Bilbao - “Grande”, “entrañable”, “valiente”, “extraordinario”... son algunos de los calificativos que artistas vascos cercanos a Nestor Basterretxea emplean a la hora de definir su vida y obra. Una obra muy diversificada, audaz, en la línea de las principales vanguardias europeas. Así lo recuerda el director del Museo de Bellas Artes de Bilbao, Javier Viar, quien su-braya lo “encantador” que era el escultor fallecido el sábado, un hombre “con gran sentido del humor, amable, que era muy querido. Pues su personalidad era muy cercana y afectuosa”.

Viar habla con fluidez de la “cosmopolita” trayectoria de Basterretxea, tras el homenaje que le hizo hace unos meses el Museo de Bellas Artes con la exposición Cosmogónica vasca. Muestra que evocan los profesionales consultados por DEIA.

Jesús Lizaso

“Era un tío grande”

El escultor vizcaino Jesús Lizaso, al enterarse de la noticia de la muerte de Basterretxea, aseveró: “Se ha ido uno de los grandes”. Aunque no está de acuerdo en que ya se cierre el ciclo “de la revolución artística de la transición, pues aún queda Ibarrola”, su-braya que “este hombre era uno de los últimos iconos de la Escuela Vasca de Escultura”, junto con, por ejemplo, Pablo Palazuelo, otro de sus escultores admirados. O Remigio Mendiburu, quien también falleció con el cambio de siglo. Además del inmenso Oteiza, entre otros.

Lizaso estima que los actuales escultores de vanguardia vascos, como él, conformaron sus pilares en base a Basterretxea y sus contemporáneos, “que descubrieron casi todo y fueron un punto de partida para todos nosotros. Que ahora seguimos descubriendo cosas nuevas”. La generación de Basterretxea, cree Lizaso, “lo pasó mal, pero también vivió una gran oportunidad, la presión del franquismo, para desarrollar todas esas manifestaciones: cine, música, escultura, pintura... Casi es más difícil sobrevivir ahora, sobre todo con esos monstruos de referencia”, admira.

Puntualiza que a Basterretxea se le exigió mucho como escultor, si bien él desarrolló mucho diseño, cine y, como corrobora Viar, se diversificó en buena medida. Lizaso, siempre directo y llano, resume su opinión sobre la figura de Basterretxea: “Era un tío grande, en tamaño, en su producción, como persona... Y muy polifacético”.

Detritus Aramburu

“Gente extraordinaria”

Generaciones posteriores de artistas, como el caso del dibujante y pintor guipuzcoano Detritus Aramburu, captan lo que comentan Lizaso y Viar: “No sé si me ha influido, pero me fascina la capacidad de él y su generación de moverse por otro ánimo que la senda conceptual, pues buscaban la mejora de la Humanidad, del pueblo. Era gente extraordinaria. Sabían muy bien lo que buscaban. Como mitómano que soy admiro cómo forjó la cultura de Euskal Herria”.

El perfeccionista Detritus admite estar más “perdido” en su ruta que aquellos autores, “con legendaria talla de artista: quien busca una verdad. En el horror del aislamiento franquista él y sus compañeros de viaje consiguieron el prodigio de entroncar tan bien con todo lo que se estaba haciendo en Europa mientras aquí había un gran estancamiento. Hace poco estuvo en el Koldo Mitxelena y me resultó conmovedor; le escuchaba como a un ser venerable, hablando sobre la empresa de Arantzazu, que desde mi niñez me asombró”.

Juan Pablo Huércanos

“Hicieron lo imposible”

El subdirector del Museo Oteiza, Juan Pablo Huércanos, recuerda su presentación de algunos dibujos originales de Basterretxea para los murales de la cripta de Arantzazu. Asimismo, realizaron un bonito vídeo relativo a dicho proceso, en el que se capta la energía y sentido del humor del inteligente autor bermeotarra.

