Éxodo a Kobetas

De uno en uno y casi en rigurosa fila india, el personal indicaba a los campistas dónde les correspondía poner su tienda de campaña. “Antes, el primero que llegaba escogía sitio; ahora está mucho mejor organizado”, valora Chantal, una veinteañera bilbaina que repite en el BBK Live con sus amigas Nevenka (Argentina, 24 años) y Paula (Madrid, 22 años).

“Está muy bien ordenado”, coincide Nevenka, “lo único que nos podían haber avisado de cómo orientar la tienda de campaña, ya que después de montarla nos han dicho que la teníamos que poner mirando hacia el pasillo”. No fueron las únicas que tuvieron que reorientar su hogar provisional para estos días. Algunos incluso tuvieron que cambiar de zona. “El camping se divide en función de la capacidad de las tiendas, las de dos personas aquí, las más grandes por allí”, indica Rodrigo.

camping con vistas Desde Almería y Granada, la cuadrilla de Inma cuenta su agonía hasta acampar en Kobetamendi. “El avión que tomó un amigo se averió; el autobús de otro, también y tuvo que esperar casi una hora a que lo recogiera otro, y la llegada se retrasó aún más porque a una pasajera le pillaron algo en un control de la Guardia Civil. ¡Esto promete!”, bromean.

Algo más alejado de la zona principal y acotado por una valla metálica, la zona de Glamping se antoja una suerte de barrio residencial con amplias e idénticas tiendas de campaña que alquila una empresa. Una opción práctica para no venir cargado desde... Israel, como Batel Yael (21), quien se paseaba libre de equipaje por la acampada de Kobetamendi junto con sus amigas. “Pero lo mejor, sin duda, son las vistas. Este es un paraje precioso”, destacó la joven, que tras su largo periplo hoy podrá disfrutar al fin de uno de sus grupos favoritos, Franz Ferdinand.

Unas jóvenes malagueñas también se decantaron por esta opción, y para el transporte eligieron el autobús, “porque en coche puedes venir muy bien las diez horas de viaje, pero luego la vuelta es muy dura”, razona Irene, quien debido a un malentendido tuvo que hacer autoestop para llegar hasta el recinto de acampada. “Cogimos un autobús de línea y nos dijeron que nos traía hasta aquí, pero nos hemos tenido que bajar a mitad de camino, y menos mal que una amable señora nos ha subido en su coche hasta el camping con las maletas y todo”, agradece la malagueña. Una anécdota similar le ocurrió al grupo de Cristina, de Madrid. “Después de instalarnos, bajamos a comprar hielo y bebida (doce litros de agua y cervezas) y subimos en taxi, pero pronto nos dieron el alto y nos hicieron recorrer a pie y cargados el resto del camino”. Por suerte, el clima fresco de Bilbao ayudó a que los hielos no se deshicieran en el trayecto...

Para evitar este tipo de situaciones, muchos optaron por hacer la compra en el supermercado que Eroski ha establecido por primera vez en el mismo campamento. El recinto cuenta asimismo con otros servicios como la carga de baterías de móviles (dos horas de carga mínima, 3 euros), un puesto con el reclamo de Paella y lo más básico y necesario: numerosos urinarios, duchas y consignas.

Entre las sugerencias, una joven de Valencia comenta que echa en falta “más sombra”. Ante la mirada escéptica de los presentes, se justifica: “¿Y si sale el sol?” “¡Esto es Bilbao!”, parecieron espetarle las amenazadoras nubes que se cernían ayer sobre Kobetamendi, las cuales proporcionaban, eso sí, mucha sombra.

“It’s warmer in Arizona” (Arizona es más cálida), comprobaron a pie de campa los primerizos en el BBK Live, Rosie y Kyle, quienes corrieron a guarecerse en su modesto nidito de amor para dos al caer las primeras gotas. Que se quedaron en eso, unas gotas que no aguaron la fiesta de los miles de peregrinos que ya tienen todo listo para disfrutar al máximo de la novena edición del Bilbao BBK Live.