcan que, por encima de todo eseafán por investigar cosas nuevas,“Garoa es una librería” y, por tanto, laliteratura es el “nexo” de todos los“experimentos” que perpetran en sucampo de pruebas. Todas las semanasreciben dos o tres peticiones paraorganizar conciertos o exposiciones,pero en el próximo curso quieren sermás selectivos y “reforzar más si cabeel papel de la literatura”.

Agirre mantiene que su clientelaestá formada por “lectores empedernidos”de entre 40 y 60 años, y porjóvenes de entre 20 y 35 que se hanvuelto asiduos a la librería gracias alas actividades que programan.Muchos han sido atraídos mediantelas redes sociales y a Aranzabal lepreocupa llegar al público de mayoredad que no usa las nuevas tecnologíasy que, en algunos casos, ni se haenterado de la existencia de Garoa.¿Y eso cómo se logra? Imanol respondeal instante: “Preguntando en lacalle, siendo librero todo el día... Unlibrero, como un policía, lo es las 24horas al día. Hoy, por ejemplo, al llegaral parking he visto a una personacon un libro. Le he preguntado quéleía y le he animado a acercarse aGaroa”. “Queremos llegar a toda lagente que lee en Donostia y en Gros,ser un referente”, apostilla Oier. Y laclave, interviene Aritz, es el “tratohumano y cercano”, ventajas inexistentesen las grandes superficies. Así,el librero de Garoa, a quien le vienebien ser “un poco psicólogo” parahacer recomendaciones ?Sumisión,Del color de la leche, La librería ambulante,Reparar a los vivos...?, pasa mástiempo guiando al cliente que dentrodel mostrador. También empleanreclamos originales como la mesa enla que un escritor muestra sus librosfavoritos: estos días están los de KirmenUribe: Suite francesa, La piel delzorro, Hadrianoren oroitzapenak...

LIBROS, CAFÉ, VINO Y CERVEZAUn nuevo espacio

Para celebrar su primer año tuvolugar una “fiesta de reinauguración”a la que estuvieron invitados todos losamigos y clientes de Garoa. Dj Marinespinchó música y los responsablesde la librería presentaron un nuevoespacio al fondo del local con mesasy sillas para beber un café, una cerve-El librero insiste en que no dan estepaso “para conseguir una mayor rentabilidad”porque “la rentabilidad latienen que dar los libros”, aunque ellosea una tarea a largo plazo. “Nadiemonta una librería para hacerse rico,pero esto es una joya y si se cuida bien,seguro que funcionará”, proclamaAgirre, quien recuerda que el ala tecnológicade Garoa, dirigida por EnekoAgirre, ayuda a equilibrar las cuentascon proyectos como Osoigo, el portalde los políticos que escuchan.

Antes de echar la persiana a mediodía,un cliente habitual interrumpe lacharla. Es Jagoba, un incorregible lectorde nueve años que pregunta si conun arrugado billete de cinco euros yunas pocas monedas le llega paraadquirir algo. Adicto a los tebeos deAsterix y Obélix y a las aventuras delpirata Garrapata, compra en Garoaporque “es una tienda bonita y haybuenos libros”. Tan pronto como escuchanla frase, Imanol, Oier y Aritz semiran y el rostro se les ilumina tantoque refleja nítidamente su pensamiento:“Momentos como este hacen quetanto esfuerzo merezca la pena”.