Juan Pablo muestra su pena ante la pérdida de este artista que “tanto compartió un tiempo con Oteiza, aunque cada uno con su lenguaje”. Huércanos también evoca la exposición del Bellas Artes, en la que se mostró el talante “pionero como proyectista en ese programa de socialización del arte”. La aplicación de los lenguajes del arte, en una lucha “contra viento y marea”, en los 60, “es una contribución impagable”, define el experto. “Ambos abrieron un espacio de libertad que nadie había hecho antes, y muy difícil. Al ser los primeros y por su poder simbólico y fuerte. Se juntaron con una misma inquietud, confabularon y lo hicieron”, enumera Huércanos, quien habla de “idealistas” cuya aportación “a la sociedad y al pueblo fue fundamental. Articulando nuevos espacios frente a lo establecido, respondiendo a las demandas sociales”.

Alberto Torres Ayerdi

“Un artista redondo”

“Aparte de la dimensión como artista, todos conocimos su dimensión humana, cercana. Acudía a acontecimientos de escultura apoyando a otros; era un artista polifacético: escultor, hizo cine, escribía... Un artista redondo”, rememora Alberto Torres Aierdi, quien se pregunta qué hay de “atávico, inconsciente” para que aquella generación de artistas vascos “tuviera esa potencia; de dónde salió esa gente tan extraordinaria”.

También pone de ejemplo a Oteiza, quien consiguió cosas que otros logran con estudios muy avanzados. Así, da la razón a su colega Lizaso: “Ellos abrieron caminos, en una dimensión estratosférica (eran unos monstruos), y a partir de ellos seguimos nosotros”. Para Ayerdi, sin tradición artística en su familia, crear “es una enfermedad, una necesidad”. Sin duda, heredero del Equipo 57 y Gaur.

Zurriain, Uberuaga...

“Potente, noble, sincero”

El pintor Ramón Zuriarrain recuerda que la última exposición de Basterretxea coincidió con la suya, en Bilbao, y el escultor de Bermeo “estaba aún fuerte, como un roble. Habíamos coincidido muchas veces y, aunque éramos de diferentes generaciones, siempre manteníamos el contacto. Él siempre tendía un puente para ello”.

Zuriarrain se sorprendió “gratamente” con la muestra del Bellas Artes, ya que pudo comparar “obras que no conocía suyas, antiguas”, con otras actuales. El hecho de que esta generación “vaya desapareciendo nos deja un poco huérfanos”, considera. “Potente”, “noble”, “trabajador”, “valioso”, “sincero”... son otros calificativos con los que le describe.

El escultor José Ángel Uberuaga asegura que “no he conocido a otro artista tan sencillo y natural. Un hombre entero, nada arrogante y siempre dispuesto a ayudar”. Le parece “increíble” que, aun siendo “gran amigo de Oteiza, su arte no cuenta con influencias del de Orio, cuando lo más cómodo para él habría sido dejarse llevar por la figura enorme de su amigo”. Le parece “sensacional” la serie Cosmogonía Vasca.

Aunque Asier Mendizabal no le conoció mucho, cree que en los últimos años “se ha dado como una revisión de su obra, de su figura, que durante decenios ha permanecido quizá a la sombra de otros dos grandes artistas, Oteiza y Chillida”. Como Uberuaga destaca que Basterretxea demostró que “el suyo había sido otro camino al de Oteiza y Chillida, una senda quizá más compleja y fértil”.

La pintora Begoña Intxaustegi le conoció bien. “Nestor fue un gran artista y gran persona; decimos adiós a un espíritu que enriquecía a todo un colectivo, a un artista sensible y querido por sus contemporáneos, conciliador, y admirado por los jóvenes artistas. Fue el primero que formó parte en el Ministerio de Cultura”. Crítico, “fue un artista comprometido con la historia. Respondió de un modo generoso a peticiones para las que no todos los artistas se brindan”. Bego destaca “la obra bidimensional y la sutileza y fuerza del color en los collages” y la fuerza de los volúmenes de la escultura de la ola en Bermeo”.