LA demanda ha sido tal que Berri Txarrak ha tenido que aumentar a tres sus actuaciones en el centro cultural Intxaurrondo (Donostia) el 9, 10 y 11 de enero. No quedan entradas para ninguna de las tres noches que servirán para iniciar la gira de Denbora da poligrafo bakarra (Only In Dreams, 2014), su octavo trabajo de estudio.
El trío liderado por Gorka Urbizu (guitarra y voz) y completado por David González (bajo) y Galder Izagirre (batería) celebra su vigésimo aniversario con un triple álbum que presentarán hoy en el Kafe Antzokia de Bilbao y en Fnac (18.30 horas). El trabajo está conformado por 20 temas repartidos en tres EP, cada uno firmado por un productor diferente. El primero se titula Sutxakurrak y fue grabado en Venice (California), con Ross Robinson a los controles. El productor de bandas como Slipknot o Sepultura ya había trabajado con los de Lekunberri en Haria (2011). En el siguiente EP, Helduleku guztiak, se lanzan de cabeza al pop, alcanzando canciones bailables que, eso sí, tienen un poso y un trasfondo que quita el hipo. Esta pieza fue producida en Madrid por Ricky Falkner.
Finalmente, Xake-mate kultural bat lleva el sello de Bill Stevenson, batería de Black Fag y Descendents y productor de NoFX y Rise Against. Registrado en los estudios The Blasting Room de Colorado, incluye seis canciones cortas enclavadas en el punk rock.
Veinte años de carrera dan para mucho, y Urbizu recuerda “un camino precioso, una aventura”. “Cuando te cuelgas la guitarra -afirma- nunca sabes qué va a ocurrir ni a dónde vas a llegar. Nosotros no nos pusimos ningún objetivo, creo que hemos ido disfrutando del paisaje. Ha sido una historia bonita que, para mí, se ha convertido en más que un grupo; veo un poco la comunidad que se ha generado en torno a Berri, la gente que lo escucha y lo siente tanto que casi creo que es como un sentimiento”. Satisfecho y sorprendido, Urbizu sigue con los pies clavados en la tierra. “El artista deja plasmado su caudal de ideas, es una lucha contra el olvido. Se escribe para ser recordado o para que esos textos no se olviden. Pero, por otra parte, no tenemos el objetivo de pasar a la historia... Si dentro de unos años se recuerda la historia del rock y alguien menciona una canción tuya, pues mejor que mejor”.
Para Berri Txarrak el camino no ha sido fácil, y menos al ser un grupo que canta en euskera. “A veces te acuerdas de la gente que te ha apoyado pero también de los que te decían que no era posible”, dice Urbizu, haciendo memoria. “Pero esto lo haces por ti, no lo haces por demostrar nada... Me acuerdo de cuando queríamos salir fuera a tocar. Si cantabas en euskera se daba por hecho que tu territorio es el euskaldun. En los tres primeros discos buscamos nuestro sonido, haciendo una base de fans que estuvieran atrapados a Berri, y una vez conseguido eso, vimos que si no salíamos fuera nada iba a ser excitante. Cuando ya llevas diez o doce años, esto se hace pequeño y no puedes ponerte mugas a ti mismo. Me acuerdo que cuando salimos la primera vez acabamos en Mota del Cuervo, Cuenca, en un bar, con Marino (Goñi) llevándonos en la furgoneta y a por todas. ¡Pero es que queríamos darnos esa hostia!”.
Y siguen apegados a esa filosofía del esfuerzo: “La filosofía tiene que ser pensar que esto no es un sprint, es un maratón que no va a acabar nunca. Y si no llegan las cosas, mientras tanto vas disfrutando, sobre todo porque estás creando... Y es que lo de crear es algo que a veces se olvida. Escucho a muchos artistas decir que su disco es una excusa para tocar; pues no, mi disco no es una excusa, es algo importante, es tu mensaje al mundo”.
con productores Respecto al nuevo álbum, Urbizu señala que han querido hacer algo diferente: “Queríamos algo especial y se nos ocurrió hacerlo, más que por estilos, por puntos de vistas del rock. Trabajamos con productores, algo que aquí no se estila; ellos meten mano en las canciones, y los temas que has llevado pueden acabar en territorios muy distintos. Así, no es que tuviéramos 20 temas y los repartimos en tres cajones, sino que cuando atamos a Ross Robinson nos pusimos a hacer los 6 o 7 temas que calculamos iban a entrar en cada EP; compusimos sabiendo ya quién iba a producir cada disco. Tras grabar en EEUU, volvimos y nos pusimos con el segundo, y así cronológicamente”.
Y pensaron en una temática distinta para cada disco. “De la misma forma que cada EP se diferencia en cuanto a la producción, creía que a cada disco le tenía que dar un punto de vista diferente, aunque es verdad que hay temas que sobrevuelan los tres discos: los fuegos fatuos, el miedo, la falta de ilusión y asideros... Es como si estuviera terminando una época y arrancando otra pero no sabemos muy bien hacia dónde va. Y esa inseguridad se palpa en varias canciones. He intentado meterme en la piel del contrario, desde alguien que no sabes bien si es un político o solo un tío que te está engañando hasta un tío que le da trabajo por lo bajini a un inmigrante. Casi son letras sarcásticas pero no llegan a ese punto”.