La raza humana es tan deforme, informe y bárbara como la presentada y ofrecida por Bárbara Stammel (Sockin, 1960, Alemania) en la Ganbara del KMK y de Galería Ekain? ¿Está tan manchada y salvaje como la pintada por esta expresionista alemana afincada en Getaria tras sus estudios en la Akademie der Bildenden Künste de Múnich y en la facultad de Bellas Artes Pau Gargallo de Barcelona? ¿Algo de todo esto no se esconde tras las máscaras que todos ofrecemos maquilladas y acicaladas ante los demás en la sociedad de la imagen en la que vivimos y actuamos?
Lo cierto es que Stammel viene desde hace ya varios años plasmando sobre papel y lienzo, y ahora también sobre espejos, rostros fotográficos de amigos conocidos y desconocidos, de diversas edades, preferentemente adultos y niñas, y actuando desde los ojos sobre el rostro, para dibujar y desdibujar, trazar y manchar, sumar y restar gestos y pinceladas que como espátulas y cuchillos penetran en las profundidades del ser humano, en sus miserias y horrores, para presentárnoslos con toda crudeza y verdad, abiertos en canal como animales de caza.
Rostros parecidos observamos cada día en la televisión y en la calle, en los periódicos y en los mass-media, no en la publicidad ni en la civilización fashion. Rostros sacados de fotomatón y que se presentan desdibujados y colgados en un paisaje desolado ubicado en el hall del Koldo Mitxelena Ganbara, rostros y primeros planos interesantes en ambas exposiciones, pero sobre todo a la entrada de Galería Ekain, en un soberbio primer plano de cabeza femenina cortado, rostros muy interesantes de niñas, trabajados con ligeras líneas de cierre, que recuerda a retratos renacentistas de jóvenes palaciegas, rostros masculinos que comienzan a aparecer con más constancia en su última obra. Se trata generalmente de bustos, solo rostro frontal, a lo más con ligero cuello y en primer plano, aunque han comenzado a aparecer perspectivas laterales que rompen una cierta monotonía del proyecto.
Los horrores de los campos de concentración de Dachau no están lejos en su obra, como tampoco los ecos de autores expresionistas alemanes, de Bacon, Freud, Baselitz y otros muchos que han plasmado el tormento y la angustia existencial en su obra. Angustia que se plasma de modo excelente en esa Vanitas de cráneo y flores marchitadas de Galería Ekain, que ha realizado de modo exquisito la selección de su última obra. Stammel debería hacer pruebas en el campo del retrato personalizado, si es que hubiera gentes que se atrevieran a posar, a mantenerlo luego delante, y además a pagarlo.