SU controvertido alarde y el remo, con el triunfo de su tripulación en la Liga San Miguel 2014, nos ha obligado a girar la mirada hacia Hondarribia este mes de septiembre, aunque la localidad gipuzcoana tiene suficientes atractivos para concitar el reclamo durante todo el año, empezando por sus murallas, su casco histórico, su castillo y monumentos religiosos.
Hondarribia es un espacio único situado a los pies del Jaizkibel y donde se unen el mar Cantábrico, montes y ríos con una amplia y variada oferta turística. El visitante puede iniciar su visita contemplando las vistas de la bahía de Txingudi, con Hendaia al fondo, o paseando por la playa o el monte, pero debe centrarse en recorrer a pie cada una de las angostas calles de la localidad, empedradas y circundadas por edificios y casonas con blasones que, al igual que su casco antiguo amurallado, rezuman historia.
Y es que Hondarribia, importante ya en tiempos de los romanos, constituyó la salida al mar del Reino de Navarra antes de pasar a jurisdicción castellana en el siglo XIII. Por su posición estratégica fue desde su origen una plaza militar de importancia, sometida a frecuentes asedios y, en consecuencia, fuertemente amurallada. El visitante lo observará desde que entre a su casco histórico. Lo puede hacer por la Puerta de Santa María, una de las dos entradas principales de la ciudad -la otra es la de San Nikolas- y acceder a Kale Nagusia, la arteria principal y totalmente adoquinada.
Impresiona su muralla, el Castillo del emperador Carlos V, reconvertido en impresionante parador, y el barrio de La Marina, con sus coloristas casas de pescadores. No menos atrayentes resultan la plaza del Obispo, el Palacio de Casadevante, la parroquia y la Plaza de Armas. Hay visitas guiadas por el casco y se puede pasar noche en El parador, hoteles como Río Bidasoa, Jaizkibel, Jauregi u Obispo o en los campings Jaizkibel o Higer. Y para comer, la oferta va del vegano El Curry Verde al restaurante Sebastián, el bar Itxaropena, la cafetería Uxoa o los dulces de la pastelería Kai Alde.