Con un estruendo de aplausos y gritos de “Bravi!” finalizó el viernes el segundo y último concierto de la Orquesta Sinfónica de Euskadi (OSE) en tierras italianas. La formación vasca se despidió de la ciudad de los canales con una exitosa función en la que el público de la Biennale di Venezia saboreó un delicioso mosaico de sonoridades vascas, sin olvidar las melodías de txalaparta a cargo de Oreka TX ni los bertsos grabados de Maialen Lujanbio y Txirrita.
El objetivo era presentar las ocho obras que componen el proyecto Tesela, un encargo que la OSE realizó en 2012 a otros tantos compositores internacionales para que ofrecieran su particular visión de Euskadi “desde fuera”. Las piezas se habían interpretado por separado, pero nunca hasta ahora habían sido reunidas en un mismo concierto. Además, el maestro José Ramón Encinar no se limitó a ejecutar las piezas una tras otra, sino que las hilvanó a través de puentes sonoros creados por el compositor Mikel Chamizo, en un original concepto que fue tan aplaudido como la propia música.
Así, la grabación Uzturre sirvió para dar la bienvenida y despedir a los espectadores que acudieron al Teatro alle Tese del Arsenale veneciano. Minutos antes de las 20.00 horas, el director y la orquesta aguardaban en la penumbra a que el público se acomodara en sus butacas mientras sonaba el canto de los pájaros registrado en diferentes montes y bosques de Euskal Herria.
Durante una amenísima hora y cuarto, se sucedieron Tres cantos a Edurne (escrita por Mario Lavista), Zortziko (Michael Finnisy), Txalaparta-Folkdance II (Ivan Fedele), Ravel à son âme (Gérard Pesson), White numbers (James Dillon), The Gliding of the Eagle in the skies (Peter Eötvös), Calles y sueños (Isabel Mundry) y Urrutiko urdin (Mauricio Sotelo), que sonaron agrupadas en bloques cohesionados por breves piezas como una grabación electrónica de Luis de Pablo o una fugaz improvisación en vivo con la txalaparta de piedra.
‘ttakun ttan ttakun’ Fue precisamente este instrumento el que más interés despertó en una audiencia que cayó rendida ante Oreka TX. La energía y expresividad de Harkaitz Martinez de San Vicente y Mikel Ugarte hizo que los espectadores desenfundaran sus teléfonos móviles para inmortalizar a esos dos músicos que tocaban tan extraño artefacto de madera.
La obra elegida fue Txalaparta, del italiano Ivan Fedele, compositor y a la sazón director del festival de música contemporánea de la Bienal.
Según relató él mismo al final del concierto, la txalaparta siempre le había llamado la atención, aunque no la conocía en profundidad. Cuando recibió el encargo de la orquesta, se zambulló en el océano de YouTube e indagó en el trabajo de Oreka TX para componer la música: “No me importaba tanto conocer la técnica como sentir ese ritmo sincopado e integrar el sonido de la txalaparta en la orquesta”, aseguró. “Suena como una marimba pero en un grupo de jazz, con capacidad de improvisar”, añadió Fedele, que ya ha prometido a Oreka TX escribir una segunda obra, esta vez para txalaparta de piedra: “Tiene una bella resonancia que se presta mucho a las melodías superpuestas, logrando un resultado menos rítmico y más armónico, más melódico”.
Ambos txalapartaris se mostraron entusiasmados con la idea, pues su instrumento jamás se había utilizado en el marco de una orquesta sinfónica salvo, quizá, en una obra escrita en su día por Luis de Pablo que no pudo ser interpretada como estaba escrita. “Ojalá haya compositores que sigan creando piezas nuevas y podamos acercar la txalaparta a otros entornos”, señalaron. Porque hasta la fecha, ha sido un timbre más sonoro o percutivo, mientras que ahora los compositores comienzan a saber que las tablas se pueden afinar y dar mucho juego melódico. “Para nosotros es una alegría”, insistieron ambos músicos, que han vivido la experiencia como un “reto pionero”, especialmente porque la base de su trabajo es la improvisación y no están acostumbrados a depender de partituras ni batutas.
Martínez de San Vicente y Ugarte han llevado su ttakun ttan-ttakun a las más diversas latitudes. Recientemente visitaron Japón y en breve actuarán en India y Buenos Aires. Según confiesan, lo que más sorprende en todo el mundo es que el suyo es un instrumento muy orgánico, que la madera y la piedra consiguen sonoridades muy especiales; también causa asombro que se divida el grupo, que haya dos personas interactuando y que los golpes de uno y otro nunca se toquen. “A veces la gente no sabe si hacemos música o malabarismo: la estética y la expresión de la txalaparta siempre sorprenden”, aseguran.
un hito más Aunque tuvo que quedarse en Euskadi, un emocionado Mikel Chamizo siguió la actuación a través de la RAI, que emitió ambas funciones en directo para todo el mundo. De ese modo, y solo en Italia, cerca de 350.000 radioyentes pudieron escuchar la música de la OSE, la txalaparta de Oreka TX e incluso el euskera contenido en los bertsos de Txirrita y Maialen Lujanbio (“Txirritari buruz bulo gehiegi zabaldu da aspaldion / beti hain mito, hain zoragarri eta hain bertsolari on”). Un total de 24 medios de comunicación han cubierto la incursión veneciana de la Sinfónica, con enviados especiales llegados desde Alemania, Finlandia, Croacia y Eslovenia, entre otros países. Un hito más en la trayectoria de una orquesta experta en llegar a lo universal a través de lo particular.